
Patricia aguantó el dolor para disfrutar de Pablo López en el recinto de Castrelos
11 ago 2023 . Actualizado a las 01:29 h.A una vecina de Vigo no la dejaron entrar al concierto de Pablo López el 24 de julio porque llevaba unas muletas. A Patricia le habían operado hacía un mes para colocarle una prótesis de rodilla y, muy a su pesar, tuvo que dejarlas en la taquilla para acceder al recinto de Castrelos. Mientras disfrutaba de la actuación de un artista que le encanta, sufría al mismo tiempo el dolor en una pierna por no poderse apoyar cómodamente.
Patricia afirma que se sintió indignada por la falta de empatía recibida de los vigilantes que se encargan del control de accesos a los conciertos al aire libre de Castrelos. En realidad ella no tenía previsto ir al concierto. Se conformaba con escuchar algunas canciones desde la calle. «Me senté cerquita de la puerta de la entrada norte. Enseguida me iba a marchar para casa», afirma. Pero hubo algo que le hizo cambiar de planes. Una persona se le acercó y le ofreció una invitación. El chico tenía dos entradas, pero la persona que le iba a acompañar no pudo asistir. Ella pensó que se la quería vender, pero se la estaba regalando. Así que la aceptó y se dirigió a la entrada para poder meterse entre el público y disfrutar del concierto. Aquí se encontró con una barrera infranqueable. Una vigilante no le dejó entrar y dijo que tenía que llamar a su jefe para que decidiera si podía hacerlo. Mientras tanto, las personas que se encontraban en el lugar no entendían cómo a una mujer convaleciente no le permitían acceder con las muletas. La propia persona que le había regalado la entrada pidió que la dejaran pasar. Al cabo de unos minutos, llegó el coordinador, que le confirmó que no podía acceder al recinto del concierto con unas muletas.
El responsable le dijo que solo podía acceder con una entrada para personas con diversidad funcional, cosa que ella no aceptaba para no quitarle el sitio a ninguna persona con minusvalía. Entonces preguntó si podía pasar sin las muletas. Los vigilantes no pudieron oponerse a que entrase al recinto en las mismas condiciones que el resto de los usuarios.
Indignada
Con un sentimiento muy grande de incomprensión, Patricia se vio obligada a dejar sus muletas. «No me lo podía creer», comentaba ayer. Para colmo de males, uno de los auxiliares le llamó la atención cuando se apoyó en el paredón del foso. A pesar del dolor, no quería dejar de disfrutar de las canciones de Pablo López. Se sacrificó por escuchar a su artista. «Fue un sufrimiento horrible. Notaba que la rodilla me iba a reventar», recuerda. Fue una cuestión de mala suerte, la de no dar con alguien en el control de acceso que fuera un poco flexible. Cuando fue el concierto de David Bisbal, acudió a la cita con sus muletas y le dejaron entrar. «Mientras estaba ahí intentando disfrutar del espectáculo, muerta de dolor, tuve que ir a las cantinas para que me dieran hielo para poder aguantar. Alucinaron y me dijeron que pusiera una reclamación», recuerda. Le dolió ver cómo del concierto salían unas personas con bastones y les hizo una foto. «Un agravio comparativo», dice.
Patricia no tiene una discapacidad. Una vez que se recupere volverá a caminar sin ningún soporte de ayuda. Pero con sus muletas se puso en el papel de las personas que sí las sufren y que tienen que enfrentarse a algún tipo de discriminación de vez en cuando. Un caso cercano es el de su hermana, con síndrome Down. «Cuando vamos a los sitios la miran de arriba a abajo», se queja.