Un tanatorio de animales como los de personas: cerca de mil mascotas se despiden al año con esta opción

Begoña Rodríguez Sotelino
Begoña r. Sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Cremandogal, el único de la provincia, está en Vigo y además de perros y gatos, ofician el último adiós de hurones, conejos, agapornis, loros, tortugas, camaleones y gestionan el de caballos con asociados de Valencia

05 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Faltaban casi dos años para el fallecimiento de su perrita Trufa cuando la viguesa Belén Abalde empezó a darle vueltas a qué pasaría con los restos de su mascota cuando cruzase el arcoíris, como popularmente se describe ese tránsito al más allá de estos compañeros. Cuando el animal cumplió 16 sucedió lo inevitable, pero para entonces, su dueña ya lo había arreglado todo para que su despedida fuese acorde con lo sentido de la pérdida. Para ello pensaba que tan necesario era vivir el duelo con apoyos sentimentales para pasar el trance como cuando se muere una persona. Así fue como nació en Vigo, hace cinco años, Cremandogal, el primer tanatorio para mascotas de la provincia, donde sigue siendo el único.

«Estaba el crematorio de O Porriño, pero allí solo puedes ir a recoger las cenizas, sin embargo sabía que en A Coruña había dos tanatorios a semejanza de los de humanos, y me parecía increíble que aquí no tuviésemos nada así», explica Abalde sobre el asombroso giro profesional que ella misma protagonizó al ponerse al frente de un establecimiento mortuorio. «Yo me dedicaba a las artes gráficas, poco que ver excepto que había hecho algún encargo para el grupo funerario San Marcos de Pontevedra».

De su amistad con el gestor del mismo, Juan Perdiz, surgieron las primeras conversaciones para hacer realidad la idea que pusieron en marcha de forma conjunta. «Con su experiencia en el sector, como socio y como asesor, hicimos realidad Cremandogal», explica la mujer, que atiende las instalaciones y aporta el cariño y el respeto necesario para poder atender un negocio de estas características. «Si no te gustan los animales, es imposible», advierte. «El dolor por la pérdida de tu mascota no lo entiende todo el mundo. Hay gente que no comprende que llores o que estés hundida porque has perdido a un ser con quien has compartido intensamente años de convivencia, con quien creas un vínculo muy intenso porque su bienestar depende de ti», explica.

Lo que ofrecen en Cremandogal es un adiós que emula a los que se hacen con las personas, con la diferencia de que no es un lugar para recibir duelo, pero sí hay una salita con un sofá, música relajante, una cajita de pañuelos y un ventanal oculto por una cortina. Durante el servicio, esa tela se abre y al otro lado estará la mascota tendida, arropada con una manta sobre una mesa con flores, algún juguete favorito y todo ello envuelto en un haz de luz multicolor, que es la última novedad en ese escenario funerario. «La dejamos como si estuviera dormida», cuenta Abalde, que cuenta que no hacen tanatopraxia, pero sí tanatoestética, preparando, aseando y perfumando al animal para que tenga el mejor aspecto posible.

Belén Abalde calcula que cada año realizan en sus instalaciones entre 800 y mil cremaciones, número que ha ido in crescendo desde la apertura del establecimiento. Hay distintas opciones y cada cual elige lo que prefiere. La profesional explica que realizan incineraciones colectivas, donde pasan varios animales a la vez por el horno ubicado en esta nave viguesa, o individuales, en cuyo caso, los clientes ven a su mascota, la despiden y esperan cerca de una hora para volver a por las cenizas. Los precios oscilan entre los 75 euros de la opción conjunta a los 500 que puede costar un servicio cuya factura sube si hay que sumarle recogida en festivo o con nocturnidad y otros extras. «Pero el precio medio ronda los 250 o 300 euros», aclara.

La emprendedora viguesa que dio un vuelco a su vida laboral con este trabajo indica que tiene clientes que ven con reticencias este proceso y acude solo a por las cenizas. «También hay quienes asisten sacando fuerzas, pero luego nos dicen que se alegran de haber venido porque ese momento les ha servido como terapia y les ayudó a procesar lo que ha pasado», indica sobre un momento en el que es habitual que esté presente toda la familia.

La incineración de caballos se gestiona con asociados de Valencia

En el crematorio vigués ubicado entre la avenida de Madrid y la parroquia de Lavadores, los animales para los que se enciende el horno más a menudo son perros y gatos, pero también les llegan aves, reptiles y roedores. Hurones, conejos, agapornis, loros, tortugas, camaleones y otras especies que son importantes para quienes las tenían a su cargo. El trabajo termina para quien así lo contrate, con las cenizas en una urna y las huellas de las patas impresas en un molde de recuerdo. La urna básica es de madera, pero si se quiere otra, hay otros modelos, así como joyas y otros objetos para honrar la memoria del compañero de aventuras.

Belén Abalde cuenta que su tanatorio está integrado en la Asociación Española de Crematorios de Animales, «y lamentablemente, por la normativa vigente se nos sigue considerando gestores de residuos, aunque no podemos hacernos cargo de los de granjas». Algunos de sus compañeros ofrecen servicios especiales, como la incineración de caballos, para lo que, obviamente, es necesario disponer de un horno de grandes dimensiones. «En Valencia tenemos un asociado que lo tiene y si alguien aquí quiere ese servicio, se lo gestionamos», informa. Actualmente, la Xunta permite enterrar animales de compañía en terrenos privados, previa solicitud de permiso para evitar contaminación de acuíferos o capas freáticas.