La escultura del popular quiosquero retirada hace un año de la calle del Príncipe, lleva meses reparada en la Fundición Arte Bronce sin que el Concello la recoja
17 may 2022 . Actualizado a las 01:42 h.
Caso resuelto. La misteriosa desaparición, o más bien el aletargado retorno de la escultura dedicada al quiosquero Manuel Castro en la calle del Príncipe, ya tiene explicación. La estatua retirada para ser reparada por enésima vez en la Fundición Arte Bronce de Goián, está arreglada y lista para ser retirada por su propietario, el Concello de Vigo, desde el mismo mes en que llegó allí: en junio del 2021.
El taller lo dirige Cuqui Piñeiro, artista, licenciada en Geografía e Historia en la especialidad de Arte Moderno en la Universidad de Santiago, que recoge el legado de su padre, el escultor Xoán Piñeiro (nacido en O Hío en 1920 y fallecido en un accidente de tráfico en O Porriño en 1980) en el taller-fundición que el artista creó a principios de los 70 en su lugar de residencia, Goián.
Aunque desarrolla su propia labor creativa, Piñeiro es una artesana fundidora de esculturas y son muchos son los artistas de renombre que acuden al taller del Baixo Miño. La escultura de Manuel castro es obra del escultor Jandro y desde su creación, debido a las numerosas vicisitudes que ha sufrido la pieza, ha pasado por el «quirófano» de la fundidora en numerosas ocasiones. La artista cuenta que se trata de una obra problemática porque además de que la han tomado con ella, tiene defectos estructurales que la hacen especialmente débil». «É moi pesada para o tamaño que ten», advierte y explica que además «é inestable na base, movíase polos pés e pode ser perigosa», afirma la experta, que tras asegurar la pieza por dentro con barras de acero de forma que ya no hay manera de separar el dedo de la figura del periódico que sostiene, realizó un completo informe que envió al Concello de Vigo y cobró el trabajo, pero aún sigue esperando a que vayan a por ella. La especialista cree que quizás deberían cambiarla de emplazamiento y poner cámaras de vigilancia, pero no ya para que no esté tan al alcance de los vándalos, sino para que no sea un peligro, ya que el último percance en el que la figura apareció sin la mitad de un brazo, se trató de un acto puramente accidental, nadie la cortó con una radial. Se rompió cuando un viandante se apoyó en ella sin querer o esperar causar ningún daño.