
El músico malagueño enamoró a la audiencia con sus canciones cargadas de emoción
25 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.El parque de Castrelos es de los pocos lugares de Vigo donde podría sobrevivir un colibrí. El ave diminuta sin voz cantora es, curiosamente, uno de los símbolos que acompañan a Pablo López en los últimos años de su carrera. El pájaro se le apareció en un sueño y desde entonces va con él. Anoche sobrevoló el recinto vigués. Su espíritu se posó en cada árbol y al batir las alas a velocidad de vértigo, los miles de espectadores allí reunidos vieron venir una avalancha de canciones en las que hay melodía, sentimiento e historias que contar. López es una rareza en el panorama actual. Un músico que toca instrumentos, canta a la vez y no usa autotune es casi una herejía. No es un colibrí, ¡es un mirlo blanco!
Desde El abrazo más grande de todos los tiempos siguiendo con La niña de la linterna, El camino, El patio, Quasi, Vi, Te espero aquí, Mamá no, Mariposa, Hijos del verbo amar, El mundo, El mejor momento, El gato... así hasta cerca de 20 temas con los que López inundó el recinto con una sobredosis de emociones desatadas.
El músico malagueño, arropado por una banda de mayoría femenina uniformada de blanco, enamoró a la audiencia. A Pablo López le falta un poco de glamour y unos cuantos éxitos internacionales para ser nuestro Elton John. Mientras tanto, se puede afirmar que ejecuta sus conciertos con una gran solvencia. Es un artista que sabe mover al público, cómodo al piano, a la guitarra, con la voz, con sus composiciones y con la gente. Un artista que invita a la participación y a compartir, que al fin y al cabo, es lo que tiene que ser una sesión de música en directo, donde casi nunca suena tan bien como en el disco, donde es el público el que se oye por encima de las canciones y donde se disfruta de un momento en comunión haciendo los coros. En su caso, el repertorio da espacio tanto para los momentos intimistas (las baterías de móvil agotadas de tanta linterna ondeante y también el gas de los mecheros; López es un artista aún con un toque analógico) como para los temas más rítmicos. Para muchas de las persona asistentes: «La mejor noche de mi vida». Bajo la sombra del delicado colibrí, Vigo disfrutó de otra noche de verano. Tibia en grados, cálida en emociones a flor de piel.