«Soy bastante fan del género masculino»

YES

cedida

Dice que si se muriera esta tarde ya le habría compensado vivir. Esta confesión resume la filosofía que practica: la de disfrutar cada pequeño detalle. ¿El último? Sentirse como una diva paseando por Gran Vía al darse cuenta de que ya era verano.

18 jun 2016 . Actualizado a las 16:20 h.

Con 12 años se llevaba el diccionario a la cama para aprender palabras nuevas. Esta pasión que siente por las palabras la llevó a estudiar Periodismo, una carrera que dejó a un lado por el amor de su vida «laboralmente hablando», la interpretación, y que ahora retoma con su segundo libro, Voy a llamar a las cosas por tu nombre.

-¿Quién es tú?

-Tú eres tú, soy yo, es él, somos nosotros, no hay uno con cara, cada uno tiene su tú particular.

-Dices frases como «Y si el invierno viene de vuelta que me pille muy abrigada», «espero haber aprendido», «he sido todo lo que podía ser». Si leo entre líneas, es una manera de decir que estás de vuelta...

-Nooo, de vuelta no se está nunca, espero que me sigan pasando cosas y sentir cosas por primera vez, me espantaría la sensación de estar de vuelta, de hecho me sigo equivocando casi en las mismas cosas.

-Nos cuesta mucho llamar a las cosas por su nombre, ¿no?

-Nos cuesta casi todos los días, si mirásemos a la verdad de frente y llamásemos a las cosas por su nombre el mundo sería un sitio bastante inhóspito, la sinceridad es muy dura, no me extraña que en Japón sea un defecto y no una virtud.

-¿Has encontrado en la escritura la manera de saciar tu «yo periodista»?

-Pues algo de eso sí hay, porque cuando yo tenía 12 años cada noche me llevaba el diccionario a la cama para aprender palabras nuevas, soy una gran amante de las palabras, me parece fascinante, increíble que exista una palabra para casi todo, tanto como que hay emociones o sensaciones que no tienen ninguna palabra, que se nos quedan todas cortas. Jugar con ellas se convierte en algo terapéutico, lúdico, divertido, que me quita la espinita de la primera carrera que escogí, que sigo amando y admirando muchísimo.

-¿Te llena más la interpretación?

-Yo de base indudablemente soy actriz, y actriz me siento, y es la carrera mas importante de mi vida, después podré tontear con cualquier otra, pero laboralmente hablando el amor de mi vida es la interpretación.

-¿Sigues aplicando la filosofía del «carpe diem»?

-Claro , y pobre del que no la aplique, porque no existe nada más que un aquí y ahora constante, sin querer ponerme filosófica, pero es que no existe otra, tú no sabes si yo me voy a morir dentro de un cuarto de hora o si esta va a ser tu última entrevista, no lo sabes.

-Por ejemplo, un detalle reciente que te haya producido un buen momento...

-Últimamente tengo muy buenos momentos, el otro día caminando por Gran Vía me di cuenta de que ya había llegado el verano, de que ya iba sin ropa de abrigo, y me sentí tan diva, tan feliz, esa sensación de que se acabó el frío que ya viene lo bueno. A mí esta sensación me pone a bien con la vida, roza más la felicidad que otras cosas a las que se le supone más grande.

-¿Eres más de calor que de frío?

-Bueno, bueno, yo me podría poner a llorar por frío. No puedo entender que haya gente que vive en Mongolia y sea libre. Me crie en Alicante, soy mediterránea y fenicia.

-Hablando de felicidad, un estudio dice que alcanzamos la felicidad plena a los 34... ¿es tu caso?

-Pues no te diría yo que no. Pero a los 42 se está estupendamente bien, te lo aseguro. Hay mucha gente con mucho tiempo para hacer muchos estudios muy extraños.

-Echas la vista atrás, y ¿qué ves?

-Una gran vida. Si yo me muriese esta tarde a mí ya me hubiese compensado. He tenido una vida, que el día que se la cuente a mis nietos van a decir: «¿En serio, abuela?». Una gran vida, gran familia, he tenido y tengo a grandes personas a mi lado.

-Pase lo que pase, ¿nunca pierdes la sonrisa?

-La he perdido muchas veces, pero la vuelvo a coger rapidito. Hay un capítulo en el libro que habla de eso, está muy bien a veces permitirse la tristeza y es absolutamente necesario, porque forma parte de la vida, tanto como la felicidad, pero a la tristeza hay que hacerle siempre un poquito de menos caso, porque como entre demasiado hasta el fondo... Yo me río mucho y lloro lo justo.

-Milán: apellido, blog, libro... ¿Cuántas veces has ido a Milán?

-[Risas] Solamente he ido una.

-¿Una ciudad especial?

-Sí, fui muy increíblemente feliz y los sitios son especiales en tanto que eres feliz en ellos. Fui con mi amiga Mati y fue un viaje lleno de momentazos.

-Series como «Sexo en Nueva York» han ayudado mucho a las mujeres, ¿todavía nos falta?

-Nos va a faltar toda la vida, porque las mujeres somos muy crueles con nosotras mismas, ellos aceptan nuestro culo de la 42 encantados de la vida, y nosotras nos vamos criticando unas a otras y lo que es peor a nosotras mismas, de manera constante, nos juzgamos, nos damos mucha caña, queremos ser superwoman y acabamos agotadas. Ellos no lo son tanto ni con ellos ni con nosotras. Yo soy bastante fan del género masculino, vive mejor que el femenino sin darle tantas vueltas a las cosas y sin tanta intensidad.

-Dices que hasta los 35 tienes la cara que te regala la naturaleza y a partir de esa edad la que te mereces. ¿Cuál te toca a ti?

-La que tengo. Eso lo tienes que juzgar tú. Tengo la cara que me merezco y yo tengo la cara que he currado porque hay gente que no es feliz porque no le da la real gana, porque lo niega todo, y la felicidad hay que currársela mucho.

-Hubo un parón notable en tu blog... ¿necesitabas un tiempo para ti?

-Sí, para estar conmigo a solas y en silencio, y luego volver a estrenar sonrisa.

-¿Estás ya en ese momento?

-Sí, con la sonrisa estrenada y el vestido de verano puesto.