
Vigo, Cangas y Tui acogen diversas obras públicas del artista nacido en Ponteareas
04 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Silverio Rivas nació en 1942 en Ponteareas, un año antes de que Eduardo Chillida se sentase en el banquillo visitante del estadio de Balaídos durante una visita de la Real Sociedad correspondiente a la liga 1943/44. Casi treinta años después, ambos escultores coincidieron en el interior del castillo de O Castro, durante el desarrollo de una exposición incluida dentro de la programación de las fiestas de Vigo.
Los inicios de Rivas se sitúan en el ámbito artesanal, en el taller de ebanistería de su padre, aunque fue su paso por la Escola de Artes e Oficios de Vigo y las lecciones de Xoán Piñeiro o Camilo Nogueira lo que encauzó su trayectoria artística que, con el paso del tiempo, se ha vuelto brillante y de repercusión internacional. Aún tuvo otros dos escalones formativos en Madrid y en Francia, que le permitieron aproximarse a la obra de grandes de la escultura internacional.
A lo largo del tiempo, la visión artística del escultor ponteareano recorrió el mismo camino que el arte, pasar del naturalismo a la abstracción, siempre con el riesgo como referencia artística y con la curiosidad como norma vital. En el área de Vigo hay obra pública de Silverio Rivas en varios municipios.
En abril de 1983, el artista acudía al colegio Eduardo Pondal de Cangas para asistir a la inauguración de una escultura dedica al bardo de Bergantiños. Sobre un muro de hormigón se sitúa un bronce del artista titulado Os pinos, en alusión al poema de Pondal. Se decía entonces en La Voz de Galicia que era una donación del arquitecto José Luis Pereiro Alonso y del aparejador Adolfo Abraín de Castro, facultativos que dirigieron la construcción del colegio sobre un proyecto redactado por el primero.

La primera intervención pública en Vigo de Silverio Rivas llegó con la remodelación de la plaza de América. Durante el gobierno de Manuel Soto se emprendió un ambicioso proyecto para dotar a la ciudad de referentes artísticos de nivel. Rivas asumió el conjunto escultórico de la remodelación de la plaza de América. Fue a lo grande. Tan grande como catorce metros de altura y cerca de 500 toneladas de granito rosa de O Porriño. El escultor gallego concibió una gran puerta en plena plaza y dos elementos complementarios situados al final de la Gran Vía y en el comienzo de la avenida de Castelao. Fue, según el autor, un canto a América, que enfrentaba lo imperecedero, representado por un manantial en la base de la gran puerta, y la solidez del granito. Quedó nombrado el conjunto como Porta do Atlántico. Fue inaugurado el 3 de mayo de 1991, al mismo tiempo que se abría el paso subterráneo de la plaza de América.

En junio de 1995 era inaugurada la rehabilitación del edificio que acogió la anterior casa consistorial de Vigo y actualmente la Casa Galega da Cultura. Este trabajo fue realizado por el arquitecto Antonio Alonso, quien actuó especialmente sobre los dos últimos edificios. Una de las aportaciones de esta rehabilitación fue la recuperación de una vidriera plomada, que pertenecía a la concepción inicial del edificio, pero que el tiempo dejó olvidada en un almacén municipal. Presidiendo la antigua vidriera, el escultor Silverio Rivas dejó su marca artística, en una obra geométrica compuesta por una serie de láminas de metacrilato.
En junio de 1999, la alameda de Tui conocía otra obra de Rivas. Se trata de un monumento dedicado a recordar a los represaliados de la guerra civil, promovido por la Comisión Pola Verdade do 36. Es una escultura realizará en granito rojo procedente de Zamora, que tiene una altura de casi cuatro metros y un peso de cerca de 25.000 kilogramos. Es un muro del que se ha vaciado una figura humana que está situada a un lado y que, según la explicación que dio el escultor el día de su presentación, «representa a soedade do home desterrado da súa propia terra». El muro sería «o elemento tráxico» en el que se sesgaron numerosas vidas.
Con la construcción de la nueva ciudad universitaria en el campus de Lagoas-Marcosende, el rectorado encargó sendas piezas escultóricas a Leiro y a Rivas, que ejecutaron de forma separada. Silverio compuso una pieza denominada Horizonte para o sol, que recibe a los visitantes en la rotonda de acceso por la carretera que pasa delante del Mercantil. En este caso, empleó el acero inoxidable para crear un hermoso volumen esférico.
La última aportación pública de Silverio Rivas a la ciudad de Vigo llegó con la celebración del bicentenario de la obtención del título de ciudad. El gobierno municipal ideó una rotonda frente a la casa consistorial, que fue humanizada por el escultor ponteareano con un enorme olivo de acero en el que se recogen los nombres de todas las parroquias viguesas. Olivieira do novo milenio fue el título dado. Construida con dos toneladas y media de acero, representa la figura de un olivo de siete metros de altura con una pieza central a modo de tronco, de la que parten las ramas, también del mismo material, sobre las que aparece reflejado el nombre de todas y cada una de las parroquias que integran el término municipal de Vigo. «Es una obra muy elaborada y muy bien acabada, puse todo el esmero para que fuera perfecta, no se escatimó esfuerzo ni se renunció a nada; estoy satisfecho con el resultado y, al final, creo que la gente lo aprecia», señaló el artista a La Voz de Galicia tras la inauguración de esta pieza.
Es posible, sin salir de Vigo, ver obras de Rivas en la Colección Afundación, y en los fondos del Museo Municipal Quiñones de León. Los vigueses tuvieron una oportunidad única en el 2020 para acceder a varias piezas del escultor durante la exposición titulada Mente/Materia, que estuvo en la planta baja de la Casa das Artes. Además, hay otras localidades, en el resto de Galicia, donde se pueden apreciar obras de Silverio Rivas.