Los jesuitas investigan casos de abusos sexuales en su colegio de Vigo entre los años 50 y 70

La Voz REDACCIÓN

VIGO CIUDAD

Fachada del Colegio Apóstol Santiago de Vigo
Fachada del Colegio Apóstol Santiago de Vigo XOAN CARLOS GIL

Exalumnos acusan a ocho sacerdotes de aprovechar la intimidad de sus despachos y los momentos de confesión para realizarles tocamientos

15 may 2022 . Actualizado a las 02:09 h.

Juan Julio Alfaya convive con los abusos sexuales que sufrió de niño sin haber abandonado la ciudad que fue escenario de aquellos episodios traumáticos. Ocurrieron en el Colegio Apóstol Santiago de Vigo, de los jesuitas, y el autor fue el padre M.V.G., denuncia en el periódico El País este jubilado, natural de Tui, que hoy conserva la fe en Dios que le inculcaron en su colegio de la infancia. La confesión de Alfaya sería solo la punta del iceberg de otros abusos sexuales a menores que afectarían, según El País, a otros ocho sacerdotes del centro entre los años 50 y 70.

La Compañía de Jesús ha reaccionado a las acusaciones de exalumnos de su centro en Vigo explicando que está investigando estos hechos. Los jesuitas aseguran en un comunicado que llevan años investigando abusos en toda la compañía en España. Como consecuencia, en el 2021, se presentó el primer Informe sobre el Sistema de Entorno Seguro y sobre abusos cometidos por religiosos de esta institución en España. A lo largo de 2021 se han elaborado los primeros mapas de riesgo de las instituciones de la Compañía de Jesús que pretenden identificar los riesgos potenciales que existen en materia de todo tipo de abusos. Igualmente se han implantado los llamados Espacios de Escucha para acompañar directamente a las víctimas que lo deseen (proteccion@jesuitas.es) y se ha formado al personal en códigos de conducta.

La situaciones relatadas por las víctimas de aquellos hechos evidencian un patrón de actuación idéntico. Siempre tras puertas cerradas que buscaban la clandestinidad de los tocamientos y caricias bajo el amparo de la confesión. Despachos en los que las manos de los sacerdotes señalados ahora, décadas después, se escurrían bajo los pantalones de alumnos con edades comprendidas entre los 6 y los 14 años. Y en donde el miedo al poder del clérigo, en este caso la orden los de Jesuitas, acallaba a los padres que, al enterarse, amenazaban con denunciar públicamente los abusos cometidos sobre sus hijos. Otros niños, como Juan Julio Alfaya, se reconocían confusos por la incomprensión que le generaba que alguien próximo a Dios pudiera cometer semejante ristra de pecados.

Con 13 años

«Durante los primeros cursos que pasé allí se portó [el padre M.V.G.] muy bien conmigo. Pero un día, en 1957, a mis 13 años, en su oficina, me pidió que me desabrochase el cinturón, me bajó la bragueta y me empezó a meter mano por el culo. Yo me asusté, y me escapé, salí corriendo del cuarto. Llegué a clase totalmente confuso», relata Alfaya a El País.

La investigación interna de los Jesuitas tiene contabilizados 71 acusados de pederastia y 81 víctimas en España. Alfaya es la única del colegio de Vigo que mantiene comunicación con la institución por los abusos que sufrió. El problema, a la hora de pedir responsabilidades por lo ocurrido, es que buena parte de las personas acusadas han fallecido. Es el caso de M.V.G, que murió siendo misionero en Guatemala en 1969. Pero Alfaya no es el único que señala a M.V.G. por abusos. Todos los testimonios son coincidentes: su despacho, con la puerta cerrada, era la escena de aquellos abusos en serie aprovechando la intimidad de la confesión.

Julio Martínez, otra víctima que expone su pesadilla a El País, y relata abusos entre 1960 y 1961, teniendo él entre 10 y 11 años.

Las denuncias afectan a ocho sacerdotes del colegio de Vigo. Las víctimas relatan tocamientos, caricias y besos. 

Condena

El colegio de los jesuitas señala en un comunicado: «Como centro de la Compañía de Jesús, condenamos cualquier situación de abuso o maltrato, y lamentamos enormemente que en nuestras instituciones hayan podido suceder en el pasado situaciones como las relatadas. Sentimos enormemente el dolor de las víctimas, las ocasiones en que no se escuchó como se debería a quien necesitaba ayuda y aquellas en que se afrontaron de manera insuficiente las acusaciones. Por todo ello queremos pedir perdón a las víctimas, a sus familias y a la sociedad».