Vigo fue la primera ciudad española en la que los concejales eligieron alcalde

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

En 1929 hubo unas elecciones corporativas, no por sufragio universal, para nombrar el regidor. Salió elegido Pérez Viondi

21 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En mayo de 1929, cuando la dictadura de Primo de Rivera vivía sus últimos momentos, el gobernador civil de Pontevedra, José Batuecas, permitía a las entidades de Vigo proponer un concejal y un suplente para conformar una corporación que elegiría el nuevo alcalde de la ciudad. El hecho fue tan insólito en España que fue recogido por diversos periódicos estatales.

Treinta y dos asociaciones de origen tan variado como la Cámara de Comercio, el Casino de Vigo y las Agrupaciones Agrarias, presentaron sus respectivos representantes. En el caso de algunas entidades pequeñas, el gobernador decidió agruparlas entre sí para que seleccionaran a un candidato común. El Ateneo, La Liga de Defensores de Vigo, La Casa del Pueblo y La Olivia desoyeron la oferta gubernamental. Treinta y dos personas fueron propuestas para el cargo de concejal, entre quienes se encontraban nombres importantes en el Vigo de aquella época, como Antonio Maestú, Alfredo Pérez Viondi, Valentín Paz Andrade y Manuel San Román. Otras treinta personas quedaron en situación de suplencia. No fue elegida ninguna mujer.

El domingo 5 de mayo, la casa consistorial acogía la sesión de constitución de la nueva corporación, presidida por José Batuecas. El gobernador se congratuló del éxito de las elecciones corporativas, «modelo a seguir por el Gobierno en otras poblaciones, adaptándolo en cada sitio a las distintas circunstancias y modalidades ». Reconoció el poncio que Vigo tenía capacidad para nombrar por sí mismo las personas que habían de regir sus destinos, y lamentó que alguna asociación se abstuviese por «recelos no justificados». Tras una votación secreta, el teniente coronel sanitario Alfredo Pérez Viondi, director del hospital militar, era elegido alcalde, con treinta votos a favor y dos en blanco. El nuevo regidor municipal agradeció al gobernador que se hubiese designado Vigo para verificar el ensayo de elección corporativa, y explicó que su programa tendría como objetivo principal la mejora de la higiene pública. Antes de cerrar la sesión fueron elegidos los componentes de las distintas comisiones, así como los diferentes tenientes de alcalde. Tras ello, la corporación se trasladó al Casino, ubicado en la parte baja del Teatro García Barbón, donde participaron en una comida. Y no se dieron mucha tregua porque a las ocho menos cuarto de la tarde, todos los corporativos estaban nuevamente en la casa consistorial de la plaza de la Constitución para participar en el primer pleno ordinario.

La primera decisión de gobierno del nuevo alcalde fue condonar las multas pendiente de cobro que ascendían, según recoge El Pueblo Gallego del día 8 de mayo, a doce mil pesetas. Según explicaba el periódico de Portela Valladares, el ayuntamiento cometía numerosas irregularidades relacionadas con las multas. En primer lugar, era la guardia municipal quien establecía las cuantías sin atenerse a otras directrices. Las personas que no pagaban la cantidad exigida pasaban al conocido como «cuarto de la cal», un calabozo insalubre situado en la planta baja del Palacio de Justicia, en «el extremo de una de las alas, donde jamás llega el sol». Si alguien pagaba la multa, no recibía un justificante en el que se apreciase la cantidad pagada, dando pie a la corrupción de los guardias. Esta higienización moral formaba parte del plan de gobierno de Alfredo Pérez Viondi, que a los pocos días también trasladó «el cuarto de la cal» a un lugar más adecuado y dotado de una separación absoluta para los detenidos de ambos sexos.

El nuevo alcalde, en la primera entrevista que le realiza la prensa, afirmó que su obra principal sería convertir el monte de O Castro en un lugar panorámico, al tiempo que explicaba que el urbanismo debería supeditarse a la realización de la Exposición Internacional de la Pesca, algo que él no vio.