El día que Borrell dejó en herencia una autovía incompleta: «Los gallegos nunca están conformes»

Carlos Punzón
Carlos Punzón VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Las promesas de dar continuidad a la A-52 hasta Vigo, para zanjar la trampa mortal de la A-55, se encadenan desde 1999

21 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera vez que se anunció la construcción de una nueva autovía entre Vigo y O Porriño, en 1999, tuvieron que pasar tres años hasta que lo publicitado se quedó en el insuficiente arreglo de tres de las curvas de la peligrosa A-55. Ahora se establece el año 2030 como el nuevo horizonte para que la A-52 se estire definitivamente desde O Porriño a Vigo, dejando atrás las curvas de Tameiga, los atascos y los graves accidentes que convirtieron el trazado reconvertido de la N-120 en uno de los viales más peligrosos de Europa.

«Ministro, ¿se plantea dar continuidad a la autovía de la Meseta para acabar con el peligroso recorrido que llega hasta Vigo y concluir el proyecto incompleto que concluye en O Porriño?», se le preguntó a Josep Borrell en 1996 en una de las inauguraciones por etapas de la autovía que conecta las Rías Baixas con Benavente. «Los gallegos nunca se quedan conformes con nada», respondió con carácter el político catalán, no comprendiendo cómo podían recibirle para aquellos fastos con pancartas de «autovía si, pero non así», o como en lugar de valorar la inversión realizada con la nueva arteria, se le pedía que arreglase el desastre de curvas y salidas y entradas impropias para dar canalizar el tráfico de una ciudad ya en aquella época.

La herencia de esa autovía incompleta ha sido transmitida de ministro en ministro hasta completar la decena. Ni el amago de llevar al Ministerio, entonces de Fomento, a los tribunales como responsable de los muertos caídos en el sinuoso asfalto, metió prisa para dar a Vigo una autovía directa hacia Madrid. La advertencia judicial que en el 2002 hizo el diputado socialista Guillermo Hernández, fue contestada con la misma ira que la de Josep Borrell por el popular Francisco Álvarez Cascos, que le reprendió con la advertencia de querellarse él por hacerle responsable de las víctimas acumuladas.

Una calavera se convirtió en ese año en símbolo de los vecinos de Mos que empezaron a exigir con contundencia dejar de ser sufridores de una trampa mortal. La implantación de radares y la limitación de la velocidad a 60 kilómetros por hora ha sido hasta ahora el mayor cambio en un trazado que se prometió mudar por un túnel de diez kilómetros, en una versión más reducida posterior por un paso subterráneo de tres kilómetros bajo sus curvas más peligrosas, reformular su trazado para hacerlo más seguro, o hacer gratuita el tramo de la autopista AP-9 paralela para traspasarle la mayor parte del tráfico. Al final, el cronómetro para la nueva apuesta se ha puesto ahora en marcha, una vez más.