Portugal muestra más interés en unir con un tren Oporto y Vigo

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

CEDIDA

Tuvieron que pasar 30 años para que se hiciera realidad la conexión ferroviaria acordada por los dos países en 1857

02 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Mucho antes de que llegase el ferrocarril a Vigo, los gobierno de España y Portugal trataron en una reunión la conexión ferroviaria entre Oporto y Vigo. Fue en el año 1857, mucho antes de que comenzasen siquiera las obras de construcción de la vía de aproximación a Vigo. En aquella ocasión, el general Rubín y varios representantes del Gobierno español acudieron a Lisboa para tratar con los portugueses la prolongación de la línea férrea Lisboa- Oporto hasta la frontera del río Miño.

Varias cámaras municipales del norte portugués secundaban la idea, aunque la principal razón económica de la apuesta era la importancia del puerto de Vigo para los intereses comerciales de Oporto. La Linha do Minho alcanzaría Valença en agosto de 1882, aunque el ferrocarril que uniría directamente la capital portuguesa del norte con Vigo no se establecería hasta comienzos del siglo XX.

El 3 de febrero de 1859 quedaba desierta la subasta de las obras del ferrocarril gallego. Nadie se había presentado a un concurso que buscaba capitales para construir la red ferroviaria que enlazase Vigo con Madrid. Sin embargo, la ilusión y la esperanza de los vigueses llegó procedente de Portugal. Solo unos días después, el Gobierno luso aprobaba la construcción de la línea Oporto-Vigo, a través de Tui, y la línea Lisboa-Badajoz. Respondía así a la petición efectuada por España dos años antes, cuando el general Rubín y representantes del Gobierno español viajaron a Lisboa para proponer la prolongación de la línea Lisboa-Oporto hasta el río Miño. Varias cámaras municipales del norte de Portugal respaldaban aquella petición debido al papel económico que significaba para ellos el puerto de Vigo. «Vigo podrá contar con una vía férrea que le ponga en inmediato contacto con el interior, por más que esto sea atravesando Portugal», se podía leer el 27 de febrero de 1859 en La Gaceta de los Caminos de Hierro.

Aquel mismo mes tenía lugar una decisión importante para la ubicación de la futura estación de trenes de Vigo. El ingeniero Boquerín finalizaba su estudio y descartaba las inmediaciones del baluarte de A Laxe para aconsejar la zona de Guixar como lugar idóneo para la estación. Incluso ya señalaba la necesidad de construir un túnel bajo el monte de A Guía. Mientras las dificultades se sucedían en España, en Portugal la construcción de la Linha do Minho seguía su marcha. En 1864 estaba en funcionamiento la línea Oporto-Lisboa y, dos años después, se podía ir desde Lisboa a Madrid en ferrocarril. En 1879, la Linha do Minho llega a Valença. Por parte portuguesa, ya solo quedaba la construcción del puente. En tierras gallegas, en 1863 se inauguraban las obras de la vía Vigo-Ourense. No fue un trabajo fácil ya que hubo numerosos períodos de paro debido a la continua falta de dinero. Como ejemplo, basta decir que los 37 kilómetros que unían Vigo con Tui no se concluyeron hasta 1878. La conexión con Ourense se remató en 1881, y aún habría que esperar a 1885 para ver finalizado el trayecto que enlazaba la capital ourensana con Monforte.

De hecho, los vigueses recibieron, en junio de 1882, con enorme júbilo la apertura de la línea Vigo-Madrid, pero a través de Portugal. Un viajero que quisiese llegar a la capital de España desde el puerto vigués, tenía dos opciones. La primera era subir al tren de Ourense y después realizar en una diligencia el trayecto de 150 kilómetros que separaba esa capital de Zamora, donde ya volvería a coger el ferrocarril. La opción más larga en kilómetros pero más corta en tiempo era acercarse a Guillarei en tren, llegar hasta la orilla del Miño en carruaje y atravesar el río en una barca para volver a tomar un ferrocarril en Valença. Desde allí, descendería hacia Oporto, Coímbra, Torre das Vargens, Valencia de Alcántara, Cáceres y, finalmente, llegaría Madrid. En total, unas treinta y cuatro horas. Por fin, el 25 de marzo de 1886 se inauguraba el puente internacional de Tui, dejando abierta la conexión directa entre Vigo y Portugal.

Curiosamente, mientras duraron las obras, que dirigían los españoles, el ejército había preparado un dispositivo para derrumbar el puente en caso de que España entrase en guerra con Portugal.