Un paciente defiende al fisioterapeuta acusado de abusos: «No, no me tocó ni yo me dejaría»

E. V. Pita VIGO

VIGO CIUDAD

M.Moralejo

El fiscal recalca que el acusado «solo malinterpretaba sus tratamientos con las chicas jóvenes, no con las señoras mayores o los hombres»

16 ene 2024 . Actualizado a las 12:53 h.

Este martes se ha celebrado la segunda y última jornada del juicio al fisioterapeuta y osteópata de Vigo acusado de ocho episodios de abusos sexuales a cuatro pacientes, el más grave con penetración. La vista transcurrió en la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo y, al finalizar, la Fiscalía rebajó los episodios más graves hacia una víctima de dos casos a uno pero no redujo su petición de cárcel de 11 años por ese delito continuado. Un abogado de la acusación particular sí aceptó reducir a 10 años su petición. El fiscal recalcó que «solo el acusado malinterpretaba sus tratamientos con las chicas jóvenes, no con las señoras mayores o los hombres». «Es una cuestión de credibilidad. O las pacientes mienten, o él miente», afirma el fiscal,

En total, el acusado O.P.P. afronta 11 años de prisión por un abuso continuado con penetración a una paciente y otros dos años de cárcel en conjunto por los abusos leves a otras tres denunciantes.

La defensa calificó de «insostenible» la acusación y pidió la absolución  de su cliente porque las denuncias son la «crónica de una invención anunciada». Remarcó que «la verdad tiene las patas muy cortas cuando es una mentira». Por ello, acusó a la principal denunciante de «mentir» al describir dos abusos con penetración cuando estaba boca abajo y otro día decir que había sido boca arriba, «incoherencias» que, según la defensa, delata que ella, la cual tenía problemas psicológicos previos, se ha inventado una mentira y no se acuerda de los detalles.

El abogado del acusado insistió en que las clientas eran inexpertas respecto a cómo hace los masajes un osteópata, pues este actúa en todo el cuerpo, y ellas confundieron sus intenciones, ya que es «imposible» que no haya roces en las zonas íntimas. Insistió en que el acusado había sido «conservador» en su tratamiento porque mandaba a las mujeres permanecer en sujetador pese a que varios manuales aconsejan quitárselo.

 Una de las claves para absolverlo, dice su abogado, es que cuando supuestamente tocaba a las víctimas ellas no notaron en él ninguna erección, lo que echaría abajo la tesis de que actuó con un ánimo lúbrico y apuntala la idea de que estaba realizando un tratamiento profesional. «Le quieren meter dos años de cárcel por una caricia en el costado tras un tratamiento ¿nos estamos volviendo locos? Y tampoco se puede solicitar dos años de prisión por solicitar amistad y quedar para tomar el té con una paciente. Es todo una cuestión de interpretación», preguntó el letrado.

Una de las batallas entre la Fiscalía y el abogado defensor se centró en los límites y el consentimiento de las actuaciones médicas. El fiscal comparó al fisiólogo acusado con un urólogo que, en la playa, se pone a explorar el cuerpo de un bañista o el de cirujano de veraneo que le abre el abdomen con un bisturí porque ambos casos serían un delito al realizarse fuera de las dependencias médicas y sin permiso del paciente. El abogado defensor rechazó tal analogía porque el acusado sí se hallaba en una clínica y haciendo tratamientos sanitarios, por lo que era mínima la posibilidad de confusión. 

Testigos de la defensa

Un paciente mayor del fisioterapeuta acusado de abusos defendió su profesionalidad: «Es un profesional como la copa de un pino, yo tenía dolores de cervicales y me puso a andar, a un señor de 90 años que no podía andar, lo curó». El fiscal le preguntó si le había bajado los calzoncillos o tocado en sus genitales: «No, no me tocó ni yo me dejaría porque aún me funciona bien a pesar de mi edad», dijo en tono socarrón al tribunal.

