La ciudad se convierte en el reino del selfi con el encendido de las luces y el «merchandising» con diademas de renos adelanta las fiestas
17 nov 2024 . Actualizado a las 18:05 h.«¡Cuidado! Anteayer vi la peli de zombis y empezaba con la Navidad en Vigo», bromeaba ayer una viguesa que vio el encendido de once millones de luces led a través de un vídeo casero. Prueba de lo mítico que se ha convertido el alumbrado de la mayor ciudad e Galicia. Vigo entró en el Adviento con un chorro de luz y mucho selfi. La milla de oro de Vigo estaba abarrote de público, muchos con gorros navideños y el móvil apuntando al árbol para captar el momento más esperado del año en la ciudad.
Casi no se podía andar por las calles adyacentes a la Porta do Sol, que estuvo vallada y con aforo restringido antes de que el alcalde de Vigo, Abel Caballero, comenzase la cuenta atrás en tres idiomas con su ya famoso: «Ten, nine, eight, siete, seis...», seguido del tema navideño de John Lennon.
Muchos del público lo corearon y aplaudieron al alumbrarse de color el árbol de Navidad y el bosque lumínico plantado en plena plaza, una novedad de esta edición. Algunas familias, acomodadas desde tres balcones del edificio Simeón, disfrutaron de una vista privilegiada. Incluso hubo anuncios para alquilar balcones.
Cuando todas las luces se encendieron el público, esbozando una sonrisa, grabó de forma casi hinóptica un recuerdo para estas fechas tan entrañables.
Jerséis de renos y el «Grinch»
Muchas familias con carritos de bebé, pandillas de adolescentes, estudiantes y jubiladas, algunas con el tradicional jersey de reno, esperaron más de una hora sentadas en las gradas de la Porta do Sol mientras sonaban éxitos de los noventa como «Aquí no hay playa». En el cielo sobrevolaban dos drones con las luces verdes y rojas encendidas, para captar una panorámica aérea.
No faltaron los grinch de la Navidad, de actualidad en Vigo por la plataforma vecinal antirruidos que quiere dormir tranquila. Además de sábanas blancas colgadas de los balcones, en la plaza un papá noel con una careta verde animaba a las familias a sacarse un selfi con él pero los bebés lloraban. Otra mujer se paseaba desafiante por la calle con una camiseta del grinch. Curiosamente, un mimo apostado en el Marco eligió también el disfraz del verde aguafiestas de la Navidad. Algunas viandantes quisieron posar con él ya que, después de todo, forma parte de la fiesta.
También hubo quienes se quejaron de no poder entrar en la Porta do Sol, que quedó vallada y con las calles cercanas cortadas, como Carral o Príncipe. Quedaron libres unos pasillos de seguridad donde los servicios de emergencias y varios policías evacuaron a un desmayado. «Pagamos el párking por el rollo de estar cerca y no nos dejáis entrar, ¿por qué no se puede pasar si hay sitio libre?», se quejaba una visitante desde el otro lado de la valla a un miembro de Protección Civil de Ponteareas. En varias calles, el Concello de Vigo colocó pantallas gigantes para que nadie se perdiese la magia del evento.
El aluvión de gente también generó oportunidad de negocio con el merchandising. En el centro, los manteros hicieron su agosto vendiendo diademas de luz con astas de reno a cinco euros la unidad, aunque ofrecían regatear. También vendían globos transparentes con figuritas y gorros de personajes de la serie animada Pokemon que los niños reconocían.
«Cari, está todo petado, es una locura», decía un peatón que intentaba hacerse hueco entre la muchedumbre que bajaba en riada por la calle Velázquez Moreno hacia el mercadillo navideño de la Alameda o a la noria. Allí, muchos sacaban fotos a la iluminación colgante y la fuente de colores. Una madre resumía la jornada así: «Mi hija quiso ver el encendido, todo estaba cerrado, fue horrible, no vuelvo».
No faltaron las colas de padres con niños para sacarse el tradicional selfi delante del Papá Noel y su trineo. También hubo gente esperando pacientemente a ser atendida en el mítico establecimiento de gofres de la calle del Príncipe, lo que le dio mayor ambiente navideño al entorno. Las cafeterías estaban llenas.
Como anécdota, hubo un inesperado apagón. El primer tramo de la calle del Príncipe, desde el Marco hasta la antigua Cortefiel (ahora Primor) quedó a oscuras a las diez de la noche y los técnicos de Ximénez llegaron con un camión a reparar la avería en el alumbrado navideño.
«Viajamos dos horas en coche, ver las luces es ya una tradición»
La familia portuguesa compuesta por Rui Marques, su esposa y tres hijos (las niñas luciendo camisetas navideñas de renos) se hallaban a escasos metros del árbol navideño una hora antes del encendido. Viajaron desde Vila Nova de Gaia, cerca de Oporto, para ver un año más «as luces do Natal». «Viajamos dos horas en coche, ver las luces ya es una tradición, vinimos más años», relata el padre de familia. Llegaron para comer, vieron la decoración, tenían previsto cenar y marcharse por la noche. No quedan a dormir en Vigo. Les gustó la nueva decoración aunque «la casa de chocolate» ya la habían visto otros años.
Al igual que esta familia, desde el mediodía estaban llegando muchos padres portugueses con sus hijos en coches particulares. Algunos despistados los aparcaban en plena calle Colón, donde estaba prohibido el acceso. En el entorno de la noria, también se oían a muchos forasteros procedentes del país vecino, incluso abuelos con los nietos.
Rui Marques vaticina que en diciembre vendrán decenas de autocares desde Portugal. «Va a venir mucha gente», dice.
Se espera que la visita fuerte de visitantes de Portugal sea en el puente del 6 al 8 de diciembre, que en el país vecino es una fecha festiva muy destacada. El año pasado, Vigo se colapsó con decenas de buses de forasteros.