El río Oitavén sacia la sed de Vigo y su entorno

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Ángel Llanos

El ministro de Obras Públicas, Leopoldo Calvo Sotelo, inauguró en marzo de 1977 el embalse de Eiras. La presa garantizaba el abastecimiento de la ciudad tras una inversión de 308 millones de pesetas

15 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta 1977 era muy habitual que en verano los hogares de Vigo sufrieran periódicos cortes en el suministro de agua. Ni las antiguas conducciones procedentes de las parroquias más montañosas del municipio ni el embalse de Zamáns habían podido igualar el rápido crecimiento demográfico de la ciudad. En agosto de 1972, el ministro de Obras Públicas, Fernández de la Mora, inauguraba en Sampaio cuatro nuevos depósitos destinados a guardar agua procedente del río Oitavén que garantizaban, según dijo el ministro, el suministro hasta el año 2000. La infraestructura también estaba destinada a suministra agua corriente a otros municipios del área viguesa. Sin embargo, el alcalde de Vigo, Antonio Ramilo, le recordó ese mismo día al ministro la urgente necesidad de construir la presa de Eiras. Pero, aquello iba con calma.

En 1973, el pleno municipal vigués aprobaba la petición de un préstamo de 134,5 millones de pesetas al Banco de Crédito Local para financiar parte de la obra. Al año siguiente, el consejo de ministro, presidido por Franco en El Pardo, aprobaba la urgencia de la obra, y se abría un plazo para tramitar la expropiación de las fincas afectadas. Así que en octubre de ese mismo año comenzaban las obras.

El embalse fue inaugurado el 21 de marzo de 1977 por el ministro de Obras Públicas, Leopoldo Calvo Sotelo, a quien acompañaban, además del alcalde de Vigo, Joaquín García Picher, el gobernador civil y el presidente de la Diputación.

«Después de un breve recorrido por la obra, en el que recibió explicaciones de los técnicos de la empresa constructora y directivos del Servicio Municipalizado de Abastecimientos de Aguas de Vigo, el señor Calvo Sotelo examinó el proyecto y los planos de toda la instalación de la traída de aguas a Vigo, que le explicó el alcalde y técnicos municipales, pasando a descubrir una lápida en un monolito que conmemora la inauguración de la presa de Eiras», recogía la crónica de La Voz de Galicia al día siguiente.

El que años después sería presidente del Gobierno puso saber aquel día que la presa de Eiras estaba construida sobre el río Oitavén, que tenía una altura de 50,78 metros, una longitud de 130, y una capacidad de embalse de 21 millones de metros cúbicos, pudiendo en aquel momento proporcionar un servicio a la población de 400 litros por habitante y día. El importe total de las obras, hecho ya efectivo en el 50 % corresponde a Vigo, asciende a 143 millones pesetas. Complemento a esta obra era la fijación de filtros (70,5 millones de pesetas) los depósitos y el canal de conducción desde la presa a estos depósitos, por simple gravedad del agua, cuyo presupuesto final ascendía a 308 millones de pesetas, de las que el Ayuntamiento se hacía cargo del 65,5 %.

Tras la inauguración, el ministro y sus acompañantes se dirigieron a los depósitos de El Casal, donde también inauguraron las instalaciones de la estación de filtros y depuradora, parte de las cuales entraron ya en funcionamiento.

Y todo aquello fue muy bien recibido por todos, pero había varias cosas que no encajaban bien. La primera llegó al mes siguiente de la inauguración. La empresa constructora abría las compuertas del embalse para protestar porque no había cobrado todo su trabajo. Y pocos días después, La Voz de Galicia informaba de otra cuestión importante. Como el Ayuntamiento de Vigo no había pagado todas las fincas expropiadas, tampoco podía el embalse alcanzar su capacidad máxima, situada en 21 millones de metros cúbicos. Desde La Voz se daban dos razones para que la nueva infraestructura no entrase en funcionamiento pleno. Por un lado, el asunto de las expropiaciones por lo que no se podían ocupar muchas fincas, pero por otro, también se señalaban motivos de seguridad. En cualquier caso, al mes siguiente de su inauguración se cerraban las compuertas y el embalse empezaba a acumular el agua.

Aunque la construcción de Eiras tenía el objetivo de evitar cortes en el suministro, estos se produjeron en numerosas ocasiones en gran volumen. Por ejemplo, ocurrió en junio de 1987. La Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Vigo S.A. (Emavisa) daba a conocer el 12 de junio de 1987 la existencia de una importante avería en el trazado del canal que conducía el agua a Vigo desde la presa de Eiras. Emavisa anunciaba que durante 36 horas, hasta la madrugada del siguiente domingo, Vigo y Redondela quedarían sin suministro. Mientras tanto, seis camiones cisterna abastecerían de agua a centros sanitarios y hostelería. Pero lo mejor de aquel corte de agua es que se recordaba, desde la empresa municipal de abastecimiento de aguas, que había en la ciudad de Vigo cuatro fuentes tratadas sanitariamente con las que los ciudadanos podrían abastecerse para tareas domésticas mientras durase el corte.