El artista que nos regaló la pandemia

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Julio Barreira, vigués de 57 años que ha vuelto de Madrid tras residir en la capital 35 años, expone por primera vez en un centro de arte que acerca a los ciudadanos el trabajo con personas con parálisis cerebral

05 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En el 2017, Julio Barreira (Vigo, 1967) regresó a su ciudad después de haber pasado 35 años en Madrid. El arte siempre le había interesado pero, como muchos otras personas creativas y con aptitudes para la plástica, nunca se lo había planteado de forma profesional. «Desde pequeñito ya dibujaba, pero las circunstancias de la vida hacen que lo abandones», relata. A su regreso retomó la afición. En el 2019 se matriculó en la Escuela Municipal de Artes y Oficios (EMAO) y esta vez las circunstancias estaban a su favor. Además de sentir que ya no le era tan fácil apartarse de los pinceles y los lápices, la pandemia y el tiempo libre que regaló a mucha gente, le permitió dedicarse de lleno a ellos: «¿Qué iba a hacer? Pues empecé a dibujar con tiza prácticamente todos los días y a ver vídeos y observar cómo lo hacían unos y otros. Luego conocí a mi profesor en la escuela, Federico Fernández, y me dijo: ‘Dibujas bien, pero en cuanto descubras el color no vas a querer hacer otra cosa. Y así fue». «A partir de ahí, del curso 2020-2021, descubrí la acuarela y ya me puse a tope con ella», señala.

Barreira reconoce que es una técnica que le entusiasma, «es como una droga, cuando estoy en ello no me hace falta nada más, ahora vivo por y para pintar y le dedico mucho tiempo», relata delante de las obras que forman parte de su primera exposición en un centro de arte. El artista presenta la muestra titulada Los Caminos del Agua en Navia Espacio de Arte.

Los caminos del agua del enunciado no se refieren a la temática, sino la propia acuarela, «y a dejar que el agua también participe como agua de pigmento que es, para que busque su propio camino y que complete ella o que guíe la obra. Yo dejo que fluya y que discurra por donde ella quiera». Por otra parte, la temática es muy viguesa. «Hay mucho Vigo porque yo venía aquí casi como un extraño tras muchos años fuera y ahora me siento totalmente de aquí, me acogió muy bien la ciudad, me inspiró mucho», reconoce.

La sala vinculada a Apamp (Asociación de Familias de Personas con Parálisis Cerebral) se puso en marcha el año pasado para dinamizar la vida cultural y social de su entorno, y además, dar difusión y visibilidad a obras de diferentes autores y de paso «para que la ciudadanía entre en nuestros centros, nos conozca y se sienta cómoda compartiendo con nosotros un momento de disfrute cultural», indican desde el centro. «He expuesto en varios locales, pero hasta ahora no lo había hecho en un espacio específico y estoy muy contento de que me den esta oportunidad y promocionen el arte de esta manera porque no hay muchas ocasiones, sobre todo en Vigo», opina. El artista ha compensado su agradecimiento colaborando con ellos al impartir un taller para los usuarios que repetirá. «Es un sitio en el que se respira cariño por todos lados. Me sentí muy bien y voy a venir otra vez», anuncia. La exposición, novena de la galería de Apamp, está abierta en el centro de atención integral de Navia (Pedra Seixa, 33) hasta el 28 de febrero, de lunes a viernes de 10.30 a 13.30 y de 16.00 a 18.00.

Sobre su trabajo indica que aunque ha sido autodidacta «porque aprendí viendo lo que hacían otros, creo que tengo mi propio sello, un estilo reconocible. Por poner un ejemplo, a mi me gusta el realismo, lo admiro, pero mi arte no es seguir un estilo, es dar un poquito de mí, de lo que veo en cada cosa que hago», explica.

La faceta académica se desarrolló en Artes y Oficios. Tras cuatro cursos en la especialidad de pintura, terminó el año pasado el proyecto y se puede ver hasta finales de febrero en la sala del centro (García Barbón, 5). «Es un libro de ilustraciones con acuarelas titulado Luz, con una historia muy personal que tenía en mente hace muchos años», cuenta. Julio Barreira es crítico con su propia apuesta. Confiesa que lleva años yendo al Mercado del Arte de O Calvario «y ya no llevo obra original porque la gente no está dispuesta a pagar, he optado por llevar reproducciones».

Un apasionado del baloncesto que fue entrenador

La otra pasión de Julio Barreira es el baloncesto. «Me llegó porque cuando nos fuimos a vivir a Madrid por el trabajo de mi padre, en 1982, la gente del instituto jugaba al baloncesto y yo no conocía a nadie. Yo en Vigo jugaba al fútbol, en el Rápido de Bouzas y otros equipos, pero al cambiar de ciudad y probar otro deporte, me encantó», afirma. A partir de empezó a entrenar y a jugar, y más tarde se hizo entrenador. ha entrenado al equipo del colegio Salesianos y aunque oficialmente ya no está, sigue vinculado a él. «Voy a ver los partidos y estoy en contacto», manifiesta.