El comercio de Marqués de Valladares trajo las luces a Vigo

VIGO CIUDAD

HISTORIA. El alumbrado callejero comenzó en la Navidad de 1960

20 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El alumbrado navideño fue puesto por primera vez en Vigo en 1960, promovido por los comerciantes de la calle del Marqués de Valladares y sin apoyo municipal. El gran impacto que tuvo en la sociedad provocó que aquellos pioneros notaran de forma notable en sus cajas la atracción de nuevos clientes. Más allá del ámbito familiar, los vigueses sentían el espíritu navideño porque los comerciantes engalanaban sus escaparates lo mejor que podían. Eran tiempos del aguinaldo y de la beneficencia navideña a través de la tómbola de la caridad, instalada en el Príncipe con el fin de recaudar fondos para los más necesitados, que entonces no eran pocos. La iniciativa de los comerciantes de Marqués de Valladares fue muy aplaudida desde los medios de comunicación, que animaron a las demás calles a sumarse a esta iniciativa de iluminar las calles con arcos repletos de bombillas. Y así fue durante cierto tiempo hasta que se sumaron a la idea los industriales, como se decían entonces, de la calle de Queipo de Llano, hoy en día felizmente denominada del Progreso.

«Luces, alegría y esplendor comercial», titulaba El Pueblo Gallego para referirse a la calle del marqués. Otilio Carracedo, uno de los veteranos empresarios de la rúa viguesa, decía con orgullo en 1965 que habían colocado 4.000 bombillas en distintos arcos de luz, pero que ya pensaban para el año siguiente realizar una decoración específica. Los comerciantes pagaban conforme a sus posibilidades y a plazos para poder asumir ellos solos el gasto. Pero lograron que la cabalgata de Reyes pasara por delante de sus establecimientos bajo los únicos arcos de luz existentes entonces en Vigo. Es también de los años 60 la iniciativa de la Caja de Ahorros de colocar un gran árbol de Navidad delante de su sede en García Barbón, otro de los símbolos clásicos de la Navidad.

No fue hasta 1970 cuando el Concello dio un pequeño síntoma de apoyo a estas iniciativas. El alcalde, Antonio Ramilo, hacía, en diciembre de ese año, un llamamiento a los comerciantes para que asumieran la iluminación de sus respectivas calles a cambio de exenciones fiscales. Sin embargo, la prensa recordaba que el Ayuntamiento de Barcelona destinaba ya entonces una importante partida económica para colocar tres millones de bombillas. Ese mismo año, el Concello adornó con luces árboles en la Alameda, farolas y el Olivo, pero la iluminación todavía no se extendió a otras calles. La llegada de El Corte Inglés, a mediados de los 70, aumentó la zona iluminada aunque en su zona de influencia.

Abetos municipales

Con el primer gobierno municipal democrático, los comerciantes del Príncipe se animaron a cubrir su calle con los arcos de luces, que tanto valían para una fiesta patronal como para la Navidad. El gobierno local vendía abetos de su vivero, a quinientas pesetas la unidad, para que los particulares pudieran ambientas sus hogares, sin embargo, se insistía que no podía subvencionar la iluminación callejera porque no había dinero.

Los años 80 fueron de extensión del alumbrado por distintos barrios, pero siempre desde la iniciativa comercial. No será hasta el último tramo de esa década cuando el Concello se decida a poner de su parte, aunque también es cierto que la prensa destacaba, con mucha crítica, que era la iluminación «de cualquier pueblo». La corporación dirigida por Carlos González Príncipe ya subvencionaba en 1992 el 40 % de los gastos del alumbrado. Exigía para ello a los comerciantes que pagasen el alquiler y el mantenimiento de los elementos de luz. Señala la hemeroteca de La Voz de Galicia que en ese año el Concello de Vigo puso cuatro millones de pesetas.

El gobierno de Manuel Pérez dio un salto importante. En 1995 invirtió, con el apoyo de algunas empresas, 40 millones de pesetas en la campaña navideña. La Federación de Comercio firmó un convenio por el cual sus asociados ponían la iluminación y el Concello subvencionaba el enganche y el consumo. En 1998, los vigueses se sorprendieron al ver que ya el 28 de noviembre se encendían las luces. Era el resultado de una acción entre el Concello y los comerciantes, que cubrían a medias la instalación y gastos de 900 arcos de luces en los que se colocaban 230.000 bombillas.

El año 2001 fue el de la modernización tecnológica al quedar atrás los antiguos métodos y llegar el sistema de microbombillas. Se iluminaron 71 calles, nada que ver en cantidad y calidad con lo que aconteció a partir del año 2016. Desde entonces, la Navidad viguesa se mide en millones/led, la nueva unidad introducida por Abel Caballero con el respaldo de la empresa andaluza Ximénez, que desde ayer es admirada de aquí a Bali.