El vigués pionero del yoga en España

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Manuel Agulla, Mádhana, se inició en Inglaterra, se formó en la India e inauguró hace casi medio siglo su escuela Sananda. Fue abriéndose paso en solitario en una disciplina que hoy es una práctica popular

28 ene 2023 . Actualizado a las 00:09 h.

El yoga era cosa de hippies, de místicos con aroma a pachuli, o de extranjeros, cuando en 1977, Manuel Agulla, Mádhana, tuvo la lucidez y el arrojo de abrir en Vigo su escuela, Sananda, que no fue solo la primera de Vigo, «sino de Galicia y de España», afirma. «Hoy en día, el yoga y los métodos de meditación son ampliamente acogidos en la sociedad, no como cuando empezamos, que fueron tiempos complicados porque generaba mucha confusión en la gente, no por otra cosa que por desconocimiento», razona el experto.

Desde entonces, aquel paisaje de mantillas y rosarios que dejaba atrás el franquismo mudó mucho después en fértil campo de esterillas, zafús y mantras. La lucha de Agulla por abrirse paso en solitario se ha convertido en una selva frondosa donde lo complicado para el neófito es saber agarrarse a una liana consistente. «La evolución de una sociedad mucho más global y abierta acepta ahora métodos de desarrollo personal y de bienestar tanto para el cuerpo como para la mente, que es una de las muchas propuestas que el yoga hace», reflexiona.

Como recuerda, él se lanzó desde muy joven a un mundo que le atraía por pura intuición. «En todo ser humano hay un vacío que nadie ni nada puede llenar, y eso genera un estado de búsqueda del sentido de nuestra vida. Yo no estaba conforme ni con mi propio interior ni con lo que el mundo me podía ofrecer e inicio la aventura del espíritu», relata el maestro sobre sus primeros pasos hacia el yoga, que tuvieron lugar en Inglaterra, a donde fue a estudiar literatura, compaginándolo con muy diversos trabajos, entre ellos, en el hotel Claridge’s el lujoso hotel de Londres donde la reina emérita Sofía vivió mientras Juan Carlos I, el mismo donde se conocieron varias décadas antes.

El pionero vigués ha bebido de las fuentes del conocimiento yóguico en la India al lado de grandes gurús, ha sido alumno de grandes maestros y luego maestro de grandes discípulos que siguieron su camino como preceptores de otros. Algunos, dejando atrás sus anteriores dedicaciones profesionales, y otros, combinándolas con sus quehaceres laborales y en algunos casos, integrando ambas facetas, como su amigo José María Márquez, más conocido como Gopala, maestro de yoga y Gerente del Consejo General de Poder Judicial, donde imparte cursos de meditación para los jueces, que más que nadie necesitan ejercitar esta práctica.

Mádhana aclara que estilos de yoga hay tantos que desbrozar la especialidad de cada uno es una tarea interminable, pero se puede resumir en que quien lo practica se puede quedar en el aspecto físico o ir más lejos. «El yoga moderno que hace especial énfasis en las posturas o ásanas, que está muy bien, pero es solo una parte junto a enseñanzas de naturaleza filosófica que colaboran al desarrollo integral del individuo: cuerpo, mente y espíritu. El pionero vigués lo explica mejor con una metáfora local: «Una cosa sería como venir a Vigo, ver las luces e irse. Y la otra, estar en Vigo, vivir en Vigo, saber lo que hay en Vigo y, al mismo tiempo disfrutar de las luces». El maestro ha viajado por todo el mundo y reconoce el privilegio de haber aprendido al lado de autoridades como el gurú indio Swami Vishnudevananda, que fue uno de los primeros en acercar el yoga a Occidente, algo que ha cambiado tanto con su popularización que como Agulla indica, «ahora somos más los occidentales que van a la India a enseñar, que al revés», asegura.

Mádhana no es el único de su familia que hizo del yoga no solo su profesión sino su manera de entender el mundo. Su hermana, Gauri Agulla y su esposo, el norteamericano Westley Eckhardt, también rompieron barreras abriendo el Yoga Center en Madrid tras años de rodaje de su escuela en Estados Unidos.

Manuel Agulla sigue formándose «porque vivir es un aprendizaje continuo», razona, recordando cuando Vigo fue capital mundial de esta disciplina que hoy practican millones de personas en todo el planeta. «Hicimos unos encuentros en A Ladeira dos años seguidos, en el 83 y en el 84, con cursos impartidos en cuatro idiomas, a los que vinieron expertos de varios países. Vigo, que fue la ONU del yoga cuando no había ni internet, podría volver a serlo», advierte anunciando la celebración de un evento que prepara para marzo, con la presencia de yoguis, científicos expertos en neurociencia y especialistas en mindfulness.

El pionero vigués sigue anclado a su escuela en la tercera planta de una vivienda acondicionada por completo para este fin. Nunca quiso abrir más centros, «eso es un quebradero de cabeza, prefiero la vida apacible», afirma, sabio.

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