Mary Quintero: «Ser fotógrafa me permitió hacer lo que quería en aquellos tiempos de rigidez»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

A sus 90 años, la pionera del retrato a color dedica su tiempo a la pintura y hace fotos con su móvil. «Llevo 75 años pero tengo la misma imaginación que cuando empecé»

11 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿Mi foto favorita? No tengo una, pero elijo la de Beiras. Fue una foto facilísima y tuvo mucho éxito». Que el nacionalista haya pasado por el estudio de Mary Quintero (Melide, 1931), igual que Fraga, Paco Vázquez o Ruiz Mateos, refleja la influencia de la retratista. «Cuando vino Fraga, que vino dos veces, cortaron hasta la calle». Lo suyo no era la política, pero su técnica para dar color a fotos en blanco y negro y su pericia para retocar las imágenes le dieron una fama que atrajo al poder y la alta sociedad. No hay familia influyente en Vigo que no tenga en el álbum familiar una instantánea de Quintero. Hoy, la retratista que vivió la historia de la fotografía desde el magnesio hasta la foto digital, ha dejado de retratar la figura para regresar a la pintura. «Hago cosas extrañas. Paisajitos y cosas así no, están pasados de moda. Llevo 75 años pero tengo la misma imaginación que cuando empecé».

Hija de padres fotógrafos, el estallido de la guerra le pilló en Madrid, donde su madre se formaba para dar color a las instantáneas con una técnica entonces artesana. «Yo tenía cuatro años, nos tuvieron que reclamar por Francia. Nos llevó varios meses regresar a Melide». Los padres abrieron estudio en Lugo y allí se mudó la familia. En la ciudad de las murallas empezó a despuntar la niña artista que iba a clases de pintura y que hizo su primera exposición con 15 años. «Mi historia está pasada de moda porque es como un cuento de hadas y hoy eso ya no se lleva. Hoy todo son tragedias y tristezas, pero yo tuve hadas madrinas». La primera hada fue una pintora lucense que le propuso hacer una exposición de retratos de las mujeres más guapas de Lugo. «Había unas mujeres guapísimas, siento decir que cuando llegué a Vigo no las encontré tan guapas». La fotógrafa llegó a retratar a la mujer del gobernador de Lugo, cuya familia la citó hace pocos años para conocer a la autora de la imagen de su madre.

Fue aquella primera exposición la que atrajo a Quintero a Vigo por intermediación de su segunda hada madrina. «Alguien vio aquellas fotos coloreadas con las pinturas que Kodak me mandaba de América. Una de aquellas mujeres les enseñó las fotos a sus amigas y me propusieron venir a Vigo». La sesión tuvo lugar en el hotel Alameda, por donde pasó la alta sociedad viguesa e incluso los actores José María Seoane y Rosita Yarza. «Yo decía: ‘Dios mío esto es Hollywood’. Seleccionaron a la gente y hubo hasta quien se quedó fuera. Me encantaba venir a Vigo a hacer fotos porque había unas casas preciosas, como la de Enrique Lorenzo». Recuerda como su primera exposición en Vigo fue retransmitida por el NODO. «Cuando venía ponían hasta notas en la sección de sociedad para anunciarlo».

Un éxito que la llevó a abrir su primer estudio en la calle Urzaiz, con 21 años, por consejo de su padre. «Vigo era el maná, era la época del wolframio, volaba el dinero... Me tuvo que alquilar el piso mi padre porque no le alquilaban a una mujer». La tutela del padre pasó a ejercerla el marido. «Me pidió matrimonio en Playa América poco después de conocerlo. Él temía que aquel pájaro pudiera volar. Yo hubiera ido a Madrid porque las hijas del conde de Santa Marta y las hijas del ministro del Aire me ofrecieron irme a la capital a hacer fotos a sus amigas pero llevaba tres años con él y pensé que quizás era mucho tiempo. La juventud tiene que valorar la suerte que tiene. Antes las mujeres teníamos que llevar una rigidez brutal, siguiendo las normas. Ser fotógrafa me permitió hacer lo que quería». En el plano artístico la libertad era total, hasta el punto de convertir el estudio en una playa, con todo lleno de arena, o que una marmolería le llevara una pieza de grandes dimensiones para hacer una foto a una niña bailarina.«Me daba cuenta de que mi vida era distinta a la de mujeres de mi época, yo tenía otras motivaciones».

La fotógrafa Mary Quintero en un congreso de fotografía, era la única mujer entre 50 hombres.
La fotógrafa Mary Quintero en un congreso de fotografía, era la única mujer entre 50 hombres.

El oficio le permitió ampliar el negocio en el que llegó a tener once empleados. «Ser mujer me permitía tocar a las mujeres, colocarlas, bajarles el escote... Me dio una ventaja enorme sobre los colegas hombres». Fueron años de mucho trabajo, previos a la llegada de la foto a color. «He llegado a fotografíar a 22 novias en un día. Los días de comuniones retrataba a más de 50 niños. Fueron mis principales clientes cuando me abandonó alta sociedad, a los que no les gustó que abriera el estudio y pudiera hacer fotos a todo el mundo», explica.

Hoy, Quintero prepara exposición de sus 75 años de trayectoria en los que no reniega de los avances tecnológicos. «Ahora con mi móvil hago lo que hacía antes con todo lo del laboratorio. Ver en el momento lo que está bien o mal es maravilloso pero creo que ahora hay que cuidar más la luz, que creo que se cuida poco». La pionera que formaba a fotógrafos de toda España —«era la única mujer entre 50 hombres»— y que atraía a su estudio a políticos, famosos, adinerados y también a la clase popular sigue trabajando, con 90 años: «Tengo la imaginación muy agitada. Temo que no me quede tiempo para hacer todo lo que tengo en mente».

Su canción favorita

«Dos gardenias para ti», de Antonio Machín. «Era la canción de mi marido y mía. Él era muy guapo y simpático. Íbamos juntos a los congresos de fotografía. Yo me quedaba con los fotógrafos, que eran hombres, y él se iba de excusión con las mujeres. A mí me daban el trofeo y a él el ramo y lo llevaba con mucha gracia».