
Esther Costas, la tintorera de la tienda Mely-Ter, se despide por jubilación y con ella se va una época dorada del comercio vigués en una calle marcada por la eterna parálisis de la Panificadora
19 oct 2024 . Actualizado a las 02:01 h.Llevaba casi 40 años al pie del cañón en su tintorería de la viguesa calle de la Falperra, y aunque el resto lo intuía, a ella le hizo falta anunciar que se iba, para comprobar in extremis que la querían más de lo que nunca había imaginado. Las lágrimas que caen por las mejillas de Esther Costas Mera tienen sabor agridulce. Desde que hizo público con un puñado de carteles pegados en el escaparate de Mely-Ter que a finales de octubre cerraba por jubilación, no ha parado de recibir abrazos y besos de despedida, felicitaciones y quejas cariñosas porque al irse, deja huérfanos de tintorera de confianza a cientos de clientes.
El reconocimiento llegó a tiempo, pero Esther sufre con esta montaña rusa de emociones que está siendo el último mes de su trayectoria laboral. El largo adiós le encoge el corazón, pero reconoce que le ha venido muy bien. «¡Estoy tan sorprendida! ¡Nunca pensé que me iba a pasar esto!», exclama refiriéndose a la avalancha de afecto que se ha encontrado.
La despedida de Esther se alarga mucho más en el tiempo. Es la despedida de una calle entera. A los primeros que vio partir poco a poco fue a sus compañeros, los comerciantes de una vía que hace 30 años estaba llena de vida y de pequeñas tiendas: «La caja de ahorros de Vigo, la mercería, la tienda de Gabino Campos, la librería Galdós, el servicio técnico de televisores Costas, el Decogar de Polo y Palma, la droguería Buenos Aires de Pilar, la herboristería, Serigrafía Gallega, el bar Áncora...», recuerda dejándose alguno en el tintero, como el último despacho de pan de la Panificadora, que estaba en ese lado, en los impares que fueron tapiándose uno a uno desde mediados de los 80 con la promesa de que la manzana de la gran fábrica de panes, se convertiría pronto en algo más que la ruina que desde entonces fue. Del lado de los pares, donde está su tintorería, también se fueron marchando otros con el declive de la zona: el Orly, de Raúl y Clarita, el bar de Armando, la pescadería de Lucita, el bar Cheers, la tienda de decoración Emilfer...
Hoy solo queda la mueblería Balche (aunque en realidad su acceso es por Pi y Margall), la tienda de discos Honky Tonk y el local cultural Río Lagares, poniendo banda sonora melancólica a una calle, Falperra, que increíblemente está a menos de 300 metros del Concello de Vigo y a cuatro pasos de las magníficas vistas a la ría desde el balcón del Paseo de Alfonso XII, también hecho unos zorros hace años.
La historia de Mely-Ter empezó cuando dos amigas, Mely y Esther, se asociaron para montar su propio negocio. «Estábamos trabajando en una tintorería y ella me propuso montar una entre las dos», cuenta. «Me puse a buscar locales y di con este, que no tenía ni suelo ni puertas ni nada, era tierra y unas tablas, empezamos de cero y nos fue muy bien, pero los primeros años, debido a la inversión, había poca ganancia y se quedó ella al frente porque yo necesitaba que entrase dinero en casa, no solo que saliese», ríe. Al cabo de un par de años su socia lo traspasó, el nuevo responsable hundió el negocio en poco tiempo, Mely la llamó desesperada para que volviese. «Me arriesgué, tuve que volver a invertir en maquinaria porque la que había estaba destrozada de no saber usarla y me costó mucho levantarlo», recuerda.
Afortunadamente, en su sector no le ha faltado trabajo y según asegura, hay mucha más demanda ahora que antes. Desde el 2013 de forma intermitente y desde el 2016 como fija está su empleada Raquel Ruiz, que no sigue en el negocio porque requiere de una inversión grande para renovarlo todo de nuevo. La madrileña de Getafe que llegó a Vigo por amor, aprendió a su lado las mil tareas que requiere una tarea muy sufrida «Yo prefiero decirle a un cliente que no le garantizo que una mancha va a salir a engañarle. Eso sí, haré siempre todo lo que se pueda», afirma Esther.
Estos días, Raquel se ocupa, sobre todo, de avisarla para que salga al mostrador porque quieren dar un abrazo. «No sabía cuanto la quieren y ahora ya lo sabe», dice mientras su jefa, a la que adora «porque es mi familia aquí», se emociona: «Es de alegría, hice mi trabajo lo mejor que pude y mis clientes no quieren que me marche», justifica. Pero les deja recomendaciones de tres amigas y excompañeras del gremio de las tintorerías: Aurora en Aixiña (Bolivia, 20), Isabel en Andalucía (San Roque, 109), y Merchi y Nerea en G. Barbón (Serafín Avendaño, 12).
A Esther, viguesa de Poboadores aunque residente en Arcade, le espera su marido, albañil jubilado y buen cocinero, y el tiempo libre que no tuvo para disfrutar de sus dos hijos, pero si de sus nietos de 9 y 12 años.
Desde 1983
Dónde está
Falperra, 14. Vigo