El café en Vigo
En estas jornadas vacacionales, me ha llamado la atención la ingente cantidad de cafés que consumen los vigueses. Durante mis prolongados paseos y mis frecuentes paradas para tomar unas cervezas, he podido observar que el café en Vigo posee un aura especial. Lo toman a cualquier hora, en terrazas o en interiores, sentados o de pie. Ayuda la abundante cuantía de cafeterías existentes. No hay rúa o paseo o avenida que no cuente con varios establecimientos. Y estemos en Fragoso, en Castrelos, en el puerto, en Alfonso XII, en la Porta do Sol o en la Praza da Constitución, nos faltan dedos para contar el número de vigueses que disfrutan con su café. Un café con los amigos, los compañeros de trabajo, la pareja o la familia.
La cercanía a Portugal, donde el café es religión, puede que constituya la base de este gusto cafetero. Muchos portugueses viven o veranean en Vigo, sobre todo portugueses de Braga, Porto y las zonas cercanas a estas dos urbes. Y al revés, numerosos vigueses son turistas en Portugal o laboran en la parte septentrional de nuestro vecino país.
El café en Vigo es la horchata en Valencia o el chato en Bilbao. Lo beben en una tacita, a menudo solo y caliente.En mis vacaciones viguesas he tomado bastantes cafés. El que más recuerdo, el último, espléndido, en la cafetería El Gabinete, en la rúa do Doutor Cadaval.
¿Les gustaría el café a Cunqueiro, a Rosalía, a doña Emilia, a Torrente Ballester y a José Ángel Valente? Quiero pensar que sí. En algunas de sus obras tuvieron como germen ese tiempo precioso y mágico que es el tiempo del café. Javier Herreros Martínez. Madrid.
Díaz Ayuso a lo suyo
De nuevo la presidenta madrileña esparce antipolítica, siembra mentiras, ejerce desprecio institucional y retoma su habitual senda de confrontación contra el Gobierno central. Parece no importarle la guerra de Ucrania, la solidaridad con Europa o el cambio climático.
Cuando Ayuso conoció el Plan de Ahorro Energético le faltó tiempo para exhibirse egoístamente aseverando que «por parte de la Comunidad de Madrid no se aplicará. Madrid no se apaga. Esto genera inseguridad y espanta el turismo y el consumo». Elevando la desobediencia inútil al paroxismo, reemprende su polarización hasta el absurdo y amenaza con recurrirlo ante los tribunales para seguir judicializando la política.
Es su incapacidad de mantener un debate medianamente intelectual lo que la obliga a polemizar con agresividad para imposibilitar cualquier razonamiento.¿Puede ser más insensato un responsable político? Miguel Fernández-Palacios Gordon.