Benito Iglesias, presidente de los inmobiliarios: «La política se fijó en el ladrillo por avaricia»

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Augura que en solo unos meses Vigo tendrá ya más viviendas turísticas en el mercado que Santiago

01 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es el arquetipo del self-made man, persona de enlazar aventuras empresariales y abrir nuevos caminos cuando una puerta se cierra o el éxito incita a explorar. Benito Iglesias Padrón (Ourense, 1965) vigiló montes, vendió carne y pescado, compró terrenos en América para grandes inversores inmobiliarios, promovió viviendas, pisó la calle vendiendo naves industriales, probó incluso a crear su propio partido político, y ahora se ha adentrado en el cooperativismo en Vigo para ofrecer nuevos hogares. «Todos los ojos de los inversores están puestos en Vigo. Es junto a Oporto el foco social, económico y empresarial del noroeste», dice para explicar su desembarco en la ciudad olívica, donde desde el año pasado es presidente de la Asociación de Empresas Inmobiliarias de Vigo, además de liderar la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias.

«Nuestra casa se llenaba de niños por las tardes. Mi padre traía del colegio a los que veía más flojos en clase». Lección y merienda para todos ellos, mientras Benito observaba como se desenvolvía su progenitor, un maestro que le marcó pese a haberle perdido a los ocho años. En esa ausencia radica a buen seguro parte de su espíritu emprendedor. «Él estaba empeñado en que todos saliesen adelante y no conseguirlo lo veía como un fracaso personal para él», añade valorando los frutos de la persistencia y el compromiso.

Benito Iglesias encaminó sus estudios hacia la informática, pero prefirió manejar sus propios números. Junto a su mujer montó a los 21 años una empresa cárnica. Su mercado de venta se extendía con camiones propios hasta Vigo y O Porriño. Luego añadieron pescado y marisco, para evitar que los transportes regresasen vacíos a la base de Ourense. La hostelería se convirtió en su clientela principal. «Era más productivo y manejable logísticamente», apunta dejando ver su afán por lograr los mejores índices de rentabilidad posibles. Dominado ese mercado, Iglesias se fijó a finales de los noventa en el ladrillo, pieza de construcción que dio brío a sus raíces familiares de cuatro generaciones atrás con una fábrica en O Couto.

Empezó promoviendo segundas residencias en las rías Altas y Baixas. Sus dotes comerciales le llevaron a convertirse en comprador de suelo para grandes complejos turísticos y hoteleros en Brasil, donde se había asentado parte de su familia. Pero llegó la crisis del 2008. «Me tocó remangarme y dedicarme al sector inmobiliario clásico, a intermediar entre el propietario y el cliente». Se especializó en naves industriales, aprovechando su conocimiento de las estructuras empresariales, vía que incluso le llevó a representar a la comunidad en la asamblea de Caixanova.

«Ya no existe el promotor de antes, quedan cuatro contados. Ahora los dueños del suelo en Galicia son los fondos de inversión. Por eso he optado por las cooperativas, herramienta con la que se puede competir en este sector con los grandes capitales», dice con los planos en la mano de su proyecto de viviendas para el barrio vigués de Navia. «La autopromoción permite ahorro de costes y se adecúa a la renta de los gallegos, que es la que es», reflexiona.

Contrapone ese cálculo de efectividad y ahorro con los ríos de dinero que saltaron por los aires con la explosión de la burbuja inmobiliaria. «La avaricia del ladrillo fue descomunal. Los bancos y cajas querían acaparar y acaparar. Crearon sus promotoras, financiaban a destajo, nadie ponía un euro propio y la especulación del suelo era brutal. Se llegó a pagar 250.000 euros por un estudio de 35 metros en Sanxenxo», clama.

De alfombra roja a demonizados. De crédito sin límite a cajas cerradas. Benito Iglesias pensó que era la hora de profesionalizar el sector, de aprender de los errores y sobre todo de formarse para informar. «Un cliente bien informado es mejor cliente», mantiene. Creó la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias, hoy fuente esencial para conocer cómo está el sector.

Rechaza la presencia de la política en el campo inmobiliario. «Pusieron sus ojos en él por avaricia, y ahí están por toda España ejemplos de pelotazos, el rastro de un dinero fácil que estropeó hasta el infinito a un sector que siempre contribuyó al crecimiento del país». Iglesias vivió la política de cerca también. Durante más de veinte años militó en el PP. «Me di de baja por los Bárcenas, los Ratos, los sobresueldos... la falta de valores. No me arrepiento de haberlo dejado. Yo siempre he vivido de mi trabajo, de nada más», asegura mientras en cambio confiesa que no puede decir que acertó acercándose a Ciudadanos. «Son una franquicia». Lo intentó entonces con su propio partido, «porque me duele Ourense». Ahora, el declive que dice dibuja su ciudad le ha empujado hacia Vigo, donde pide un esfuerzo de las administraciones para su aeropuerto. «Este mismo año Vigo tendrá más vivienda turística que Santiago, y eso es por algo, pero necesita que se acompañe con posibilidades para el turismo», avisa.

Álbum familiar

EN DETALLE

- Primer trabajo

- En la forestal en ICONA con 18 o 19 años para ganar mi primer dinero. Me gustaba ser guardia forestal. Habría tenido otra vida.

- Causa a la que se entregaría

- Me gustaría ser mentor de personas que se inician en el mundo empresarial. Ofrecerles mi experiencia. Solo hablo de lo que tengo algo de criterio.