Diego Gómez, azote de la cita previa: «Al poder le viene muy bien que el ciudadano no conozca sus derechos»

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

El abogado que ha emprendido una batalla en favor de la atención presencial, entiende la imposición de la reserva de turno como un tic autoritario de la Administración

13 mar 2023 . Actualizado a las 23:34 h.

Diego Gómez Fernández (Vigo, 1972) está convencido de que el ego impulsa todas las batallas, por muy justas, solidarias o beneficiosas para la sociedad que estas sean. Pero sin iniciativas personales el mundo no avanza. A él se le activó en su conciencia la necesidad de hacer ver a la ciudadanía que tiene derechos, que estos están por encima de cualquier político o administración, de que los logros sociales son un tesoro que obligatoriamente hay que preservar, en primer lugar, cumpliendo con las obligaciones, y las instituciones, las que más. Por eso ha emprendido una guerra desde su blog (Es de Justicia) contra la cita previa obligatoria que ha dado la vuelta a España. «La cita previa obligatoria es ilegal», ha acuñado.

«Cuando un vigilante no te deja entrar en un edificio público para hacer una gestión, está vulnerando la dignidad humana, incumpliendo la Constitución por la que tanta gente ha dado la vida, y no es una frase hecha», advierte aludiendo a la norma básica del país como el compendio de las luchas por los derechos que insiste que hay que conocer. Él lo enseña en sus clases de Derecho en la Universidad en Vigo y Pontevedra de manera práctica, y en las redes sociales, con multitud de entradas. «Para diferenciar lo que es importante de lo que no lo es hay que tener muy claros los conceptos», advierte echando mano de la jurisprudencia cinematográfica acuñada por Manquiña en Airbag.

«Mucha gente no tiene claro que ante determinados derechos no hay que pedir permiso», defiende Gómez. «Me quemó el confinamiento, me subía por las paredes, porque yo no dudo de que hubiera que tomarse medidas, pero hay que tomarlas por el libro», dice dejando emerger el gen militante de derechos heredado de una madre muy activa en la salvaguarda del movimiento vecinal y un padre que dedicó su jubilación a ayudar a personas con discapacidades.

Para Diego Gómez lo básico en derecho y en la vida es saber motivar las decisiones. Tira de bibliografía, jurisprudencia y la historia para dar raíces a sus reflexiones. En ellas no deja de acudir con asiduidad a su mujer, a la que dibuja como el tutor que permite a las plantas crecer derechas. «Ella tiene los conceptos muy claros, como el de la libertad», justifica sus alusiones. «Es básico saber de qué hablamos, porque al poder le viene muy bien que el ciudadano no sepa, no conozca sus derechos, porque un poder puede ser democrático por elección, pero a la vez autoritario en su gestión».

En ese autoritarismo encuadra la imposición de la cita previa, «un despotismo que no puede ser». Frente a esa obligatoriedad ha creado una carta tipo para que cualquiera que se encuentre con que no le atienden presencialmente, reclame. Esa iniciativa y sus reflexiones le han sido reconocidas con un galardón en los premios de los Blogs Jurídicos de Oro del 2022. «Yo no vengo a salvar a nadie, eso no me va nada. Doy la herramienta y si quieres reclamar, ahí tienes una fórmula», dice para analizar su papel en el frente abierto contra la cita previa. «Yo soy una pieza más. Cada uno tiene su parte», clama sin dejar de clasificarse como un «pro sistema, pero la Administración la pagamos todos y no puede hacer lo que quiera». Mandela es uno de sus referentes, pensando en que lo idóneo es integrar, ampliar el círculo, poner a la comunidad en cabeza.

 Reconoce que desde fuera, su campo, el del derecho administrativo, es como una losa —«un coñazo» acota—, «pero es el que controla al poder público. Es el que le dice al poder que no puede imponer la cita previa, y la Administración está en todas partes». Por eso afea que todavía exista quien enseñe Derecho siguiendo «el método de la orgía romana: memorizo hasta que reviente, vomito en un examen y vuelvo a comer-estudiar de nuevo. De eso no te queda nada, es una pedagogía horrorosa». Él se abona al caso práctico y en ellos exige a sus alumnos que razonen.

Gómez arrancó en el campo del derecho urbanístico en 1996 de la mano de arquitectos que fueron decanos de la delegación del colegio en Vigo como César Jiménez o Antonio Davila. Le gusta profundizar en los procesos judiciales, desmontarlos, entender los razonamientos aportados. El urbanismo sigue dándole la mayor parte de los pleitos. «Siempre llevo a quien le quieren tirar la casa. Me siento más cómodo defendiendo a la gente. Es algo romántico, pero cada uno se motiva como puede», afirma el abogado. Logró que no se derribase la urbanización viguesa de las Colina de Castrelos, o las 118 viviendas de colores de Lodeiro en Viveiro. Estima que el «ti vai facendo», con el que políticos y técnicos municipales solventaban las demoras en la concesión de licencias, ha pasado a mejor vida con la creación de la Axencia de Protección da Legalidade Urbanística y la información sobre la propiedad que en Galicia mantiene que va por delante.

Álbum familiar

EN DETALLE

-Primer trabajo

-Uno de verano, montando una casa prefabricada en Cangas. Como abogado, con un estudio de arquitectos.

-Causa a la que se entregaría

-A la defensa del estado de Derecho. Al control de los abusos del poder público. ¡Hay tanto por hacer ahí! El papel de los ciudadanos recurriendo pule los defectos del sistema.