Un vasco lleva un año y medio viviendo en un coche en Vigo

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Alejandro Martínez

«Si encontrara a alguien decente, compartiría piso», dice Patxi

27 mar 2022 . Actualizado a las 00:32 h.

Un vasco lleva año y medio viviendo en un coche aparcado en la calle Jacinto Benavente, en Vigo. Patxi, de 65 años y natural de Baracaldo, cobra una pensión y tiene solvencia para alquilar una habitación, pero aún no ha encontrado a nadie adecuado para compartir una vivienda. Más bien, lo que ha tenido han sido malas experiencias. «Todavía no he encontrado a nadie decente y mira que he preguntado», afirma. Por eso, en lugar de estar todo el día discutiendo o con problemas de convivencia, prefirió hacer un hogar en su viejo turismo y vivir solo y tranquilo.

Los días pasan sin grandes sobresaltos. Se levanta cada mañana, se va a tomar un café y luego a dar un paseo. Después vuelve al vehículo, escucha la radio o se entretiene con algún videojuego en su teléfono móvil enchufado a la batería del coche. «Por la tarde me voy al bar Ruada a ver el fútbol y así paso el tiempo», apunta. Dice que por las noches no pasa frío. «Tengo mantas y cuando me meto en el saco hasta paso calor». Reconoce que resulta más incómodo dormir en el asiento de su coche que en una cama, pero en este momento no tiene planes para cambiar de domicilio. Come bocadillos y se ducha los lunes, miércoles y viernes en la Cruz Roja. Los sábados arranca el coche para ir a buscar la comida hasta el comedor social de Vida Digna en Teis.

Constantemente limpia con una esponja las cagadas que le sueltan las gaviotas apostadas en la farola. Siempre tiene preparadas unas garrafas con agua debajo del coche.

Sobre su vida, cuenta que su padre fue jefe médico de Altos Hornos en Baracaldo y que su madre, que todavía vive, es testigo de Jehová. «Mi hermano gemelo y yo no existimos para ella porque no somos de su religión», dice. Rehúsa volver a Baracaldo porque ha perdido a muchos amigos. Su juventud transcurrió en una época marcada por la droga. «De todos mis colegas, quedamos cinco, de 42. Cada vez que iba a Baracaldo y preguntaba por Txutxi o Garmendia, ya murieron», afirma. Francisco Javier de Diego Angulo anduvo a la mar. Estaba en las máquinas. Trabajó en Angola cuatro años, a la gamba, con Mariscos Rodríguez. En el 2000 llegó a Vigo. Dice que está censado en Mondariz y que en Salceda tiene pertenencias. Travestis y clientes se encuentran en Jacinto Benavente en la oscuridad del callejón. Allí también se trapichea con droga y hay peleas. La policía suele acudir a la llamada de los vecinos. Pero Patxi reconoce que no tiene más vicio que el tabaco.