Cuando la Navidad de Vigo brillaba poco y tarde

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

En el año 2000, los comerciantes se quejaban de que el Concello les impedía engalanar la ciudad

24 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo un tiempo muy, muy lejano... en los albores del nuevo milenio, en que la ciudad de Vigo no solo tenía una Navidad ajustada a su tiempo habitual, sino que sus propios gestores ponían freno al desparrame lumínico en un ejercicio de contención que hoy parece imposible. En la Navidad del año 2000, la primera del siglo XXI, en La Voz se leían titulares como este: «Los comerciantes critican a la concejala por impedirles iluminar el centro de Vigo». Y lo explicaba: «Los comerciantes de Vigo están en pie de guerra contra la concejalía de Comercio y Turismo. El presidente de la Asociación de Comerciantes de Vigo denuncia que el Concello les impide engalanar el centro de la ciudad y no les informa dónde y cuándo se va a iluminar y decorar. La concejala Dolores Villarino también se negó a dar detalles a este diario y se limitó a señalar que ‘se iluminará en diciembre’».

Antonio Reguera manifestaba al diario que «estamos convencidos de que el desastre del año pasado va a volver a repetirse» y aseguró que «mientras otras ciudades gallegas como A Coruña, Lugo o Ourense ya tienen iluminación navideña, en Vigo no solo no la tenemos, sino que, a punto de entrar en diciembre, desconocemos cuándo y dónde se va a colocar».

Se refería el profesional a la polémica que seguía coleando, sobre una figuras gigantes que representaban a unos angelitos. Llegaron a la Navidad de Vigo en 1999 con una factura de 50 millones de pesetas y se quedaron un año más. El primer año, con cabeza y el segundo, sin ella. En ambos casos, acabaron por los suelos. En la repetición de la jugada, el Concello destinó ya solo 15 millones de pesetas en las figuras plateadas:

El gasto total de la iluminación supuso un montante de 1,7 millones de euros (290 millones de pesetas.

«De ellos, 18 son aportados por el ayuntamiento y el resto por los comerciantes que contribuyen con la cantidad de 35.000 pesetas por cada arco. Este año la colocación fue gestionada por las cuatro asociaciones Centro, Teis, Calvario y As Travesas que se encargaron de alquilar todos los adornos a empresas instaladoras, mientras que el Concello

cubre los gastos de enganche y el suministro de la luz».

Pero debido a la gran demanda de los comerciantes, tuvo que ser necesario conseguir arcos en otros puntos de fuera de

Vigo; «El presupuesto de este año para colocar los 40 arcos en la zona centro, que comprende las calles Príncipe, Velázquez Moreno, Eduardo Iglesias y López Neira ascendió a un millón setecientas mil pesetas, pero también han contribuido con sus aportaciones económicas otros comerciantes de las calles Colón y Policarpo Sanz», comentaba Cándido Rial, presidente de la Asociación de Comerciantes del centro.

La percepción sobre el sonido también era otra: «Es una pena que se haya quitado la música navideña que ambientaba las calles desde la planta 10 del Concello, que tuvieron que suprimir debido a las quejas de distintos vecinos, ya que les molestaban porque no podían dormir», afirmaba otro comerciante.

Lógicamente, todo va cambiando y unas décadas antes, el ambiente navideño en la ciudad no se parecía en nada al actual. La primera vez que los vigueses disfrutaron de alumbrado público en Navidad fue en 1960. «Los comerciantes de la calle Marqués de Valladares impulsaron la iniciativa para darle vida a la zona y aumentar las ganancias de los negocios. En los años posteriores otras rúas fueron copiando la idea. El Ayuntamiento de Vigo no empezó a apoyar económicamente la instalación de luces decorativas hasta 1970. Adornó algunos árboles de la plaza de Compostela, algunas farolas y el simbólico olivo», se puede leer en un reportaje sobre su historia en La Voz.

El Concello no fue nunca tan generoso. En los años 80 y 90 había partidas para contribuir, incluso en la calle comercial por excelencia, la de Príncipe. Y el espectáculo era mucho más modesto. Tampoco la Porta do Sol brillaba por los cuatro costados. Bastante había entonces con poner bombillas, conformando estampas más o menos artísticas, en monumentos emblemáticos como el Sireno, los caballos de la plaza de España o la plaza de América en As Travesas. Cuando la Administración local decidió dar un salto de calidad surgió la polémica de los angelotes. Tan distinto era el cuento, que el Ayuntamiento destacaba entre sus novedades lumínicas, que se encenderían bombillas en vías en las que hoy sería incomprensible carecer de ellas: «Hay muchas más calles iluminadas que el pasado. Entre ellas, Policarpo Sanz, García Barbón, Rosalía Castro, Venezuela, Camelias o Casco Vello», destacaba la concejala Lilian Álvarez en el 2002.

Lo que sí comenzaba entonces era una sutil preocupación por la contaminación lumínica y su reducción mediante la aplicación de las normas aprobadas en el 2001, también trasladando el ahorro en el gasto del consumo eléctrico. De este modo, de los 72.000 euros a los que ascendió la factura en el año 1999, la del 2002 se mantuvo en los 12.000 euros. «Este ahorro energético permite que la iluminación se mantenga encendida durante más tiempo, ya que la media habitual era de 25 días, mientras que este año se prolongará durante 35. En estas Navidades, el Concello destinó un presupuesto de 120.000 euros, distribuidos entre la Federación de Comercio, asociación de comerciantes Zona Centro y la del Casco Vello», destacaba La Voz.