La reforma del parque García Picher moviliza en contra a sus usuarios

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Reúnen ya más de mil firmas y piden no perder tanta zona verde por un área de juego

25 jul 2022 . Actualizado a las 13:15 h.

El parque García Picher, una modesta zona verde en metros cuadrados, pero nada desdeñable dada la escasez de espacios con árboles, césped y el frescor de una sombra en pleno centro de Vigo, ha sido sentenciado. El Concello vigués anunció hace cuatro meses su intención de convertir en una gigantesca área de juegos ese pequeño vergel con especies de gran porte, cientos de pájaros en sus ramas, varias pérgolas tupidas de vegetación y un micro parque canino. «Crearemos un macroparque infantil de 3.250 metros cuadrados y un coste de 2,6 millones de euros», anunció el regidor, mostrando en un render lisérgico una recreación de lo que será un mar de caucho para que los niños jueguen entre cachivaches inspirados en el naval con astilleros, barcos, una grúa de 12 metros y grandes toboganes.

Como suele ocurrir con reformas que afectan a la vida diaria de la gente, el anuncio del proyecto que nadie había pedido, gustó a algunos y disgustó a otros. Y cayó como un jarro de agua fría para los que han visto en esta actuación municipal una forma de entender las ciudades del futuro que no parece acorde con lo que preocupa en el resto del mundo. Begoña Costas es una de las que forma parte de ese grupo de vecinos preocupados cada vez más ante la evidencia del cambio climático con el aumento de las temperaturas, las olas de calor e incendios que han dejado avisos muy recientes y cercanos que merecen actuaciones que no echen más leña al fuego.

Begoña forma parte del grupo de residentes en la zona, que trata de que el Concello escuche su petición, el alcalde les reciba y reconsidere el plan previsto: «Este es un parque que usamos todos, niños, padres, personas mayores, estudiantes de Torrecedeira, chavales que se reúnen y hacen batallas de gallos...», detalla añadiendo que el macroparque infantil «prevé ocupar el 80 % de esa superficie que es de todos, y con un manto de caucho, que no solo es un foco de calor. También hay estudios científicos, entre ellos de la Universidad de Santiago, que desaconsejan su uso porque emiten vapores tóxicos».

Costas aclara que «no estamos en contra del parque infantil, sino que pedimos que se integre más espacio verde en el proyecto, que se planten más árboles que ayudan a que baje la temperatura, que den frescor, en vez de eliminarlos. En el proyecto se ve claramente que eso no es así, y el concejal de Medio Ambiente explicó a miembros de la asociación cultural que la vegetación iría en el perímetro, pero eso no es un parque vivible», razona añadiendo que lamenta que sigan «esa tendencia urbanística de crear plazas duras tan inhumanas».

El grupo que comenzó a movilizarse surgió entre usuarios con mascotas que van al minúsculo parque canino, el único que hay en Vigo, al que la reforma reducirá aún más su espacio (de 480 a 400 metros cuadrados). «Casualmente los vecinos a los que parece que no les importa quedarse sin la zona verde son los mismos que alguna vez pisaron una caca. Yo también las he pisado y me molesta mucho que haya dueños de perros que no las recojan. Nos perjudica a todos, pero una cosa y la otra no tienen nada que ver. Hay que multar más a los que no saben comportarse cívicamente», argumenta.

Google Maps

Los residentes y usuarios del parque aseguran que tal como está hoy «ya es un tostadero» y hay «peleas» por sentarse bajo una sombra, El proyecto municipal que se plantea lo ven como «un desmesurado parque infantil con un poco de verde alrededor, cuando ahora hay vida, aquí habitan gorriones, herrerillos, carboneros, mirlos... todo eso desaparecería», lamenta. El grupo de vecinos que se ha unido para tratar de salvar la zona verde crece día a día. Han hecho ya un acto de protesta y han plantado un castiñeiro. Han recogido cerca de 1.500 firmas en locales de la zona y en change.org (Conservar el arbolado y las zonas verdes en el Parque Joaquín García Picher en Vigo) y han creado una página en Facebook y Twitter: Defensa Parque García Picher.

De no conseguir salvar la Gran Vía ni Ronda de don Bosco, al logro de María Berdiales

Los proyectos de transformación de los espacios que habitan los ciudadanos no siempre coinciden con sus necesidades o deseos. En Vigo, donde desde hace una década las obras son interminables, hay numerosos ejemplos de intentos de los vecinos para mediar con razones medioambientales en los proyectos y que los planes municipales no se llevasen a cabo. El más conocido fue la plataforma ciudadana Salvemos La Gran Vía, que se oponía a la tala masiva de los árboles de los laterales (54 castaños de indias) y el bulevar (74 naranjos y camelios) para hacer una rampa mecánica. Llegó a realizar varias manifestaciones a lo largo de casi dos años, tuvo el respaldo de Greenpeace y Amigos da Terra, y de todos los grupos municipales excepto el PSOE. En la reforma de la plaza de A Miñoca no se llegó a crear plataforma pero también hubo oposición a su reforma porque supuso la eliminación de decenas de árboles.

Lo mismo ocurrió en Ronda de Don Bosco, otro ejemplo de «plaza dura» donde suelo de tierra y árboles se cambiaron por explanadas escalonadas de granito y pérgolas con escasa vegetación. En verano de día, es una parrilla. Una mujer se llegó a atar a uno de los cedros de gran porte que según explicó el Concello, operarios tiraron por accidente, pero luego talaron los que quedaban.

Solo hay dos casos en los que los vecinos consiguieron convencer al alcalde como dice Rajoy, es el vecino el que elige al alcalde. Uno fue hace muchos años, en los 80 en el parque de A Bouza, que se quiso urbanizar y se paró por oposición vecinal, y otro un tramo de María Berdiales, que luce espléndido en comparación con las jardineras cenicero.