Chenoa: «Me gusta poner toda la carne en el asador»

YES

XOÁN A. SOLER

Es Chenoa y es Laura. Y su pasión, la música. La artista que cumple 14 años del lanzamiento de su primer disco se define como una realista positiva. «Antes de actuar, estoy en lo mío, encerrada en mí para poder explotar y darlo todo», asegura

14 may 2016 . Actualizado a las 09:15 h.

Laura hace tiempo que se fusionó totalmente con Chenoa, y ahora cuando se cumplen 14 años de la edición de su primer álbum, la artista considera que «todo está más equilibrado y perfectamente mezclado». Al principio, Chenoa era una «coraza» para proteger lo más personal y «tener un refugio». Con la artista quedamos en un hotel de Santiago pocas horas antes de subir al escenario.

-¿El nombre real te ayuda a mantener los pies en la tierra?

-Es una manera de estar situado psicológicamente, porque cuando estás todo el día hablando de ti mismo con mucha gente necesitas el punto de calor que te da el hogar. Esto, en cierta forma, te lo da tu nombre. Llego a casa y soy Laura, y está mi madre, mi padre, mi abuela, aunque yo tengo los pies bastante en la tierra. Soy una realista positiva, y lo llevo bastante bien.

-¿La niña Laura quería ser Chenoa?

-Sí. Mis padres trabajaban como músicos, y lo mamé de chica. Mi abuela era cantante, mi madre era cantante y trabaja de cantante, y siempre lo ha sido. No conozco otro oficio. Toda la familia era de artistas, excepto mi abuelo, que era vasco y cocinero.

-Habría sido una opción, «Masterchef» en lugar de «Operación Triunfo»... ¿Qué tal se te da la cocina?

-¡Uf! Ni hablar. Mi abuelo no me dejaba entrar porque siempre pensaba que me iba a quemar, y le cogí un poco de tirria a la cocina. Él era un excelente cocinero.

-¿Alguna vez te arrepentiste de participar en «OT»?

-Nunca, jamás. Soy una fiel defensora de mi edición, de mis compañeros y de mi recuerdo. No reniego jamás, y es que sería absurdo renegar de algo que me ha dado una oportunidad. Sería una falta de respeto al público. La idea de arrepentirme de OT no me gusta.

-¿Sin «OT» no se habría cumplido el sueño de ser artista?

-Llevaba mucho tiempo trabajando en lo que me gusta. Con la música me pagaba el alquiler, vivía en un piso y la comida. Vivir de la música estando en un segundo plano, y sin ser conocida era un sueño cumplido. Es verdad que trabajaba todo el año, no tenía vacaciones, y cargaba los equipos, pero me gustaba, lo hacía feliz. Desde los 16 años hasta los 26, que grabé el disco, para mí era lo normal.

-Con la fama has pasado a estar muy expuesta. ¿Qué te parece el juicio al que se somete a las personas en los medios y en redes sociales?

-Lo hemos provocado. Con los medios actuales tenemos una ventana abierta al mundo, a la crítica, pero hay que ser capaz de diferenciar las críticas constructivas de las destructivas, y con un poco de ojo se reconocen unas de otras. Estoy convencida de que la crítica positiva ayuda, y la otra es mejor no tenerla en cuenta. Antes me enfadaba, ahora lo veo de otra manera.

-¿La experiencia es un grado?

-Las diferentes situaciones por las que vas pasando a lo largo de la vida te ayudan a enfrentar las críticas. [Interrumpimos la entrevista a petición de una foto de sus fans]. ¿Por dónde íbamos?

-Decías que los momentos vividos permiten hacer frente a las críticas.

-Tampoco me he sentido maltratada. Siempre he recibido cariño. No tengo la sensación de que haya sido más lo malo que lo bueno. Cuando vives una mala situación, puedes pensar que no sabrás superarlo, y te sientes fatal. En cambio, creo que los malos momentos son los que aportan las herramientas para lidiar con el día a día. Solo soy humana, y me siento alegre de sentirme humana para lo bueno y para lo malo.

-Dicen por ahí que te planteaste dejar la música.

