La anfitriona de un mar de cruceristas: «Si nos visitan sin guía, miran sin ver»

VIGO CIUDAD

Tras una vida dedicada a la secretaría, Teresa González se reinventó a los 50 años. Recibe a quienes llegan por mar, 300.000 este año solo en Vigo, tantos como residentes en la ciudad
08 jun 2025 . Actualizado a las 01:21 h.Los cruceristas son los únicos visitantes que, antes de ver Vigo, oyen la ciudad. Las gaviotas y sus graznidos reciben a los turistas que entran por mar, esa autovía atlántica que recorrieron los fenicios, por primera vez, mil años antes de Cristo. Este 2025, se espera que sean 300.000 los pasajeros que pisan tierra a través de la escalinata que separa la ciudad flotante de la real. A pie de puerto, «con simpatía» y un amplio conocimiento del territorio, les espera Teresa González (Vigo, 1967). Es una de las pocas guías turísticas que se dedican a mostrar Vigo a los cruceristas, aunque también ejerce en A Coruña y Oporto. Ella nació en el barrio vigués de Teis.
El crucerista es un visitante distinto, que pisará la ciudad solo unas horas y que toma tierra sin elegir expresamente el destino. El sector calcula que cada crucerista se deja unos 100 euros al día en Vigo, aunque para ello hay que demostrarle que vale la pena subir las cuestas y adentrarse en el territorio escondido tras la franja portuaria. «Muchos echan a andar y nos dicen que no les interesa la visita, pero acaban volviendo cuando se dan cuenta de las pendientes que hay», bromea quien además de ser guía en la ciudad, es también guía acreditada en el Parque Nacional Illas Atlánticas e impulsora de experiencias de astroturismo.
En Vigo, acompaña a los visitantes durante dos horas en un autobús con parada en Samil, Castrelos y O Castro, para explicar el Vigo natural, las Cíes y la bahía, pero también el Castro de Toralla y la huella romana en la ciudad. Triunfa siempre la exuberancia de los jardines del Pazo de Castrelos y la historia bélica del Vigo que venció a los ingleses en O Castro en 1719. «Siempre me dicen que se van sorprendidos por todo lo que descubren, que no se lo esperaban». La mayoría de los visitantes que acompaña son ingleses y americanos.
De Cíes a las estrellas
Las gaviotas que anuncian la llegada de forasteros son su debilidad, como el resto de aves marinas; hasta el punto de que su foto del perfil de wasap es un albatros. Y es que, aunque buena parte del año se dedica a enseñar Vigo a los turistas, lo que más disfruta son las visitas a las islas del Parque Nacional Illas Atlánticas, en especial las Cíes, un paraje que admiraba desde niña y que la sigue atrapando.
«Si no sabes lo que tienes delante no lo aprecias. Hay que explicar que esa mariposa que es única, la Zerynthia Rumina, solo vive en las dunas porque se alimenta de una plantita que solamente crece ahí, entonces, este insecto solo es capaz de vivir aquí, porque esta plantita está en Cíes». Explicar por qué la playa de Rodas tiene esa fina arena que proviene de la duna o contar las especies de reptiles que se esconden entre los matorrales es una de sus facetas favoritas y más productivas. «En una visita sin guía, sin que nadie lo explique, los turistas miran sin ver».
También ha aprendido a observar el cielo, es guía Starlight y promotora de experiencias de astroturismo en Sálvora. En el mes de marzo organizó una travesía nocturna coincidiendo con el eclipse solar. «Tuvimos una noche muy despejada, aunque fresca. Hay que recuperar el cielo oscuro porque lo que somos y una gran parte de nuestra cultura viene de ahí, el calendario, esos patrones que se repiten, cómo se orientaban nuestros antepasados... No necesitamos tanta luz, puedes tener un jardín muy iluminado y que el foco te ciegue y te impida ver si alguien entra en él. No hay que iluminar más, hay que iluminar mejor». Sálvora y Peña Trevinca, en la frontera con Castilla y León, son sus puntos favoritos para ver las estrellas.
La historia de Teresa es la de una mujer que se ha reinventado a los 50 años. Estudió para secretaria en la escuela de O Calvario y se formó en idiomas en Inglaterra en los años 90. Trabajó como administrativa buena parte de su carrera hasta que la empresa de alimentación en la que estaba empleada se reestructuró y despidió a buena parte de la plantilla; ella tenía 49 años. «Era una edad complicada, también tuve que atender a mi madre con demencia y después tuve que reinventarme. En ese momento me pregunté: ¿A mí qué me gusta hacer?»
Defiende que para ser guía hay que tener curiosidad y disfrutar del contacto con la gente. «En el fondo todos somos uno. Hay variedad de costumbres de un barrio a otro de Vigo, pero en el fondo todos somos iguales. Cuanto más estés en contacto con los demás, tendrás una visión más global del mundo. Si quieres conectar, conectas, aunque no hables el mismo idioma». Ella no necesita viajar para estar en contacto con otras culturas. Conecta cada semana con centenares de extranjeros que se llevan de recuerdo las vistas de la ría y el enérgico relato de Teresa, explicando el Vigo que hay y el que ya no está.
Su canción favorita
«Hurt», versión de Puddels Pity Party. «La letra es alucinante, habla del dolor y de herir y saber reconocerlo. El cantate se presentó al programa America’s Got Talent, tiene una voz fantástica. Yo creo que en los tiempos que vivimos, tenemos que pararnos a pensar y no hacemos daño unos a otros. El título es Hurt, lastimar».