
Trabajadores de GEA en Vigo bajan del depósito de agua de la empresa al confirmarse el envío de 800 millones para las nóminas
16 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Los 1.060 trabajadores de GEA permanecen en huelga indefinida y a la espera de percibir más de 500 millones por salarios impagados. Los trabajadores continuarán a partir de hoy con nuevas movilizaciones. Dentro de las protestas previstas no se descarta un encierro de los afectados en el Ayuntamiento de Vigo», publicaba La Voz el 19 de julio de 1994, en plena crisis del grupo de empresas Álvarez, que llegó a tener casi 6.000 empleados y ser el primer grupo cerámico de España, pero arrastraba una situación cada vez peor por acumulación de deudas y mala gestión sumada a la competencia de otras firmas en un sector del que fue líder.
La compañía viguesa, tras ser intervenida por el INI, fue vendida y refundada en 1993 como Vidrios Automáticos del Noroeste, S.A. (Vanosa), que solicitó al Banco Exterior de España un crédito de 2,7 millones de euros poniendo como garantía los terrenos de Cabral, que pasaron a propiedad del banco cuando el crédito no se pagó. El entramado financiero y sus derivaciones judiciales se arrastraron hasta hace dos años.
Pero hace ahora tres decenios, el conflicto laboral estaba en plena incandescencia. Entre las muchas protestas que se sucedieron a lo largo de esta empresa cuyas ruinas siguen recordando a los vecinos de Cabral la caída de un imperio, el encierro que llevaron a cabo en el edificio del Concello de Vigo fue de los más sonados: «Unos 250 trabajadores han pasado la segunda noche en el edificio del concello, y alrededor de las nueve de está mañana serán relevados por otro grupo. El encierro continuará hasta que se reciba el crédito de 800 millones concedido por el INI», recogía La Voz el 21 de julio. Continuó una semana más y remató por la fuerza, con un desalojo violento que dio mucho que hablar. «A petición del alcalde, la Policía Nacional desalojó a última hora de la noche a los trabajadores que estaban encerrados en el Ayuntamiento desde hacía dos semanas. La crónica posterior se hace eco de la reacción de los trabajadores: «En el desalojo aprovecharon que éramos mayoría de mujeres, pero cuando la carga ya había bastantes más hombres», contaba una que como muchos otros, resaltaba «la saña» empleada por la policía municipal: «Algunos de los policías locales, que continuaban golpeando a los que caían al suelo, eran apartados por policías nacionales que les decían ¿estás loco?, pero ¿qué estás haciendo?».
El comité intercentros denunció que la policía se había empleado a fondo en el desalojo mientras los trabajadores estaban «tranquilamente reunidos, y responsabilizó al Gobernador Civil de la dura actuación de las fuerzas de seguridad . Los manifestantes anunciaron que a partir de hoy aumentarán la presión y tratarán de impedir el acceso de los funcionarios al concello», recogían las crónicas.
Tras el desalojo, pasaron la noche en las inmediaciones del concello, en la Praza do Rei, y se concentraron alrededor de las siete de la mañana en la puerta de entrada de los funcionarios del ayuntamiento. La Policía Local volvió a cargar y hubo varios heridos en ambos bandos. «Fue impresionante, no se paraban ni con la gente en el suelo», decían. «Es cierto que nos defendimos, es una reacción natural en tal situación», argumentaban al ser acusados de que también los obreros habían dejado malheridos a varios agentes.
El entonces alcalde, Carlos González Príncipe, se mostró orgulloso del comportamiento «correctísimo» de la policía., Y afirmó que «no se gana nada con que no funcionen los servicios municipales».
La situación se complicó todavía más porque un día después, tres operarios iniciaban una huelga de hambre encaramándose a 40 metros de altura en los depósitos de agua que la factoría Álvarez tenía en Cabral, como ya habían hecho mes y medio antes. Por entonces protestaban por la incapacidad de los propietarios para dirigir la empresa y por el retraso en el pago de salarios. Después, para presionar al INI para que confirmase la concesión de un crédito de 800 millones a la empresa.
Allí estuvieron una semana entera Alfonso Alonso, Ramiro Núñez y Manuel Da Veiga, que se bajaron el 2 de agosto, al conocerse el envío de 800 millones de pesetas por parte del Ministerio de Industria, para abonar nóminas y adquirir materias primas para reanudar la producción.
«Los huelguistas fueron ayudados a descender de los depósitos por efectivos del cuerpo de bomberos de Vigo. Con esta inyección económica, Industria y el INI-Teneo dan por concluida su vinculación con GEA», que había sido vendida a Estudesa.
El documento ministerial comprometía que se presentaría un nuevo plan de viabilidad y recalcaba que el futuro del grupo cerámico vigués dependería a partir de entonces de «la capacidad de sus accionistas, gestores y trabajadores para producir y vender en condiciones competitivas». Las informaciones del momento recogen también el papel del regidor, González Príncipe, que intervino de manera decisiva en el apoyo gubernamental a GEA: el ministro Eguiagaray ha cumplido sus compromisos, ahora le toca a la Xunta poner su parte en Álvarez».
En el 2001 el grupo presentó suspensión de pagos. Los empleados intentaron evitar el cierre de la empresa constituyendo una sociedad anónima laboral que fracasó y en marzo de 2002, los últimos trabajadores de Álvarez tuvieron que apagar el horno de la factoría de Cabral tras su quiebra definitiva.