
En enero del 2001, la Policía Local de Vigo accedía a Bacelos para advertir que habían tenido quejas por el contenido de una obra de Jesús Hernández en la que había iconografía religiosa y un pene
17 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.«Es sorprendente que una ciudad moderna y abierta como Vigo se sorprenda por una imagen del cuerpo humano, y que solo vea en ella pornografía». La reflexión era hecha en enero del 2001 por Jesús Hernández. Una obra del artista, que además era decano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Vigo, acabada de ser censurada por escándalo público. El adjetivo de su delito lo adquirió en el interior de la galería de arte Bacelos, de Vigo, y el sustantivo, de una instalación artística titulada La dolorosa, en la que se jugaba con la iconografía virginiana y un pene.
La Policía Local de Vigo se presentó en la galería para recomendar a los propietarios la retirada de la polémica pieza tras recibir varias llamadas de ciudadanos en las que denunciaban el contenido pornográfico de la obra. Esa consideración no era únicamente por el primer plano de un pene sujeto por una mano enguantada sino también porque se establecía una similitud entre la representación del sexo femenino acribillado con siete agujas con las siete espadas de la Virgen Dolorosa. Y en España mezclar, solo en el campo del arte, religión y sexo no abre un camino de rosas, aunque sea en el interior de una galería de arte, espacio privado al que suele acceder gente con una cierta formación cultural.
Lo mejor de la noticia, que recogía La Voz de Galicia el 20 de enero del 2001, era que la instalación de Jesús Hernández formaba parte de una exposición en la que participaba un grupo de investigación de la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra (tres profesores y dos becarias). Además, el proyecto artístico estaba financiado por la Universidad de Vigo, y tras ser expuesto, derivaría en la publicación de un libro, en el que se recogería la instalación que había sido retirada esos días.
«Voy a tapar la imagen que tanto molesta, y a sustituirla por una representación de imaginería religiosa, acompañada de un poema de Nietzsche», explicaba Jesús Hernández tras conocer el revuelo. Creía que, en el fondo de aquella polémica, subyacía un profundo sentimiento machista. «Si en lugar del sexo masculino hubiese puesto una mujer desnuda, estoy convencido de que no habría ocurrido absolutamente nada», argumentaba.
Y así fue. Al día siguiente, un velo de raso negro, «para simbolizar la muerte», cubría el cuadro La dolorosa. Sobre él, colocó una serigrafía con la imagen de una Virgen Dolorosa y un poema de Nietzsche que llevaba por título Entre enemigos. «¡Ni disculpas, ni perdón! ¡Envidiad alegres, cordialmente libres, el tono, el corazón y la hospitalidad de este libro tan poco razonable!», se dice en el poema.
Las reformas en la exposición incluyeron asimismo la colocación de una foto reducida del cuadro censurado encima de una pequeña mesa, «como una mesita de noche». Esta imagen se reflejaba en varios espejos, pero no se veía desde fuera de la galería.
El entonces rector de la Universidad de Vigo, Domingo Docampo, visitaba dos días después la galería Bacelos para manifestar su apoyo a Jesús Hernández. El mismo día que se recogía en La Voz de Galicia la noticia de la visita del rector, se publicaba un artículo del censurado artista que empezaba diciendo: «La pornografía por sí misma no está en el cuerpo sino en la mente, y toda aquella persona que haya querido asociar pene y desvergüenza (o escándalo público) no ha llegado a entender que la sensibilidad, cuando deja atrás prejuicios y remordimientos, cuando se despoja de los dictados del poder sexual machista restringido o acobardado de sí mismo, con miedo de manifestarse y mostrarse, se despoja de su impotencia de forma natural, aflorando una sensibilidad fresca sin intención de escandalizar a nadie».
Jesús Hernández concluía su artículo reflexionando sobre los derechos de las personas. «Todo esto, abiertas las puertas del siglo XXI, me suena a ese tipo de chiste peñazo, porque tener que reivindicar la libertad de expresión, sea en orden a lo sexual, lo político o cualquier otro ámbito del ser humano, es algo que todas y cada una de las personas debería tener asimilado como uno de los valores fundamentales a los que tiene derecho todo ser humano por el hecho de tener tal naturaleza y capacidad de ser, pensar y vivir».
La polémica murió en ese momento, aunque la exposición continuó con las modificaciones explicadas. Naturalmente, la denuncia en comisaria no tuvo mayor recorrido, entre otras cosas, porque la figura del escándalo público había desaparecido del Código Penal unos años antes. Por eso, en realidad, los policías recomendaron a la galería que no tuviese la pieza expuesta de una forma que se pudiese ver desde la calle.
Jesús Hernández se mantuvo como decano de Bellas Artes hasta el 2006 para, posteriormente, asumir la Vicerrectorado del Campus de Pontevedra. Tiene una extensa bibliografía académica y ha dirigido varias tesis doctorales a artistas que hoy tiene un nombre en el mundo del arte. En la actualidad, Jesús Hernández es el director del departamento de pintura de la mencionada facultad. Del denunciante nada se supo ni nada se sabe.