Obligada a cuidar a un hijo en Vigo y a otro en Santiago: «Fue una locura»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

El padre de un menor no quiso que su ex rehiciese su vida lejos y no le dejó llevárselo

01 oct 2024 . Actualizado a las 02:06 h.

Dejar a un hijo en el colegio a las siete y media de la mañana en Vigo y correr para que su hermana no llegue muy tarde a clase en Santiago antes de que ella entre a trabajar. Darle el desayuno al pequeño en el domicilio familiar de la ciudad olívica y prepararle la comida a su hija a la salida del colegio a 80 kilómetros de distancia. Otras veces no quedaba más remedio que comer un bocadillo en el tren. Había que apurar para llegar a las citas de las terapias del niño y a las actividades extraescolares varias tardes a la semana en la otra punta de la ciudad.

Por lo que ha pasado una madre de Vigo con un 60 % de discapacidad, ha sido un sinvivir desde el curso pasado, a caballo siempre entre Vigo y Santiago, por culpa de una sentencia que aclarase su vida y que nunca terminaba de llegar. Finalmente, esta semana una jueza de primera instancia ha firmado el fallo, permitiendo llevarse a su hijo pequeño a vivir con ella y la hermana a Santiago. El juicio se celebró en abril y durante todos estos meses acudía desesperada a los juzgados para preguntar por la sentencia porque llegó a una situación límite. «No piensan en las familias, ni en el daño que le hacen a los menores. No puede ser que temas que son urgentes, sigan en la misma línea que otros que no lo son y lo mío fue un caso urgente», dice.

La vida de esta mujer se complicó cuando el padre se negó a que trasladase a su hijo a Santiago a vivir con ella y la hermana, que es fruto de otra relación. Ella había rehecho allí su vida. Firmó un contrato de trabajo indefinido, conoció a otra pareja y alquiló un piso. Matriculó a los dos menores en centros educativos de Santiago. Parecía haber llegado a un acuerdo con su ex, pero en el último momento este se negó a que se lo llevara.

El pequeño fue un día al colegio en Santiago, pero al día siguiente ya tenía que regresar al aula en Vigo. Afirma que su exmarido le presentó una denuncia por secuestro. Tuvo un detective privado a sus espaldas. «Me sentí acosada», asegura.

En una vista de medidas provisionales celebrada en septiembre del año pasado, tuvo que aceptar que el niño no se fuera del domicilio de Vigo como condición para que no le quitaran la custodia. Desde entonces, «la situación fue una locura», reconoce. Tenían que dormir en Vigo y hacer parte de su vida en Santiago, donde ella trabaja y estudia su hija. «No me dieron opción. La jueza ni siquiera me vio la cara. Ordenar que mi hijo se quede en Vigo estando su hermana en Santiago no se lo hacen ni a prostitutas ni a drogadictas», se queja. Así paso todo el curso pasado, viviendo en las dos ciudades y desgastándose física y psicológicamente. «Esta situación ha sido una ruina económica y también mi salud empeoró», afirma.

Tras la vuelta de las vacaciones de verano, la sentencia seguía sin emitirse y la situación se hizo más difícil porque en el nuevo curso su hija ya no podía llegar tarde a clase, por lo que tenía que dormir en Santiago y estar sola muchas veces, lejos de su madre y de su hermano.

Todos los informes apuntaban a que lo indicado es que ella se pudiera llevar a su hijo a Santiago y poder así normalizar su vida. Pero han sido meses de sufrimiento y espera por una resolución que ya se preveía que iba a ser favorable. La madre imploraba por una sentencia para poder normalizar su vida, tanto en Vigo como en Santiago. El padre se oponía al traslado del menor porque este le había manifestado su deseo de seguir residiendo en Vigo y no dejar su colegio de siempre y sus amigos. La jueza entiende que es una reacción «lógica» pero también tiene en cuenta que expresó que prefiere vivir con su madre y su hermana.

La jueza termina por dar la razón a la madre tras un año a caballo entre ambas ciudades

La magistrada ha accedido en la sentencia a mantener el actual régimen de guardia y custodia materna del hijo menor, autorizando su traslado a Santiago junto con su madre y su hermana. El fallo pone fin a las idas y venidas diarias entre ambas ciudades que la madre ha sufrido con su hija durante el último año para seguir estando al lado su hijo.

La magistrada tiene en cuenta que la madre cuenta con un contrato laboral indefinido en Santiago, donde reside su actual pareja y ha alquilado un piso. Ante la oposición del padre de que su hijo se traslade a esta ciudad, durante el curso pasado el pequeño continuó en su colegio de Vigo y, tanto la madre como la hija, han tenido que desplazarse diariamente a Santiago, donde pernoctaban dos días a la semana, coincidiendo con las tardes en las que el pequeño ha estado con su padre, aunque después dormía con su abuelo materno. A primera hora de la mañana ya dejaba al niño en el colegio para acto seguido viajar a Santiago a dejar a la niña, en tren o en coche. «Pensé que me mataba por conducir muchas horas», recuerda la madre.

Solución compleja

Para la jueza, la resolución de la controversia «es ciertamente compleja». Finalmente, ha aceptado el criterio de las especialistas, la psicóloga y la trabajadora social del Imelga. «El cambio de residencia a Santiago no sería perjudicial siempre y cuando mantenga el vínculo con el progenitor y el entorno paterno, incluso contemplando la posibilidad de ampliar las visitas durante los puentes y vacaciones estivales». Por el contrario, un cambio de custodia sería negativo.