«Entre los alemanes que vivían en Vigo hubo nazis convencidos, pero otros solo lo aparentaban»

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

El investigador Antonio Giráldez, del Instituto de Estudios Vigueses, presenta un libro sobre la colonia germana en la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial»

18 sep 2024 . Actualizado a las 00:39 h.

El salón de actos del Marco acogerá hoy, a partir de las 19.30 horas, el acto de presentación del libro Vigo y su colonia alemana durante la Segunda Guerra Mundial, edición ampliada, de Antonio Giráldez, historiador y miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses, entidad que publica este título.

—¿Por qué surgió la necesidad de ampliar la edición original?

—Conocí a personas que no tuve la oportunidad de tratar cuando salió el libro. Me ha permitido acceder a nuevos conocimientos, a través de investigaciones y documentos. Con todo ello he podido construir un panorama más complejo y coser hilos que entonces quedaron sueltos. Por ejemplo, sabía que hubo, cerca del puerto, una emisora de radio desde la que los alemanes podían realizar comunicaciones. Y, en este tiempo, he sabido que en el edificio del actual Palacio de la Oliva vivía un miembro de la comunidad alemana que tenía un emisor portátil.

—¿Cómo se conformó aquella colonia alemana en Vigo?

—Aunque en 1896 se monta el Cable Alemán, no será hasta comienzos del siglo XX cuando empiece a llegar personal alemán. Y en 1916, cuando Portugal entra en guerra contra Alemania, en la Primera Guerra Mundial, muchos empresarios y profesionales alemanes que vivían en Oporto se trasladaron a Vigo. Pero creo que el principal factor aparece en los años veinte, cuando Alemania vive una tremenda crisis económica. La línea marítima entre Hamburgo y Vigo fue utilizada por muchos profesionales, en algunos casos muy especializados, para establecerse en la ciudad. Se conforma así la colonia alemana, que seguirá ampliándose hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

—¿Fue el Colegio Alemán una consecuencia de esa colonia?

—El hecho de que se inaugure en 1926 ya nos indica que hay una demanda por parte de esta colonia de una educación alemana. Durante la guerra civil hay 200 hombres de esa colonia inscritos en el consulado alemán. A partir de los años 50 la historia será distinta. La corriente migratoria es inversa, por eso en 1976 cierra el Colegio Alemán. Ya en esa época, no llegaban al 10 % los alumnos que eran alemanes.

—¿Había nazis convencidos en Vigo?

—Sí. Entre esos contactos nuevos que hice, está la bisnieta del empresario Ernest Kebschull, que tenía un comercio de tintes en la calle del Pino. Ella me confirmó que era un nazi convencido y me contó una historia dramática. Este hombre se opuso a que su hijo mantuviera una relación con una viguesa, alejada de los cánones arios. Llegó a darle, junto a otros de sus hijos, una paliza y después lo anotó como voluntario del ejercito alemán en el frente oriental. Hubo muchos nazis convencidos, pero también gente que lo aparentaba debido a las circunstancias.

—¿Destaca a alguno?

—Sí, el empresario Karl August Vorkauf. Fue el número dos del partido nazi en Vigo. Pero fíjate cómo de revueltos eran aquellos tiempos. Peter Paul Rosenthal, que tenía un abuelo judío, y la viguesa Carmen Parada se conocieron trabajando para ese empresario y se casaron. En 1937, Carmen fue detenida por izquierdista. Vorkauf intervino para liberarla. Pero, el consulado alemán le presionó por tener en su empresa a un medio judío. Él lo alejó del peligro, haciéndolo representante de la empresa en Valencia. Cuando acabó la guerra y los aliados incluyeron a Vorkauf entre los alemanes que debían comparecer ante los tribunales, Carmen Parada envió cartas a la embajada de Estados Unidos en Madrid, avalando que no era un nazi.

—¿Queda algo de aquella colonia?

—Una historia de familias mixtas porque aquellas personas se fueron casando aquí. Eso hace que la historia empresarial de aquella colonia sea también la historia de Vigo. Te pongo un ejemplo simbólico. La estatua del obrero de la plaza de la Industria fue realizada por Guillermo Stembruggen, sobrino de Francisco Stembruggen, uno de los primeros hombres de la colonia alemana de Vigo. Llegó con el Cable Alemán, estuvo en el Africa Korps en la Segunda Guerra Mundial y, cuando volvió, abrió un negocio de aparatos de radio junto a la concatedral. Era conocido como Paco Radios. Fue un excelente nadador y uno de quienes descubrieron las bondades de las playas de las Cíes. A él y a otros de sus compatriotas se debe el nombre de la Playa de los Alemanes.

—¿Aborda la huida de nazis a través del puerto?

—Queda para una siguiente edición, pero sí hablo de la salida de judíos. A partir de 1937, Hitler le retiró a los judíos la nacionalidad alemana, quedando estos como apátridas. En Vigo se detecta, en barcos que salen del puerto, la presencia de pasajeros apátridas. Yo lo tengo documentado a partir de 1943, con la condición de apátridas o con la nacionalidad sueca, porque este país neutral prestó la nacionalidad de conveniencia a judíos de la Europa nazi. A partir de 1943, Alemania empieza claramente a perder la guerra y el régimen de Franco ya no obedece consignas de la Gestapo, así que hay una ruta de salida.

—¿Le gusta personificar la historia?

—Sí. Las historias, cuando tienen nombres y apellidos, se entienden mejor. Además de tener documentos, hay que tener también historia oral y la colaboración de las personas que son familia de testigos de una época o de los propios testigos de la época. Para que no sea ficción literaria tienes que ir casando los documentos con las historias personales.