Kevin Johansen: «Si David Byrne me hubiera dicho que no al dúo, lo hubiera comprendido»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

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El músico argentino presenta el sábado en Vigo la gira de su disco «Tú ve»

31 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A pesar de su nórdico nombre, Kevin Johansen no es el último cantautor sueco de moda ni hace canciones en las que, como se diría en literatura discográfica, «flotan en etéreas atmósferas cálidas». Johansen es un argentino nacido en Alaska, amante del fútbol, como su amigo Jorge Drexler, que poco a poco se ha construido una carrera musical de impecable elegancia, que acaba de reforzar con un pelotazo revisitado que se llama Tú ve. En el disco hace versiones de temas suyos pero también de otros, con Natalia Lafourcade a David Byrne, Silvia Pérez Cruz o el mismo Drexler. Con ese repertorio llega este sábado, día 4 de febrero (Auditorio Mar de Vigo 21.00 horas), la gira que hace una única parada en Galicia.

—Ese «Tú ve» se parece al «ti vai facendo» gallego. ¿Tiene algo que ver la idea del disco con el tirando y a ver qué pasa?

—Sí, algo tiene que ver porque la esta canción que da título al disco es una suerte de manifiesto amoroso que dice lo que a uno le gustaría que le dijeran cuando está con alguien, que le hablen de la libertad del amor y de que no haya condiciones. Como título me gustaba también porque al tener versiones propias, pero muchas más ajenas, se refiere a que las canciones van haciendo su trabajito y son muy libres, también, de irse por ahí, donde las llamen.

—¿Al plantearse el disco, pensó primero en los temas que le gustan o en los autores?

—En las canciones, que son de esas que si te encuentras con un colega, te tomas un vino y acabas cantando una de Caetano Veloso, de Violeta Parra o de Charly García. Se va armando una suerte de songbook propio de noches y encuentros y te das cuenta de que existe una versión diferente a la original que te gustó y le das chance. Cuando me junté en Montevideo con el productor, Juan Campodónico, terminé con él de seleccionar, con su oreja y su visión, un álbum como él me propuso, de pocos elementos pero con acento en la voz.

—En su caso, una voz muy profunda

—Cuando era más mozo disfrazaba un poco mi tono, hasta que llegó un momento en que me decían ¿pero no escuchaste a Barry White o Leonard Cohen? En esa época idealizábamos mucho las voces agudas, pero yo siempre fui un poco lento. Me fui dando cuenta de que podía usar también mi voz natural y me fui relajando y amigando con eso.

—¿Cómo confecciona esa lista de favoritos?

—Yo digo de broma que cuando uno hace aproximación a temas de otros, hay que apropiárselos. La apropiación es mi canción, pero ya en serio, las influencias son invisibles. Cómo te puede tocar una canción, su melodía o su letra o todo a la vez en un cúmulo de sensaciones, en la infancia, o en la adolescencia, o un vinilo que alguna vez puso un familiar en casa, o una canción de Violeta Parra que escuchaba mi abuelo. Cómo te atraviesa una canción es algo que siempre me ha fascinado, es insondable.

—¿Alguien rechazó la invitación a participar en «Tú ve»?

—Por suerte, no. Tenía mucho miedo con David Byrne porque pensé que iba a ser imposible, pero coincidimos en Nueva York donde yo iba a tocar y fue muy amable desde el primer momento. Cantamos juntos el mismo día que grabamos y probamos la versión en inglés de Anoche soñé contigo. No me animo nunca a aproximarme a mis ídolos. Soy muy pudoroso, quizás porque no quiero decepcionarme, cosa que puede ocurrir si les conoces personalmente. Prefiero quedarme con la imagen idealizada, pero con Byrne no pasó eso. Hasta me escribió un e-mail con una lista de las 20 canciones mías que él amaba. Si me hubiera dicho que no al dúo, lo hubiera comprendido perfectamente. Luego ya con Natalia Lafourcade o con Jorge Drexler o con mi hija, Miranda, obviamente, fue todo muy cercano.

—¿Tuvo algún primer encuentro?

—Con Silvia Pérez Cruz. La conocí después, en Buenos Aires, pero grabó su participación en el disco desde Barcelona, aunque la mayor parte de las intervenciones fueron presenciales.

—Al ser una gira basada en esas colaboraciones, ¿en directo cómo se suplen?

—Sobre el escenario digo que falta el holograma porque en una pista de sonido aparecen las voces de ellos en un atisbo muy natural. Mi fuerte es la armonía vocal, me gusta la gente diferente a mi, en todos los sentidos y también en la voz. Creo que la fortaleza de las versiones atrapa al público, además nos solo les tiro el último disco por la cabeza, también hago de crooner. Es un mix muy bonito que la gente está disfrutando. En directo somos un trío formado por Pablo Bonilla a la percusión, Paco Leyva, guitarras y teclados, y yo.