-Es cierto, y no fue un montaje de márketing. Es una etapa por la que pasan todas las personas que se dedican a un plano artístico. Tampoco soy especial en esto. Fue hace cuatro o cinco años, y solo quería hacer otras cosas. Pero de repente aparecieron unas canciones que me volvieron a enganchar. De todas formas, lo planteé sin traumas y sin más problemas. Tenía curiosidad, pero al final ganó la música, porque es mi pasión y disfruto, aunque con mucha exigencia personal.

-¿Eres muy perfeccionista?

-Es el mal de los que somos autodidactas. Estamos examinándonos continuamente. El que aprende solo, por las circunstancias que sean, termina siendo perfeccionista por necesidad. Quizás sea un defecto y una virtud, las dos cosas al mismo tiempo.

-¿Cuál es el mayor sacrificio que ha hecho Laura por Chenoa?

-Sacrificio es una palabra fuerte. No han sido sacrificios, solo asumir la responsabilidad de las decisiones tomadas. Los seres humanos tienden a buscar fuera responsables del daño sufrido como consecuencia de sus decisiones. Yo no hago eso, cuando tomo un camino, asumo las consecuencias, porque no tengo un carácter manipulable, y mis decisiones son producto de un debate. Me encanta debatir y que rebatan mi opinión con argumentos. Si la idea es buena, tengo olfato para detectarla. Todo lo que haces en la vida es opcional, hasta levantarte feliz o triste, y por eso me gusta poner toda la carne en el asador. Soy realista positiva.

-¿Qué no harías por tu carrera?

-Perjudicar a alguien. Jamás, nunca haría una cosa así. Soy incapaz de hacer daño siendo consciente de ello.

-¿Pones en marcha rituales antes de salir al escenario para vencer miedos?

-No soy miedosa, soy respetuosa. Siempre pienso en el esfuerzo que hace la gente por ir a verme. ¿Manías?, me santiguo, estoy con mi banda, no tengo rituales; pero no me gusta que me hablen antes de salir al escenario. Estoy en lo mío, encerrada en mí para poder explotar, y darlo todo en el escenario. ¿Rituales y manías?, qué va. Todo eso ata y corta las alas. Yo soy un poco hippie. A mí que me digan dónde quieren que cante y me arranco.

-Preparar «#Soyhumana» te ha llevado año y medio. ¿Es mucho, es lo natural?

-Lo que no veo natural es sacar un disco por año. En los 70 y 80 (soy muy fan de los artistas de esa época) gestaban un álbum cada cuatro años. Entonces la vida de un disco era más larga, ahora es muy corta. Antes se sacaban dos o tres sencillos, ahora uno y se acabó. Con este disco tenía claro que no saldría hasta que no estuviera perfilado, y salió cuando tuve fe absoluta.

-¿Lo del «hashtag» de «Soy humana» es un guiño a la frivolidad del mundo de las redes sociales?

-Eres de las mías. Creo que hay un desequilibrio por la novedad de la parte tecnológica. Hay una curiosidad excesiva por la tecnología, pero el achuchón debe seguir por encima del emoticono. Mirar a los ojos, hablar. Si miras alrededor ves a mucha gente hablando por WhatsApp, y sentados en la misma mesa. Yo tengo un truco, ¿te lo cuento?

-Claro...

-Un minuto [unos fans intentan un robado], ¿me pongo con vosotros? [...] Estábamos con el truco, yo propongo poner los móviles en la mesa, y el que lo coja paga. Funciona, está testado. Algún día llegará el equilibrio, porque lo tecnológico es bueno en su medida.

-¿Cuál es tu red preferida?

-Yo estoy en todas, aunque Twitter me cuesta, 140 caracteres no me llega.

-¿Qué te gusta de Galicia?

-Eso es fácil. Me encanta la forma de ser de la gente, me siento identificada. He venido de vacaciones y me siento como en casa, y no es por quedar bien. Es fundamental la gente, porque el sitio puede ser increíble, pero si la gente no es agradable, no estas cómoda. En cuanto a la comida, me encanta la carne. El marisco, por supuesto. Una vez vine, y estuve en un sitio cerca de Sanxenxo. No me acuerdo del nombre, era pequeño y tenía unas casitas, que no eran casitas, mirando al mar.

-¿Hórreos? ¿Sería Combarro?

-Comimos de maravilla, qué lujo. Y los verdes son increíbles. La primavera es un buen momento para venir.