Compra una casa a un fondo buitre en Vigo y descubre que vive una usufructuaria

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

La moradora de la vivienda pide 50.000 euros al nuevo dueño para irse

30 ago 2024 . Actualizado a las 02:19 h.

62.000 euros es un precio muy tentador para adquirir una vivienda de tres habitaciones y un patio en el centro de Vigo. Un particular no quiso desaprovechar semejante ganga y se lanzó a comprarla hace dos meses. El fondo buitre que se lo vendió le había advertido de que en la misma vivía una okupa. También anuncios en portales inmobiliarios dan cuenta de esta particularidad.

La sorpresa del comprador fue cuando acudió a la vivienda, próxima a la calle Florida y descubrió que la moradora no era una okupa, sino la hija de una usufructuaria, que se la había cedido. Ella era la propietaria porque, como hija única, la recibió en herencia al morir su padre, con la condición de que fuera la madre la que la disfrutara hasta el fin de sus días. El banco le embargó en 2013 la nuda propiedad porque, al divorciarse de su marido, se dejó de pagar la hipoteca de otra casa que había comprado fuera de Vigo. Sin embargo, el derecho de uso y disfrute de la usufructuaria continúa vigente. Según la ley, el usufructuario tiene derecho a seguir viviendo en la propiedad aunque cambie de titulares.

Al parecer, esto no lo sabía el comprador, que, en principio, tendría que hacerse responsable de las cargas que conlleva la tenencia de una vivienda, pero sin poder entrar a vivir en ella, al menos hasta que fallezca la persona que tiene ese derecho.

«Tengo un usufructo y por eso no me pueden echar. El fondo buitre se lo ha vendido a un particular. Yo al chico le ofrecí ayudarle e ir a por todas porque no me parece normal lo que han hecho. Además, le dijeron que yo tenía orden de desahucio, cuando no es así», comenta I.N., que llegó a denunciar el acoso del activo bancario para que se fuera.

Señala que el comprador adquirió la casa sin interesarse por su situación. Se trata de una mujer que además se encuentra en riesgo de exclusión social. Reside en la vivienda con dos hijos estudiantes, no puede trabajar por una enfermedad y cobra 700 euros del Ingreso Mínimo Vital.

«Vinieron muchas parejas jovencitas a preguntar y yo les expliqué la situación para evitarles un marrón. Menuda inversión sería comprar esto si mi madre aún puede vivir 20 años», dice. Debido a su situación de vulnerabilidad, aunque fallezca su madre, argumenta que podría seguir viviendo unos años en la vivienda.

Al parecer, el comprador esta dispuesto a iniciar un procedimiento de desahucio. Según explica su abogado, «no hay documento alguno que demuestre el usufructo. Es un derecho real y tiene que estar inscrito en el Registro de la Propiedad».

«No voy a entregar las llaves hasta que un juez lo diga. Lo más razonable es que nos sentemos y negociemos», afirma la moradora de la vivienda. La usufructuaria dice que solo renunciaría a la casa tras alcanzar un acuerdo económico. «Si me dan 50.000 euros me llega para comprar una parcela y una vivienda móvil en el rural, y entonces nos vamos de aquí», comenta. Argumenta que, contando con otros 50.000 euros que le podría costar la reforma al propietario, al final le acabaría costando una cantidad similar a otras viviendas del entorno que se han vendido recientemente.

«Una casa aquí cerca se ha vendido por 180.000 euros y no tenía ni cocina», dice. La vivienda se encuentra en mal estado. Al carecer de recursos y sin ser la propietaria no ha hecho arreglos. «Si me pasara algo, al dueño se le puede caer el pelo, me dice la asistenta social», afirma. I.N. reconoce que no está tranquila por esta situación. «Mis padres emigraron a Suiza para poder conseguir esto», dice.