Un taxista de Vigo perdona una carrera de 23 euros para que su pasajera le compre lápices a un niño saharaui

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

CEDIDA

El chófer donó el dinero a una viajera al saber que ella acogía a un menor este verano y le pidió que llevase material escolar a los campamentos de refugiados

19 ago 2022 . Actualizado a las 00:01 h.

Una pasajera tomó un taxi de Nigrán a Vigo, pero cuando el chófer terminó la carrera y paró el taxímetro se negó a cobrarle los 23,7 euros del trayecto. A cambio, el conductor le pidió un deseo: que ese dinero lo emplease en comprar material escolar para el niño saharaui de 9 años llamado Alien que ella acogía en su casa de Sarria durante este verano.

Ante tal gesto, la viajera María José López se quedó en shock. Más tarde quiso averiguar el nombre del taxista para agradecerle su buena acción. Es una vecina de Sarria que pasó el pasado fin de semana en un apartamento de Vigo con una amiga y luego ambas acudieron al Festival RBF que se celebró en el Porto do Molle de Nigrán. Al volver de madrugada, cogieron el taxi y, durante el trayecto, María José López telefoneó a su pareja para preguntarle cómo se encontraba Alien, el niño saharaui que han acogido este año por primera vez. Cuando colgó, el chófer charló sobre el tema de los campamentos de refugiados.

«Cuando llegamos a Vigo desde Nigrán el taxímetro marcaba 23,70 euros. Entonces, el taxista me preguntó si yo era una persona de palabra, a lo que respondí: 'Sí, lo soy'. Él me dijo que, por favor, gastase esos 23,70 euros en enviarle material escolar a Alien a su vuelta a los campamentos de refugiados donde vive. No cobró por realizar su trabajo a la una de la madrugada. Me gustaría muchísimo reconocer su bellísima acción y agradecerle una vez más el corazón bonito que tiene en el pecho. Me quedé alucinada», dice la pasajera.

El taxista resultó ser Silverio Costas, un autónomo vigués de 51 años que opera con Central Radio Taxi 470000. Tomó el volante hace cuatro años como chófer. Hace tiempo visitó la ciudad de Marrakech, próxima al desierto del Sáhara, «y vi la pobreza que hay allí. Si allí están así, los saharauis aún más». Quiso contribuir «para que tengan rotuladores, lápices y pinturas».

El autónomo cuenta que recogió a dos pasajeras, que eran amigas, y a un joven que pidió compartirlo porque era muy difícil conseguir taxi esa noche debido al trasiego de O Marisquiño. Aclaró que no tenía dinero, pero les prometió pagarles con una transferencia de Bizzum, lo que no hizo. Al chófer le gustó ese detalle: las pasajeras sabían que el chico que compartía taxi no les iba a pagar nada pero, aún así, no lo dejaron tirado. Luego supo que una acogía a un saharaui.

Según cuenta María José López, al llegar a su destino, el taxista se volvió hacia ella y le dijo: «¿Eres una persona en quien confiar? Hoy habéis hecho una buena acción y yo os voy a recompensar con otra. Estos 23 euros son para que le compréis material escolar al niño saharaui, bolígrafos, cuadernos, lo que necesite».

Silverio Costas resta importancia a su gesto. «Llevaba un buen día de trabajo, pero uno no sale rico. Supe que esa pasajera acogía a un niño saharaui y sé que ella hace un esfuerzo económico, por eso le quise dar pinturas y material de dibujo», relata. Dice que no es la primera vez que perdona la tarifa. «No veo que sea una cosa extraordinaria, es algo que sale de la persona», añade.