La profe de hospital: «Aquí hay más lágrimas de alegría que de las otras»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Chus Iglesias enseña cuando estudiar pasa a un segundo plano, el momento en que los alumnos más lo necesitan. «Si la vida de un niño se viene abajo, dar clase es lo más normalizador», dice la coordinadora del aula del Álvaro Cunqueiro

15 feb 2025 . Actualizado a las 10:56 h.

En este cole no hay mochilas ni recreo, tampoco deberes. Los niños aprenden en pijama y pueden entrar y salir cuando les apetece. «Hay algunos que lloran cuando les traen la comida y tienen que irse, o cuando les dan el alta», explica Chus Iglesias, coordinadora del aula hospitalaria del Álvaro Cunqueiro. Junto con otras cinco profesoras, es la encargada de dar clase en el momento en que estudiar es lo menos importante, aunque acabe convirtiéndose en lo más recomendable.

La primera parte de la mañana las clases son más académicas, pero según avanza la jornada puede aparecer un payaso de Galiclown, un concierto en directo gracias a músicos del Conservatorio o hacer experimentos con profesores de la Universidad de Vigo. «Podemos tener un día que hay cinco alumnos o 16, eso nunca lo podemos prever». Tampoco saben de qué edades. El aula hospitalaria está concebida para niños ingresados entre los 3 y los 16 años.

Unos acuden en silla de ruedas, otros con el gotero... Pero van a estudiar y, sobre todo, a ser niños. «Aquí hay más lágrimas de alegría que de las otras», defiende, mientras se emociona hablando del concierto que organizaron el año pasado en el hospital, en el que tocaron varios profesores con niños hospitalizados. «Los sanitarios nos dan información y los docentes también aportamos datos útiles a médicos y terapeutas», explica.

Hace cinco años que Chus Iglesias dejó su plaza en el colegio Monte da Guía para enseñar en el hospital de Vigo. Desde entonces, las lecciones no solo las imparte, también las aprende. «Los niños te enseñan a valorar la salud, pero también la importancia de tener cerca gente que te apoye».

Además de coordinar las aulas del hospital (la de pediatría y la de la unidad de hospitalización psiquiátrica infantil y juvenil), es esta maestra quien va cada día a las habitaciones de pequeños que reciben tratamientos oncológicos y que no están en condiciones de acudir al aula, en la tercera planta del Cunqueiro. A mayores, Iglesias dirige la formación a domicilio para niños enfermos del sur de la provincia. De las siete aulas hospitalarias gallegas, la de Vigo es la única que coordina las clases en casa para los niños de primaria. Los de secundaria reciben formación online cuando están dados de alta, pero todavía no pueden ir al instituto.

En el hospital, la jornada empieza con reuniones con los padres de menores que acaban de ingresar y a los que se les da la opción de ir a clase de forma voluntaria. Cuando el ingreso supera los diez días, esta profesional y sus compañeras se ponen en contacto con el centro educativo del niño para planificar su formación y los exámenes. Iglesias receta muchas videollamadas desde los centros para que los niños no pierdan el contacto con sus amigos durante el ingreso.

Esta es la parte fácil del trabajo, la complicada es coordinar la educación con los tratamientos, las consultas y los altibajos de la enfermedad. «Mi marido me pregunta cada día con cuántos niños vamos a dormir, porque hay muchos de ellos que se te quedan grabados y que llevas en tus pensamientos. En el hospital te ‘pones la capa’ y eso impide que salgan las emociones, pero cuando estás en casa y te llama alguna madre, no tienes esa ‘capa’ puesta y ahí sí que lloras». El duelo no es algo para lo que se forme a los profesores. «Tenemos que ser capaces de pedir ayuda, por los niños y por nosotros».

Hace meses que perdió a dos alumnos, aunque ha habido años en los que no ha tenido que enfrentarse a este momento en un entorno que siempre es complejo. «Con los niños de oncología al principio no puedes empezar con cosas del cole. Hasta que asumen la situación pasan por muchas fases: enfado, miedo... Trabajamos para que lo canalicen con las familias. Cuando lo emocional está encajado, sí se puede empezar con la docencia. Lo académico es también importante porque cuando la vida de un niño se viene abajo, dar clase es lo más normalizador».

En el caso de menores ingresados por problemas de salud mental, estudiar es casi siempre lo más recomendable porque son alumnas (niñas en su mayoría) que suelen tener un gran nivel de autoexigencia. Seguir con las clases no cura la enfermedad pero alivia, por eso esta maestra no es partidaria de que las clases se impartan exclusivamente online: «Lo más importante de la educación es compensar desigualdades. Un niño con una salud precaria está en una situación de desigualdad importante. La educación virtual puede ser un apoyo, pero la presencia del profesor es necesaria».

No solo los niños van al cole del Cunqueiro. En unos días irán también las madres y los padres. El próximo día 25 arrancará una escuela de padres en el hospital, organizada junto con Foanpas, para ayudar a los padres y madres a gestionar las emociones en estos procesos. «Somos un respiro para las familias y para los niños. Para nosotros la palabra alumnos se queda corta».

 SU CANCIÓN FAVORITA

«Un mar de besos», de Bombay. «Hoy es el día del niño oncológico, es un día especial en el hospital, por eso elijo esta canción. Este tema se compuso para el día del niño hospitalizado, que también se celebra el 13 de mayo. Yo soy muy besucona y siempre les mando biquiños, y es una canción muy alegre».