La rebelión juvenil del Club Vigo

X. R. C. VIGO

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Con un plantel cargado de veinteañeros, el conjunto vigués está a las puertas de la fase de ascenso a la Superliga cuando su objetivo era vivir un año tranquilo

15 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El Club Vigo, un equipo plagado de jóvenes veinteañeros, se ha convertido en la sensación de la Superliga 2 de voleibol. Los vigueses salieron en busca de un año tranquilo y, a punto de entrar en la recta final de la fase regular, son terceros a un paso de un play off que tienen a tiro: lo disputan los dos primeros y ellos están a tres puntos del San Sadurniño con un partido menos y con el duelo directo pendiente en Coia. «El equipo no está hecho para el play off. Es joven, con mucha proyección y con gente que mejora día a día. Eso es lo más importante, estamos creando un equipo, y no un grupo de jugadores, donde todos trabajan para todos», comenta Pablo Parga, el entrenador y uno de los artífices del éxito.

Porque el Club Vigo, un histórico de la máxima categoría que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos en el segundo escalafón del voleibol español, inició el curso el pasado mes de octubre con la única aspiración de tener un año tranquilo con un plantel lleno de jóvenes que no paran de crecer. «Se nota una mejoría importante en el día a día. También hay un cambio de mentalidad. Son muy jóvenes, aun no habían competido a un nivel fuerte y, siendo titulares todo el tiempo, la verdad es que se nota mucho que están comenzando a asimilar sus roles en el equipo y no quieren dejar de trabajar».

El resultado es que, después de 16 partidos, suman 37 puntos y solo en una ocasión se quedaron en blanco en un partido pese al nivel de la liga. «Es muy alto. Todos los equipos tienen extranjeros, fichajes nacionales de fuera, gente que jugó en Superliga 1 y nosotros somos de los más jóvenes de media», comenta el técnico, que señala al trabajo como primera clave, pero también a la idiosincrasia. «Son un grupo joven, muy sano, con muchas ansias de superarse». Además de que todos forman parte de la misma generación, también se ha creado un ambiente de compañerismo importante. «Son casi todos de la misma edad y, entonces, tienen muy buen rollo, se llevan muy bien entre ellos, eso hace muy buena química y se nota». Tanto, que hasta los foráneos se han asentado a las primeras de cambio.

Además, han aprendido a gestionar la presión del mejor modo, incluso con marcadores apretados ante los que la bisoñez podría jugarles una mala pasada. «Eso también se entrena en la pista», sostiene el entrenador.

Asentados entre los mejores y liberados de la presión por la continuidad en la categoría, los vigueses pueden aspirar ahora a todo, pero sin exigencias. «Estamos de terceros con un partido menos que el segundo, que tiene que venir a Vigo, pero es algo no que nos obsesiona ni nos preocupa. Hay veces que se habla de ello, porque la gente está motivada, pero no es una obsesión ni del club, ni mía, ni nada. Simplemente hay que trabajar toda la semana para llegar el fin de semana y competir a cualquiera».

Discurso de tranquilidad

La ilusión y la clasificación no impiden que en el Club Vigo mantengan el discurso de la tranquilidad. «La idea era tener un equipo para estar en la mitad de tabla sin sufrir, porque llevaban años en la parte baja y el año pasado fue un impás para cambiar el rumbo. Se hizo un poco mejor y este año, las cosas están saliendo muy bien, pero esto puede cambiar en cualquier momento». A falta de seis jornadas para la conclusión de la fase regular, parece difícil que el guion cambie. El sábado, afrontarán un nuevo derbi en Dumbría, un equipo de la mitad de la tabla.