El huerto contra la droga de Cabral que siguen pagando los vecinos de Lavadores

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Una obra sin licencia hecha con dinero prestado del banco que no se pudo legalizar perdiendo una subvención lastra la economía de la entidad vecinal

22 feb 2023 . Actualizado a las 03:21 h.

Un proyecto ruinoso emprendido hace más de una década sigue lastrando la economía de la Asociación de Vecinos de Lavadores. La anterior directiva que presidió Eduardo Fernández se embarcó en un proyecto fuera de la parroquia para conseguir una subvención de la Axencia Galega de Desenvolvemento Rural. Comenzaron las obras sin licencia con 60.000 euros que pidieron prestados al banco, con la esperanza de devolverlos una vez que cobraran la ayuda pública que había sido comprometida. El problema fue que su proyecto no se ajustaba al planeamiento urbanístico. Ni la Xunta ni el Concello, les otorgaron la licencia y, consecuentemente, tampoco pudieron cobrar la subvención. Ante la deuda que habían generado en el banco, la mejor forma que tuvieron de salir del paso fue hipotecar la sede vecinal, la histórica casa de la avenida de Ramón Nieto, para que fueran los socios, mediante sus cuotas anuales, los que fueran pagando los platos rotos.

Aquel proyecto ruinoso consistía en la creación de un invernadero donde aplicar métodos de agricultura tradicional. La comunidad de montes de Cabral les cedió el terreno en Cotogrande para desarrollar esta iniciativa, que contaba con un presupuesto de ejecución de 105.000 euros. Era un acuerdo firmado en 2009 sobre todo ventajoso para los comuneros, puesto que la cesión se establecía por un tiempo de solamente cinco años, transcurridos los cuales toda la inversión realizada pasaría a ser de su propiedad. El proyecto fue un fracaso porque, una vez realizadas las obras y sin haber conseguido cobrar la subvención, quedó abandonado. Los ladrones acabaron robando la maquinaria en la que se había invertido el dinero del banco. Por ejemplo, en 2010 presentaron una denuncia denunciando la sustracción de una máquina de soldar, un motocultor y una fresadora, todo ello valorado en más de 7.000 euros.

En 2012, dos años antes de que caducara el acuerdo de cesión del terreno, la asociación de vecinos de Lavadores otorgó el uso del espacio a la asociación de lucha contra la droga Alborada, que logró recuperar el espacio y legalizarlo. Los comuneros de Cabral les permitieron continuar con su actividad una vez que pasaron los cinco años pactados con los vecinos de Lavadores. El actual presidente vecinal de Lavadores, Antonio Rodríguez, afirma que ese proyecto fue «o orixe da ruína económica que seguimos a pagar hoxe en día. Polo menos houbo unha cuestión positiva, a colaboración con Alborada». La hipoteca inicial acabó siendo de 128.000 euros tras sucesivas ampliaciones. Todos los meses, la Asociación de Vecinos de Lavadores paga religiosamente a Abanca 650 euros. No será hasta el año 2035 cuando acaben de saldar por completo la deuda dejada por sus antecesores, con el riesgo de perder el local vecinal, si no son capaces de afrontar los pagos. De ahí la campaña que han emprendido actualmente para captar nuevos socios para fortalecer su economía, con un enorme cartel que han colgado en la fachada de su sede.

Oscar Vázquez

Mientras tanto, personas que están saliendo del mundo de las drogas acuden cada día a este lugar de Cabral para trabajar en el invernadero y en el huerto en el que cultivan toda clase de frutas, verduras y hortalizas. También aprenden otras labores del campo, como el manejo de la desbrozadora para el cuidado de fincas, o preparar compost. Sobre todo, están lejos del ambiente tóxico que les ha perjudicado durante años. El huerto de Verdear es un espacio libre de drogas y ajeno también a los problemas económicos que arrastra la asociación de vecinos de Lavadores.