Unos recién casados viajan a la ciudad para ayudar en el comedor social de La Sal de la Tierra
02 oct 2022 . Actualizado a las 09:29 h.Un viaje de novios de miles de kilómetros dedicado a ayudar a las personas más desfavorecidas de Vigo. Una pareja ha llegado desde Costa Rica para trabajar como voluntarios en el comedor social de La Sal de la Tierra, en la calle Manuel de Castro 9, durante el tiempo que dure su luna de miel. Austin Jay Zuercher y Griselda Amaya López, de 26 y 24 años, respectivamente, se dieron el sí quiero hace casi dos meses.
Él es norteamericano, de Ohio, y ella de Honduras. Se conocieron en el 2018 trabajando en la promoción de las clases más empobrecidas de Costa Rica y dos años después se enamoraron.
Tras contraer matrimonio en agosto, decidieron que la mejor forma de hacer su viaje de bodas era haciendo lo que da sentido a sus vidas: ayudar a los demás. Por eso, tras lograr un permiso en sus trabajos, decidieron hacer las maletas y cruzar el océano hasta Vigo para emprender un viaje solidario que no olvidarán jamás.
Austin cuenta que decidieron venir a la ciudad olívica porque aquí tienen unos amigos de Costa Rica a los que conocieron hace cuatro años, que son misioneros en nuestro país y prestan servicio en el comedor social. Su presencia en Vigo ha sido posible además gracias al apoyo de sus amigos, que contribuyeron a financiar el viaje. «Queremos agradecer a cada persona que contribuyó financieramente para poder viajar a España. Sin ellos no podíamos haber venido», afirma Austin. Permanecen alojados en casa de sus amigos de Costa Rica y, todas las mañanas, acuden al comedor social de La Sal de la Tierra, donde se ponen manos a la obra con la comida y los táperes que al medio día se llevarán las personas que tocan las puertas de esta institución benéfica y religiosa para poder alimentarse.
Sentimientos religiosos
Austin señala que lo que les inspira a dedicar su tiempo en favor de los demás es, por encima de todo, sus profundos sentimientos religiosos. «Lo hacemos por amor a Dios, que dio su vida por nosotros y nos dio su ejemplo y también porque queremos ayudar a la gente que lo está pasando mal para que salgan adelante. Estamos tan emocionados de poder llevar a Jesús y también conocer más personas», señala Austin. También han tenido la oportunidad de visitar la ciudad y su entorno. «Es demasiado lindo poder servir a la gente y conocer a nuevas personas. Es nuestra primera vez en Europa y todo es muy bonito y la comida, deliciosa», señala Griselda.
Todos los días se atan el mandilón para ponerse a las órdenes de la coordinadora del comedor social, Maica Cantalejo. «Venimos aquí a ayudar en lo que podemos», afirma Austin.
Su ofrecimiento ha sido todo un regalo en el comedor social. Precisamente, lo que necesita La Sal de la Tierra son manos para poder ayudar, puesto que, tras la pandemia, ha bajado el número de voluntarios y crecido el número de personas que tocan sus puertas para pedir comida. Perciben que han aumentado el número de pensionistas que, por mucho que estiren sus ingresos, no les alcanzan para terminar el mes. También acuden muchos inmigrantes que llegan con sus hijos, personas que viven en la calle y otros que se han quedado sin dinero y preguntan si se pueden llevar un plato de comida.
Integrados
Austin y Griselda colaboran con el resto de los voluntarios para preparar los menús que recogerán en torno a 60 o 70 personas de la ciudad horas después. Son personas que, si pagan sus recibos habituales, entonces no les llega para comer. El trabajo en el que se han integrado los recién casados consiste en hacer la comida caliente con todos los alimentos que les llegan desde entidades como el Banco de Alimentos, Mercadona, Froiz y diferentes panaderías y otros establecimientos de la ciudad. Dan a cada persona almuerzos de primer plato, segundo y postre, que varía en función de lo que tengan ese día. «Damos lo que tenemos, no solamente un táper», afirma la coordinadora del comedor social. «Austin y Grisela están de viaje de novios, pero los hemos puesto a trabajar», bromea la responsable del comedor social.
Para ellos está siendo una experiencia muy gratificante. Pronto terminará su estancia en Vigo y se llevarán muchos recuerdos con ellos de vuelta a Latinoamérica. De Vigo volarán a Honduras, para seguir trabajando con la misma ONG con la que han tenido responsabilidades en Costa Rica.
Trabajan en una ONG que les ha dado un permiso tras contraer matrimonio
Austin y Griselda trabajan para la ONG Vidanet en Costa Rica, que les ha dado un permiso de dos meses y medio para que puedan hacer su viaje de novios solidario trabajando en el comedor social de La sal de la Tierra. Se trata de una entidad sin ánimo de lucro fundada por un matrimonio norteamericano que se mudó a Costa Rica. Allí comenzaron a trabajar con voluntarios y estableciendo contactos con iglesias. «Vidanet trabaja para el desarrollo de comunidades en Centroamérica para ayudarles a salir adelante y con liderazgos de iglesias», señala Austin. La organización cuenta con programas que envía voluntarios a países como Costa Rica, Honduras, El Salvador, Nicaragua o Guatemala, tanto a nivel individual como en familias. Concretamente, ellos se encargan en formar en tareas de liderazgo en el ámbito de la iglesia, así como impartir formaciones entre los jóvenes para fomentar sus valores, expresa Austin, que afirma que lleva cinco años trabajando en tareas relacionadas con el mundo de la solidaridad.