Una colega de oficio y alumna de quiromasaje del acusado, con un problema lumbar, admitió que, en las consultas, el osteópata la rozaba cerca de zonas íntimas pero sin tocar las áreas sensibles. Sin embargo, negó que ella, en su propia clínica, tocase ahí a sus pacientes.  

Otro cliente joven fue tratado por un dolor de la cadera desde hace diez años y experimentó con él una «notable mejoría» . Añade que le trata por todo el cuerpo, aunque le duela otra zona, y que le tocó en un área íntima pero no lo interpretó como una insinuación ni le dio más importancia. Negó que el acusado le bajase los calzoncillos pero asegura que sí le dio masajes en los glúteos. 

Otro paciente joven, con dolor de hombros y lumbar, indicó que le fue bien y que el tratamiento fue en ropa interior. Le explicó sobre puntos relacionados del cuerpo y analizó sus desequilibrios. Admitió roces en los genitales pero «no noté intencionalidad».

En la vista también se reprodujeron los audios de WhatsApp de una joven paciente que llamó asustada a una amiga tras salir de la clínica. «No voy a volver con él, no me gusta, estoy de los nervios. Me metió el dedos dos veces, me dejó muy bien la espalda pero yo a este fisio no vuelvo. Estoy de los nervios, no paraba de meterme la mano. Yo a este chico, no», se oyó en los audios. 

Forenses

En la vista declararon las forenses judiciales que exploraron a la paciente que denunció los hechos y necesitó un tratamiento psicológico. Las forenses creen que la paciente tenía un bloqueo emocional y psicológico que le impedía mantener relaciones íntimas y que el episodio con el fisioterapeuta había reagudizado una situación anterior

El fiscal y las acusaciones particulares modificaron detalles de su escrito de acusación al final de la vista. Eliminaron la continuidad delictiva de abuso sexual con penetración en el caso más grave pero solo los abogados de las víctimas rebajaron su petición de pena a diez años de cárcel. El fiscal mantuvo los once años de prisión porque siguió viendo la continuidad delictiva. 

La aseguradora, que tendría que abonar las compensaciones solidariamente, solicitó su absolución porque la póliza del Colegio de Fisioterapeutas de Galicia excluye las indemnizaciones por delitos penales de este tipo de sus socios.

El fiscal ve probados los hechos contra cuatro víctimas y otras dos testigos que no denunciaron  pero que admitieron «tocamientos indebidos». El Ministerio Público replica a los argumentos de la defensa que quizás «el acusado solo malinterpretaba sus relaciones con las clientas que eran chicas jóvenes y a las señoras mayores las hacía estar en pantalones y a los hombres no les bajaba los calzoncillos». El fiscal recuerda que entre las denunciantes solo había una paciente que tuviese lesiones en la pelvis y que es el único caso justificado por tratamiento médico. «Es una cuestión de credibilidad. O las pacientes mienten, o él miente», afirma el fiscal, que recuerda que no hay motivos para una denuncia falsa.

El acusador público cree que, aunque algunos casos tienen legitimidad sanatoria, ello requiere una autorización previa y en las circunstancias legalmente previstas para la paciente. Y recalca que el fisioterapeuta no pidió la autorización, según los testigos, e incluso si hubiera usado tras técnicas podría haber evitado algunos casos. No duda que sea un profesional y que, por eso, las víctimas vuelven a la clínica porque no se creen los abusos hasta que se hacen evidentes.

El abogado de la principal víctima indicó que el acusado «técnicamente era muy bueno pero sus conductas profesionales dejaban que desear mediante formas sutiles de propasarse y que se produjeron de forma evidente y descarnada». Recalcó que dicha víctima, que estaba en situación de vulnerabilidad al depositar su confianza en el sanitario, fue la primera que destapó los abusos.

El mismo letrado añadió que el acusado debía haber traído al juicio a un perito para explicar sus técnicas y tener valor probatorio. «Su informe solo prueba que él afectó a zonas erógenas», dijo el abogado acusador. «Era una chica joven y atractiva y se demoró más para realizar sus tácticas delictivas en el cuerpo de la joven», indicó el mismo letrado.