«El lenguaje de las emociones es vital desde pequeños»

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Oscar Vazquez

Frente a la presión y las inercias en el aula, hay pasión, curiosidad, confianza, vida creativa. Incluso más allá de la robótica: «Si les dejamos, los robots nos ganarán la partida», dice Elba Pedrosa, que nos asoma a otra forma de aprender

23 oct 2021 . Actualizado a las 21:12 h.

Hay vida entre las paredes de un aula, aunque a veces se quede dentro de un niño, de los 25 o 30 que hacen una clase, advierte la comunicadora Elba Pedrosa, delegada en Galicia de la Fundación para la Creativación, dirigida a escuelas y familias que apuestan por creatividad y el talento para el aprendizaje, en línea con la nueva educación que proponen César Bona o Catherine L'Ecuyer. Frente a la huida hacia delante que marcan los tiempos, las tecnologías, un sistema cómodo, conviene detenerse. «A veces un buen ejercicio es que los niños miren por la ventana de la clase para ver qué hay fuera, en su entorno más próximo. Se trata no solo de aprender conocimientos, sino de que vivan las cosas». Ojo al «no solo», que la creatividad, según Pedrosa, no excluye el análisis ni el saber que dejan poso; sino al contrario, lo necesita.

-¿Cómo funciona la creatividad, tiene hueco en el sistema educativo?

-Todos somos creativos de manera innata, pero tenemos un entorno, tanto la escuela como la propia sociedad, que hace que esta habilidad innata, en lugar de irse desarrollando, se vaya estancando. A partir de los 7 años los niños empiezan a estar menos creativos, fíjate que se levantan menos manos en una clase.

-¿Qué grandes amenazas encuentra la creatividad?

-A los 3 años aparecen ya dos emociones clave, que son la culpa y la vergüenza. Son dos emociones que no favorecen nada el desarrollo creativo y que conviene aprender a controlar.

-¿Cómo las controlamos?

-Trabajando no solo la parte académica, sino también la emocional. Los niños deben aprender a identificar en sí mismos y en los demás las emociones, para que no se les vayan de las manos. El aprendizaje emocional es importantísimo desde que somos pequeños.

-Da la impresión de que el sistema educativo, en general, se basa en aprender mucho y cuanto antes mejor.

- Sí, está basado en una formación académica tradicional. Pero quizá también por desconocimiento de lo que puede aportarnos la creatividad. A veces es más cómodo no hacerle hueco, porque puede abrir la puerta a ideas que supongan una amenaza para lo establecido. Puede llevar a empezar a cambiar el mundo, y a veces esto no interesa. Desde hace un tiempo sabemos que la creatividad no es solo cosa de artistas, es algo que va calando cada vez más. De cara al 2020 se va a producir una eclosión, hay varios factores que van a confluir, como la explosión demográfica, el desarrollo tecnológico a unos niveles elevadísimos...

-¿En qué beneficia la presión por aprender, una disciplina implacable?

- En poco. Hay que ir de la mano de la psicología positiva de Seligman, que se basa en el refuerzo de la fortaleza de las personas. Si tú tienes sensación de control sobre ti mismo y confianza, y te atreves a proponer ideas, te vas a sentir más seguro y vas a involucrarte más en un proyecto, en un equipo.

-Un niño no tiene que estar seguro para ofrecer una respuesta, sino para hacer una pregunta, advierten las voces de la nueva escuela.

-Sí. Si el niño pregunta, si siente curiosidad, va a aprender. En vez de bloquearle, hay que motivarle a preguntar y tratar de responderle. No ayuda un profesor que fomente el control, o una férrea disciplina en el aula, o inspire miedo, que es uno de los principales bloqueadores de la creatividad. Las emociones positivas son necesarias en las aulas, ¡y muy contagiosas! Porque la mejor manera de hacer las cosas es la pasión.

-El lenguaje de las emociones influye en nuestra vida diaria, solo estamos empezando a descubrir su potencial. ¿Cómo influye en un aula o un entorno de trabajo?

-Las emociones pueden bloquear muchos estados mentales, pero también favorecerlos. En las escuelas y en los trabajos, las emociones positivas como la curiosidad, la seguridad, la confianza, la admiración hacia otros y la autoestima potencian el aprendizaje experiencial.

-¿En qué consiste esta forma de aprender?

-Se trata de trasladar a las personas no solo conocimientos, sino que vivan las cosas. Hay que hacer. Hay que apostar por la experiencia, trabajar por que sea enriquecedora, porque en los niños la experiencia aguza mucho la curiosidad.

-¿Qué hacemos para romper la inercia, un entorno cómodo y seguro, aunque veamos que es injusto y no funciona?

-Un ejemplo sencillo: anima a los niños a que miren a través de la ventana de la clase lo que hay fuera. Podemos quejarnos por falta de tiempo o de recursos, pero es tan importante la actitud en las personas...

-A veces lo que más cuesta ver es lo que tenemos delante. ¿Con qué otras herramientas básicas podemos mirar el mundo y aprender en él?

-Nosotros trabajamos con historias, en la línea de César Bona. También se pueden aprender matemáticas en el bosque o incluso en el patio del colegio, contando los cuadrados de la red de una portería de fútbol.

-¿El papel del profesor?

- Ayudar a cada niño a descubrir su talento, su diferencia.

-Todos somos diferentes... aunque quieran igualarnos, ¿no?

-El conocimiento, el acumular títulos, ya no es lo que diferencia a las personas, sino el talento.

-¿Existe creatividad más allá de la robótica, hoy en boga?

-Por supuesto. Los robots hay que hacerlos y esto implica parte de creatividad, pero si les dejamos nos ganarán la partida.