La plaza de Argüelles de Vigo mantiene el recuerdo de la revolución de 1868

VIGO CIUDAD

Al mes siguiente de la expulsión de Isabel II, el Concello daba el nombre de las principales calles de Vigo a políticos progresistas
16 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La pequeña plaza de Argüelles, en el Casco Vello Alto de Vigo, se llama así desde el 18 de octubre de 1868. Aquel día, la corporación municipal decidió cambiar el nombre de las principales calles y plazas de la ciudad para conmemorar el triunfo de La Gloriosa, la revolución que en el mes de septiembre de 1868 expulsó a la reina Isabel II y abrió un período que, años después, desembocaría en el primer régimen republicano que vivió España.
Vigo se posicionó rápidamente a favor del pronunciamiento liberal iniciado por los generales Serrano, Prim y el almirante Topete. Dicen las crónicas que los vigueses, por lo menos los progresistas, entraron, la noche del 30 de septiembre de 1868, en la casa consistorial para destrozar el retrato de la reina Borbón y lanzar proclamas antimonárquicas. Y al día siguiente, cuando se sublevó la tripulación de la fragata Vitoria, fondeada en la ría, fue aclamada por la población viguesa.
Vigo se sumaba al pronunciamiento nacional, constituyendo una junta revolucionaria presidida por José Ramón Fernández, y con sus vocalías ocupadas por Juan Tapias, José María González, Juan Ventura Pérez y Víctor Pardo Saavedra. Estas juntas, compuestas por liberales, fueron empleadas por los cerebros de la sublevación para evitar el vacío de poder una vez caído el régimen isabelino. Su primera acción en Vigo fue rechazar la dimisión presentada por el alcalde Francisco Mendoza y González y acordar «la incorporación de los ayuntamientos de Lavadores y Bouzas al de esta ciudad».
Fueron días de gran júbilo en los que ocurrieron cosas extraordinarias, como nombrar maestros «de niños de ambos sexos» con destino en la parroquia de Bouzas a Claudio y Prudencio Díaz, lo que mostraba el interés de ese gobierno por la educación.
Además, el 18 de octubre, la junta revolucionaria acordaba, por unanimidad, cambiar el nombre de las principales calles y plaza de la ciudad. Incluso, se comisionaba a Buenaventura España y Alejandro Lagos para que, acompañados de «los artistas necesarios» se encargasen de cambiar los rótulos por los nuevos nombres.
La plaza de la Constitución pasaba a llamarse plaza de la Libertad; Placer sería Olozaga; la Princesa, plaza de Prim; la plazuela de la Leña se cambiaba por la plaza de Calatrava; la calle Imperial (hoy Joaquín Yáñez) por Mendizábal; Gamboa, por Independencia; la Piedra pasaría a llamarse plaza de la Revolución del 30 de septiembre de 1868; la plaza de la Iglesia se cambiaba por plaza de Riego; Sombrereros, por Espoz y Mina (que era una misma persona); la Yerba cambiaba a Argüelles; Real pasaba a Contreras; Príncipe, a Serrano; Isabel II tomaba el nombre de Topete; Arenal se cambiaba por Sagasta; la traviesa de Isabel II, por Morillo; y el camino de circunvalación (hoy García Barbón y Policarpo Sanz) pasaba a denominarse Duque de la Victoria.
Se añadía en la reunión municipal que los mismos comisionados para cambiar la rotulación de las calles, debían emprender un estudio de la calle o plaza apropiada para otorgársela a Casto Méndez Núñez, el marino vigués. Todos los nuevos nombres se correspondían con destacados miembros del liberalismo, salvo Morillo. El liberador de la plaza viguesa en 1809, vivió posteriormente, momentos de defensa declarada del absolutismo, como cuando entró en Vigo en 1823 al frente de los Cien mil hijos de San Luis.
Además de Morillo, cuya calle no coincide con la actual, Argüelles es el único nombre que pervive. Se trata de Agustín de Argüelles, abogado y político con numerosos cargos, pero que, sobre todo, destacó por haber sido uno de los padres de la Constitución de 1812. Allí defendió la abolición de la esclavitud y de la tortura como confesión judicial.