Los penados construyeron la carretera que unió Vigo y la Meseta

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Desde 1804 se regularon en España los trabajos forzados para las personas condenadas por determinados delitos

25 oct 2022 . Actualizado a las 00:17 h.

Los marinos norteamericanos Benson y Grafton llegaron a la bahía de Vigo a comienzos del mes de noviembre del año 1850 a bordo del vapor correo que cubría el trayecto entre España y La Habana. El capitán Ramón García Guinda los había tratado con benevolencia a pesar de ser dos convictos de piratería, que llegaban a la península para cumplir una condena de ocho años de presidió impuesta en la capital cubana por el auditor marítimo.

Ambos eran los capitanes de los bergantines Susan Laud y Georgina, buques participantes en el ataque a Cuba capitaneado por el exgeneral español Narciso López con el apoyo de algunos estados esclavistas de los Estados Unidos, con el objetivo de anexionarse la isla. Narciso López fue, junto a otros independentistas cubanos, el creador de la bandera de Cuba.

En aquella aventura, fue apoyada en la sombra por los estados sudistas, que pagaron las soldadas de los mercenarios que llegaron a tomar la localidad cubana de Cárdenas, en Matanzas, donde ondeó por primera vez la bandera cubana. Según algunos historiadores, este general más que realizar un intento de independizar Cuba de España, pretendía anexionar la isla a Estados Unidos.

El vapor correo procedente de La Habana fondeó frente a la ciudad de Vigo para permitir la inspección sanitaria a la que estaban obligados todos los barcos transoceánicos. Junto a los miembros de la Junta de Sanidad llegó un mensajero con una carta dirigida al capitán. La reina Isabel II concedía el indulto a los dos marinos mercenarios, que podrían regresar a Estados Unidos cuando quisiesen, algo que hicieron una vez llegaron a Cádiz.

Los dos norteamericanos se habían libraba de realizar trabajos forzados como les ocurría a los presos que entonces construían la carretera que enlazaba Vigo con Villacastín, a las puertas de Madrid. Esta penosa situación se veía ligeramente aliviada al decretar el Gobierno, a través de una publicado en La Gaceta, las condiciones alimenticias y sanitarias que debería proporcionar a los presos el contratista de la obra. Según estas ordenanzas, los lunes, martes, jueves y sábados los forzados comerían pan, garbanzos, judías o habas, patatas, aceite, leña sal, pimentón y ajo. Los miércoles y viernes tocaban garbanzos, judías o habas, arroz o fideos, pan, aceite, leña, sal, pimentón y ajos. Entre las condiciones que ponía el Gobierno de España al contratista, relacionadas con la atención de enfermería a los penados lesionados o enfermos, se encontraba el uso de las sanguijuelas. Asimismo, el contratista de esta importante vía de comunicación para Vigo estaba obligado a realizar los traslados desde los sucesivos penales a las obras.

Hasta 1803, en España los condenados eran obligados a realizar trabajos, sin sueldo, como remeros en las embarcaciones reales, o a realizar construcciones de obra pública porque no era rentable para el Estado alimentarlos en las cárceles. Una Real Ordenanza de 1804 ya reguló los trabajos que deberían realizar la mayoría de las personas condenadas. En los siguientes años fueron especificadas las labores de obra pública. Una de ellas fue la construcción de carreteras, a la que estaban destinadas las personas que habían sido condenadas a penas de entre dos y ocho años. Estos presos estaban sometidas a un estricto régimen militar y, mientras trabajaban, estaban atados con una cadena, incluso, a veces, entre ellos. En caso de indisciplina, eran castigados físicamente e incluso se les privada de la comida, y, en los casos más graves, eran enviados a los penales de África. Este régimen duró hasta 1870, en el que fueron sustituidos los trabajos forzados por la reclusión en centros penitenciarios. Esa situación fue repuesta en 1911 hasta la instauración de la II República en 1931. El golpe de Estado de Franco volvió a restaurar los «redención de penas por el trabajo».