La dificultad de encontrar una morera en la ciudad

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

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El catálogo de árboles singulares de Vigo destaca la presencia de seis ejemplares en el ayuntamiento

30 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces el interés por la botánica entra en nuestras vidas de forma abrupta e inesperada. Nada hacía presagiar a muchos esforzados padres y madres que su vida daría un cambio radical y saldrían presa de la desesperación a recorrer parques y jardines en busca de un árbol aquel día que sus hasta entonces amados hijos e hijas aparecieron en casa con una cajita. En el cole, algún hasta entonces apreciado profe, había tenido la brillante idea de repartir entre el alumnado unos huevecitos de gusanos de seda. Esa cajita era una puerta al abismo y empezaba la lucha por la supervivencia, la de los gusanitos y la de la armonía del hogar.

Los gusanitos en cuestión tienen un paladar fino y selectivo: solo se tragan hojas de morera (Morus alba) y las devoran a un ritmo difícil de imaginar que crece exponencialmente. Encontrar un árbol de morera se convierte en objetivo prioritario y así, cual escena de The walking dead, docenas de padres y madres empiezan su deambular en busca de la ansiada morera. Nuestro protagonista es un árbol de gran porte, que puede superar los 15 metros de altura y —importante para los buscadores de alimento para el gusano— hoja caduca que desarrolla una gran copa que lo hizo muy apreciado en la jardinería europea como árbol ornamental y muy común como árbol de sombra. Es un árbol, por la cuenta que le tiene, que resiste bien las podas severas y se adapta a todo tipo de suelos aunque prefiere los húmedos y ricos en nutrientes.

Pero nuestro primo, como los gusanitos, en realidad es originario del este de Asia, donde en sus zonas templadas hace siglos que se cultiva en grandes extensiones para suministrar alimento a los verdaderos protagonistas de la industria de la seda. Es allí, en su hábitat natural, donde deberían estar, aunque hace años en Murcia y Granada existió una importante producción de seda, por eso es la zona peninsular donde todavía abundan más las moreras. Sus frutos similares a las moras (de ahí su nombre) de color blanco son comestibles, de sabor agridulce y con alto contenido en vitamina C y tradicionalmente se elaboraban mermeladas con ellos. De las hojas de morera se extrae un complemento alimenticio alto en proteínas y bajo en azúcares. De las hojas de morera se dice que son eficaces para aliviar las quemaduras.

El catálogo de árboles singulares de la ciudad destaca seis ejemplares que, si nos permiten no indicar exactamente su ubicación para evitar la defoliación primaveral para alimentar a los gusanitos, están repartidos por el centro y sobre todo el oeste urbano en un sentido geográficamente amplio y con una edad media que se va acercando en los de gran porte (y por lo tanto los más amenazados por la motosierra) al siglo de vida aunque con suerte puede que se extiendan de forma espontánea (sin llegar a ser especie invasora) gracias a la dispersión de sus semillas por las aves. Una de sus hermanas, la Morera de Japón, cuenta con media docena de ejemplares muy jovencitos por la zona de Coia, y su otra hermana, la Morera negra, contaba con un único ejemplar en Vigo, en la calle Levante. Estaba parcialmente tumbada y sufrió una poda sin piedad que provocó su muerte a principio de siglo, lamentablemente justo poco después de haber sido catalogada en el inventario de árboles singulares de Vigo.

Si nos permiten un consejo para docentes: existen muchos ejemplos autóctonos para que niños y niñas puedan contemplar en vivo la metamorfosis de las mariposas y hacerlo en la naturaleza, donde deben estar, no es necesario recurrir a meter especies exóticas en casa.