«Me fui de la ciudad buscando una finca»

Monica Torres
mónica torres VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Los municipios limítrofes ganaron la población que perdió Vigo durante el primer año de pandemia

23 abr 2022 . Actualizado a las 10:26 h.

Vivir en los pueblos del área metropolitana de Vigo cotiza al alza en plena pandemia. Así lo constatan los padrones de población que ha publicado el Instituto Nacional de Estadística (INE). El éxodo de la denominada nueva normalidad se produce de la ciudad al campo más próximo. Vigo perdió 1.320 habitantes en el primer año de la crisis sanitaria y los concellos limítrofes crecieron a la par. Es decir, la ciudad pierde una población que ganan, en conjunto, los municipios de su área de influencia. Redondela, que en parte no deja de ser un continuo urbano con la comarca de Chapela, es la única excepción en los concellos limítrofes con una caída de 49 vecinos.

«Me fui buscando un cachito de finca y librarme de la hipoteca», explica Arancha Vilas. Esta viguesa de nacimiento decidió mudarse en plena pandemia y, desde marzo del 2021, vive en Mondariz. «En la ciudad tendría que estar pagando la hipoteca de mi piso hasta que me muriera y aquí puedo vivir», sostiene entusiasmada con el cambio. Esta mujer de 43 años asegura que ya sufría los males del confinamiento antes que la media de españoles. «Yo teletrabajaba y, tras el verano del 2018 sin salir casi del piso, la idea de un cambio fue tomando forma. En las primeras semanas de confinamiento real ya estaba buscando por los portales inmobiliarios y me quedé con la segunda casa que vi», recuerda. No le ha importado hacer reformas y, de hecho, aún sigue en ellas «porque me compré una casa que el año que viene cumple cien años».

«Estoy encantada y feliz. Ahora tengo una casa, una finca, un hórreo, muchos frutales y hasta una mascota porque adopté a una gata que dio a luz en la leñera», resume Arancha. Solo echa de menos a sus vecinos del barrio de O Calvario, «aunque aquí también me han recibido con los brazos abiertos».

Paula Garabal Montes también hizo mudanza, pero hacia Moaña. «Mi hija Kaila iba a empezar el colegio y no quería que estuviera rodeada de asfalto, sino que disfrutara de la naturaleza y de un colegio con patio de verdad, con árboles», afirma. Encontró ese lugar del otro lado de la ría y ahora toda su familia disfruta de la parroquia de Meira. «No echo nada de menos Vigo porque voy habitualmente por trabajo, pero también porque, además, estamos a tres minutos del centro de Moaña y aquí hay de todo», sostiene. A sus 42 años, cruza la ría a diario por trabajo, «pero compensa coger el coche si luego puedo vivir en la naturaleza». Paula, autora del libro Se pueden amar los lunes, coordina talleres de crecimiento personal. «El entorno en el que vivo favorece mi bienestar, el de mi familia y el de las personas que asisten a la consulta», defiende. Habla también del impacto social, «porque aquí creamos unas relaciones más cercanas y eso es aún más importante cuando tienes hijos». La perspectiva de Vigo, pero desde el mirador de su casa de Meira, también favorece su capacidad creativa. «Desde aquí veo la ría y la naturaleza, y eso me ayuda a conectarme, meditar y escribir», indica.

Su historia y la de Arancha ejemplifican el fenómeno demográfico. El teletrabajo y el miedo a otro confinamiento han contribuido a que muchos vigueses rompan el cordón umbilical. Muchas segundas residencias pasaron a convertirse en primeras. También influyeron la mejora de las comunicaciones y el desbloqueo de promociones inmobiliarias. Los municipios con costa fueron los más beneficiados por este flujo migratorio, pero los precios y servicios de los municipios que cuentan con grandes polígonos empresariales como Mos, Tui o O Porriño, a escasos kilómetros de Vigo, también crecen.

Los tres concellos de la comarca de O Val Miñor han incorporado 615 habitantes en un año. Los dos de la orilla sur de O Morrazo ganan 223 residentes. A Louriña experimenta un empujón con 315 personas más. Y también crece O Baixo Miño gracias al tirón de Tui, Tomiño y O Rosal.