El museo de Castrelos albergará el retrato que el maestro de la pintura Fernando Álvarez de Sotomayor le hizo a Francisco Miguel Peñalver con su madre
16 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Francisco Miguel Peñalver Rodríguez-Acosta era aquel niño de mirada risueña que se aferraba a la mano de su madre en el óleo de Fernando Álvarez de Sotomayor y Zaragoza. Recuerda cómo su tío Manolo los acompañaba al estudio de ese gran pintor ferrolano para posar para la obra. Corría el año 1941 y estaba reciente la muerte de su padre, asesinado en Madrid durante la Guerra Civil. Al término de la contienda, su tío, aficionado al dibujo, quiso que su gran amigo y reconocido maestro de pintura que dirigió el Museo del Prado retratase a su hermana viuda Matilde con su hijo, que entonces estaba a punto de cumplir cinco años.
El resultado fue una de las obras de mayor valor artístico de uno de los grandes retratistas españoles del siglo XX.
Aquel pequeño Francisco ya tiene 86 años y acaba de cumplir su deseo de que esta obra que le ha acompañado a lo largo de su vida pueda ser apreciada en Vigo. El Concello aceptó recientemente la donación y custodiará el cuadro en el Museo de Castrelos, que dispone de una de las mejores colecciones de arte gallego de toda la comunidad. El día 22, una empresa de transportes recogerá el cuadro, de 1,83 metros de ancho por 2,56 de largo, en su domicilio de Granada y lo traerá a la ciudad olívica. «Estoy muy satisfecho porque el cuadro va a estar en muy buenas manos en Galicia», valoraba ayer Francisco en conversación telefónica desde la ciudad andaluza. Dado que no tiene descendencia y que el día de mañana un cuadro de unas dimensiones tan grandes puede suponer un problema para sus sobrinos, «qué mejor sitio que dejárselo a los paisanos de Don Fernando, que era muy amante de su tierra», añadió. Además el donante de la obra tiene una conexión con Tui porque un hermano de José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda entre 1925 y 1930 durante la dictadura de Primo de Rivera, se casó con una hermana de su madre, su tía Laura, y tiene primos hermanos gallegos.
Gran interés
Para los responsables del museo de Castrelos, la obra tiene un gran interés. El director, José Ballesta de Diego, ha suscrito el informe que sobre el autor y el lienzo ha realizado Fernando Carnicero Ruiz, propietario del anticuario Ruiz Linares. Las figuras de tamaño natural se encuentran en un interior doméstico con un paisaje al fondo de la composición. El estado de conservación es muy bueno, pues la pintura no ha sufrido alteraciones. No ha sido nunca restaurado, ni limpiado, ni sufrido accidentes, excepto un pequeño golpe de unos dos centímetros cuadrados.
El retrato es del género en el que destacó de manera más sobresaliente Fernando Álvarez de Sotomayor, llegando a ser uno de los retratistas más importantes de su tiempo en España, al nivel de los mejores de las escuelas europeas. «Comparándolo con otros del artista, este retrato se situaría entre los mejores realizados en las décadas de los veinte hasta los cuarenta», concluye el experto. Ello lo atestigua el nivel de realismo alcanzado en la representación de los retratados, no solo en su forma, sino también en la captación de sus personalidades o de ciertos valores psicológicos, «con lo que su veracidad es extraordinaria».
«Álvarez de Sotomayor fue, indudablemente, uno de los grandes maestros de pintura española del arte figurativo continuador de la tradición decimonónica de la primera mitad del siglo XX. El artista adaptaría a esta tradición una personalidad propia, lo que, unido a una excepcional técnica, lo convierte en un artista de un gran interés», señala el informe.
Los fondos municipales ya disponen de un cuadro del mismo artista. Se trata de la pintura titulada Rapaza con gato, retrato de un personaje anónimo correspondiente a su período de formación de 1897 a 1900. La obra donada corresponde a un período de plena madurez. Al tratarse también de un retrato, el museo puede establecer «un interesante xogo de comparación en obras do mesmo autor tan distantes no tempo», señala el director.
Para Francisco, el cuadro son recuerdos de la infancia y de su madre, de la que nunca se separó hasta que falleció en 2002. Como anécdota, cuenta que en el estudio de Fernando Álvarez de Sotomayor había un cuadro de un centauro y aquel inocente niño preguntaba a qué hora iba a posar.