Mamá, Jorge Javier quiere ser artista

Carlota Corredera MI ÁTICO

YES

27 ene 2015 . Actualizado a las 15:10 h.

Hace tan solo unas horas, Jorge Javier invitó a cenar a su núcleo duro casi al completo en El Landó, uno de esos restaurantes con solera de Madrid. Lo regenta el cuñado de Lucio, el de los famosos huevos fritos, y todo el personal viste chaquetilla blanca, como hace cincuenta años. Rodeados de las fotos de famosísimos cantantes, estrellas de cine, políticos y presentadores que pueblan las paredes de El Landó, alzamos nuestras copas para brindar porque ya es oficial: Jorge Javier debuta en septiembre como actor. Tras producir con éxito Miguel de Molina al desnudo, que por cierto, triunfó de lo lindo el pasado fin de semana en A Coruña y Lugo, Vázquez se sube a las tablas con el espectáculo Iba en serio, proyecto del que conozco muchos detalles que no puedo desvelar aún porque están bajo secreto de sumario.

Tal y como él contó públicamente el pasado martes en Sálvame Diario (#yoveosalvame), su primera obra de teatro se estrenará en el Teatro Cervantes de Málaga, el próximo 4 de septiembre. Su necesidad de compartir la noticia con la audiencia un mes antes de la presentación oficial en rueda de prensa obedece a una estrategia, no comercial, sino personal. Lleva varios meses durmiendo mal, está inquieto, preocupado, emocionado. Jorge es de los que piensan que es preferible que la inspiración te pille trabajando por eso se ha preparado muchísimo para dar este paso. Desde hace tiempo recibe clases porque él sabe bien que nadie regala nada. Porque como todos los humanos, tiene miedo de que sus sueños se conviertan en pesadillas. Si das la noticia ante millones de espectadores, con los teatros llamando para cerrar fechas para la gira de Iba en serio más de siete meses antes del estreno, con todo un equipo de confianza en marcha, echarse atrás es más difícil. Porque aunque Jorge Javier ha conseguido triunfar en cada reto, en cada proyecto, en cada capricho que se le ha antojado, aunque parece que siempre consigue salirse con la suya, es mucho más frágil de lo que aparenta delante y detrás de las cámaras.

Algo similar sucede con Kiko Matamoros. Ese gigantón de cabeza rasurada es mucho más vulnerable de lo que le gusta mostrar en público y en privado. Reconozco que estoy bastante tocada por todo lo que le está pasando con su hijo mayor. Diego Matamoros llegó a mi vida a través de Kiko y Makoke y su negocio de chalecos de electroestimulación. Hace algo más de un año, Diego venía a mi casa a entrenar y me pareció un chico encantador, educado y alérgico a los focos y a los platós. Un día me confesó incluso que no le gustaba que le relacionasen con el apellido Matamoros porque le espantaba clientela como entrenador personal. No le hacía ninguna ilusión que la gente supiese que era hijo de Kiko, hijastro de Makoke y sobrino de Mar Flores. Cuando meses después me enteré de que entraba como concursante en Supervivientes me quedé helada. No me encajaba en su perfil acudir a un reality y menos cuando su chica estaba embarazada de muchos meses.

Tras su paso por la isla, frecuentó el plató de Sálvame como colaborador e invitado. En algunas entrevistas muy duras llegó a recriminarle a Kiko que no había sido el mejor de los padres. Que no es poco para un hombre con mala conciencia por separarse de la madre de sus cuatro hijos mayores cuando eran muy pequeños. Pero la venganza definitiva la perpetró Diego hace una semana en el Deluxe. Me descoloca tanto odio. Me desconciertan las versiones tan diferentes de una misma verdad. Me afecta ver a Kiko tan desfondado, tan dolido. Creo que la relación entre Kiko y Diego está herida de muerte. Ojalá me equivoque.