Las hosteleras se rebelan: «Nada de cerrar a la 1; entre semana, ¡a las 23!»

Bibiana Villaverde
Bibiana Villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Tres propietarias de restaurantes y directivas de la asociación Vigo Gastronómico dicen basta ya a la esclavitud del oficio: «Esta pandemia nos hizo reflexionar»

30 abr 2022 . Actualizado a las 14:50 h.

El debate está servido: ¿dónde termina el derecho del cliente y dónde empieza el del hostelero? Y, sobre todo, ¿en qué punto pueden convivir ambos? Esto segundo es lo que se preguntan tres hosteleras que han dado un paso al frente para decir en público lo que muchos dicen en privado en el sector. «Cuando montamos el restaurante tenía una niña de un año y me quedé embarazada de la pequeña. Lloré muchísimo porque no podía dormir con mis hijas por mis horarios». Raquel Ogando (DF México, 1983) es la copropietaria y cocinera del restaurante Lume de Carozo. Esta experta en gestión de empresas hosteleras preside, desde hace un mes, la asociación Vigo Gastronómico, un nuevo colectivo dirigido por mujeres que nació para difundir la cultura culinaria de la ciudad olívica y que aspira a mejorar las cosas, empezando por las condiciones de la hostelería. «No me resulta transgresor que el Grupo Nove plantee cerrar los restaurantes a la una de la madrugada. Hay que dar un golpe en la mesa: Nada de cerrar a la una, hay que cambiar los horarios de las cenas, las nueve es una buena hora. Yo creo que hay que dar un paso más y que podamos cerrar a las once entre semana, de lunes a jueves».

Las directivas de Vigo Gastronómico quieren abrir un debate que empezó en la pandemia, cuando los locales estaban cerrados y sus propietarios compartían charlas por Zoom. «En un banco te dicen que no puedes entrar y en hostelería se da por hecho que no tenemos hora de cierre. Hay locales que no fijan un horario por miedo a represalias y eso se tiene que acabar», explica Loreto Rodal (Vigo, 1986), jefa de sala del restaurante Mijo que llegó al sector por su pareja. Elena Garmendia (Getxo, 1974) es repostera y copropietaria de La Carpintería: «Nuestros empleados tienen que hacer sus horas y hay leyes que así lo marcan, ¿Por qué cuesta tanto entenderlo en hostelería?» Garmendia explica cómo ha adaptado su local, con vitrina de tartas, para tener un horario acotado, «pero mis hijos no han tenido presente a su padre, salvo los lunes», explica en referencia a su marido y socio en el restaurante.

El sector está iniciando un camino por el que ya transitan algunos establecimientos de restauración que han decidido cerrar los domingos, para dedicarlos a la familia.

«El pincho hay que pagarlo»

Estas profesionales quieren aportar el punto de vista de mujeres gestoras de restaurantes para que el oficio y la atención a los clientes pueda ser compatible con la vida personal. «En la pandemia, al parar, nos dimos cuenta de que estábamos haciendo las cosas mal y nos hizo reflexionar», confiesa Elena Garmendia. Esta repostera, de origen vasco, cree que es el momento de plantearse cuestiones que siempre se han dado por hechas en el sector, y que conviene revisar. «En el País Vasco hay que pagar el pincho, es una forma de valorar el trabajo que hay detrás. A nosotros el pincho gratis nos cuesta 0.25 euros y se lleva nuestro margen de beneficio. ¿Te estoy robando si te cobro el café después de comer? No. Te lo he puesto y lo he pagado a 20 euros el kilo. La pandemia nos ha hecho preguntarnos por qué somos un sector que tenemos que regalar cosas». Una costumbre que, aseguran, acaba siendo perjudicial y creando dinámicas fratricidas. «En el estado de alarma descubrimos que vivíamos al límite y que muchos no fueron capaces de mantener el negocio dos meses cerrado. Eso solo pasa en hostelería, otros sectores tienen un colchón más importante», reconoce Raquel. «Si no conseguimos que cambien algunas cosas para que la gente tenga una vida y un trabajo digno, será un error nuestro», reivindica Loreto. Por eso han decidido dar un paso adelante con Vigo Gastronómico. «Alguien tenía que estar al frente y quién mejor que un equipo de mujeres», asegura la presidenta.

Las tres coinciden en el amor por el oficio que, en muchos casos, comparten con sus parejas. Para esto también tienen receta: «El truco está en cada uno respete la parcela del otro», asegura Loreto. «El restaurante no es que sea la segunda casa, es que es la primera», dice Raquel tras confesar que su día a día transcurre entre fogones: «Yo llego a casa y tengo la nevera vacía, estoy acostumbrada a comer en el restaurante. Habrá quien luego cocine en casa, pero yo no». Estos son días de alivio tras la retirada de mascarillas y la eliminación de las restricciones. «La gente está contenta con verte y es un cambio poder sacarnos la FFP2 después de tanto tiempo», explica Elena.

Testigos de la transformación de Vigo, y de cómo se va enriqueciendo la oferta de restauración, aseguran que no podrían dedicarse a otra cosa que no sea hacer disfrutar a los clientes. «El cliente perfecto es el que entra preguntándose qué dan en ese sitio. Déjate llevar, porque quien tiene un local ha abierto para mostrarte algo», explica Loreto. «Para mí, el perfecto es el goloso», bromea Elena, «los golosos sonríen más».

Su canción favorita

RAQUEL: «Romance da bela rosa», de Sés. «Transmite la garra, la cultura, el feminismo... Me representa».

LORETO: «The Barrel», de Aldous Harding. «Su música me hace expandirme mentalmente y me hace sentir libre».

ELENA: «Rojitas», de Extrechinato y tú. «Esta canción es yo. Me encanta».