«En España dices que eres músico y te vuelven a preguntar tu profesión»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

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Considerada una de las principales guitarristas clásicas contemporáneas, vive en Vigo por amor. Es catedrática en el Conservatorio Superior y en la Universidad de Viena

25 mar 2022 . Actualizado a las 00:51 h.

Ni siquiera una grave lesión en su mano izquierda impidió que Margarita Escarpa (Madrid, 1964) se acabase convirtiendo en una referencia internacional de la guitarra clásica española. «Cuando era estudiante, tuve que parar de tocar un año. Lo pasé tan mal... Necesitaba tanto hacer música, que decidí que ya no podía vivir sin la guitarra». Desde entonces, su carrera ha ido in crescendo, hasta ganar prestigiosos galardones internacionales como The 20th Solo Guitar Competition internacional de la Guitar Foundation of America. «Tuve que dar 38 conciertos en 42 días, hubo un día que actué en Bostón y al día siguiente en Florida, subir del avión al escenario, sin pasar por el hotel. Ahí confirmé que me gustaba, porque no lo aguanta cualquiera». Desde entonces, su vida transcurre entre aeropuertos, viajando allí donde demandan su arte con las cuerdas. En esa vida nómada, de artista, Escarpa tiene parada oficial en Vigo, donde reside con su pareja. Estos días está en Italia, participando en un festival en honor del guitarrista Andrés Segovia, viaje que aprovecha para dar clase a los alumnos extranjeros que tiene, repartidos por medio mundo.

La música y las matemáticas se entrelazan en el cerebro de esta artista. Igual que estas dos disciplinas modularon a la joven estudiante que se licenció en las dos carreras a la vez, con Premio Extraordinario Fin de Estudios, la profesional adulta combina la «exactitud» de los números con la «flexibilidad contenida haciendo música». Pocos trabajos como el suyo necesitan de la precisión de un cirujano y la sensibilidad de un poeta. «Si mueves un dedo un milímetro a la derecha o a la izquierda, ya suena mal». Estar entre las mejores del mundo, conlleva horas de entrenamiento diario, de «estudio» buscando la perfección.

«La guitarra se ve tan familiar que el público lo ve como un instrumento fácil, y no lo es. Este es un mundo muy competitivo, tienes que ser perfecto, como un cedé, si no, no te comes una rosca. No puede ser, hay que ser más humano, y menos maquinitas». Un objetivo que se propone cada día. «Cuando escucho mi música estoy contenta pero nunca absolutamente satisfecha. Es una lucha, intentando ser más comunicativa». Dicen los expertos, que en su oído hay todo un universo, alcanzando unos matices reservados a solo unos pocos.

A día de hoy su bien más preciado es una de sus guitarras alemanas, que la acompaña a diario. «No tengo hijos, pero es como si fuera mi hijo, no me separo de ella. Es de pino abeto, de Matthias Damman, es una guitarra con mucho color, que te permite conseguir colores y timbres muy distintos. Puedes tocar una misma nota con tonos claros, dolces...».

Amiga de David Russell

Escarpa es también catedrática de la Universidad de Artes Escénicas de Viena. En Austria se encuentra un reconocimiento que nada tiene que ver con la consideración que en España se le da a los músicos profesionales. «Cuando dices en Viena que eres músico, te hacen la ola. En España, cuando lo dices, lo normal es que te vuelvan a preguntar por tu profesión, que a qué te dedicas».

Pero Escarpa no repara en qué falta si no en lo que se puede conseguir. A sus alumnos les inculca la sana competencia, «aprender de los demás sin envidias». Con esta vocación creó en el Conservatorio Profesional de Vigo un premio junto con el reconocido guitarrista David Russell, premio Grammy con residencia en la provincia de Pontevedra. «Quisimos poner en marcha un concurso para jóvenes talentos que no fuera un certamen donde los participantes se alegrasen de que los demás lo hagan mal. La actuación de cada participante es independiente de la de los demás, quien lo hace bien, se lleva premio, independientemente de la actuación del resto». Es su forma de dar más humanidad a esta profesión tan competitiva. Igual que Escarpa fue alumna de Russell y ahora es amiga del artista, también con sus alumnos crea una relación muy cercana. Estos días de estancia en Italia, la guitarrista ha podido reencontrarse con una de sus alumnas ucranianas, «estaba preocupada, ha sido muy emocionante». Otros tres alumnos suyos ucranianos no han podido salir de su país.

En su retina todavía permanecen los recuerdos de su propia historia, cuando empezó a tocar la guitarra con ocho años. «A mis padres les gustaba mucho el arte pero no había ningún músico en la familia. Me preguntaron si quería estudiar música y me llevaron a una academia de guitarra que había al lado de casa cuando tenía ocho años. Me compraron una guitarra y desde entonces no he parado. ¿Imagínate qué pasaría si me hubieran dicho si quería jugar al fútbol?», se pregunta entre risas. Pura casualidad, como su aterrizaje en Vigo. «Estaba dando clase en Gijón, y pedí la plaza para estar con mi pareja. Soy afortunada de estar en Vigo, la calidad de vida, la naturaleza, el marisco... Es preciosa». Una afirmación que esta madrileña hace con acento gallego, en su voz suena tan melodioso como su propia música.

Su canción favorita

«Cantares», de Joan Manuel Serrat. «Esta es una canción que escuchaba mucho con mis padres y me trae muy bonitos recuerdos de mi infancia. Además, es un espejo de mi trayectoria. Durante mi carrera, he ido generando mis propios caminos y he ido consiguiendo cosas sin proponérmelas».