Los primeros 111 años del pintor Luis Torras

Carlos López
Carlos López INVENTARIO

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

19 ene 2024 . Actualizado a las 15:28 h.

El pasado 14 de enero se apagaron en Vigo las luces de Navidad, pero la ciudad no se quedó a oscuras porque ese mismo día se encendió en lo alto la estrella de Luis Torras. Bien pasado el siglo de vida, no se apoyaba en un bastón, sino en el pincel. Al clarear el alba se levantaba y se vestía de punta en blanco para su cita con la pintura, aunque su mano se despertaba antes que él, loca por coger la paleta. Entonces se situaba ante el caballete, quizá hecho de una rama del olivo del Paseo de Alfonso XII, símbolo de la ciudad que tanto amó, y llenaba los lienzos de marinas que olían a mar, de panes que olían a pan caliente, de naturalezas muertas a las que hacía resucitar. Y así día tras día, año tras año, década tras década, incansable en el arte de pintar, incansable en el arte de vivir.

Requerido para luchar en la Guerra Civil, una bala le atravesó la cabeza, y habría siempre de atravesarle el recuerdo. De resultas le sobrevino la sordera, como sordo era Goya, quien también sufrió los desastres de la guerra. Don Francisco grabó Los Caprichos, y don Luis tuvo el capricho de vivir más de una centuria. La maja de Torras era Vigo, una maja vestida de azules del mar. Y su mujer María Jesús se convirtió en la musa que lo inspiraría, la musa que con su soplo lo llevó lejos en la creación, como un barquito a vela en las olas de Samil.

Luego de terminar sus estudios en la Real Academia de San Fernando, ejercería como profesor de dibujo; primero en Madrid, y en Vigo desde 1954. Dejó en sus alumnos honda huella por su figura de hombre bueno y generoso. Y es que la bondad y la generosidad son dos de las bellas artes. Prestaba sus ojos a los estudiantes, para que aprendieran a ver. A ver en un oficio que, en sus palabras, uno nunca termina de aprender. Perfeccionista impenitente, rompía algún cuadro con el que no estaba completamente satisfecho, y consagraba todo su tiempo a la continua experimentación. Luis Torras era el pintor más viejo del mundo. Luis Torras era el pintor más joven del mundo.