Vigo fue capital de su propia provincia en dos ocasiones

j. miguel gonzález fernández MIEMBRO DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS VIGUESES

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Tras los históricos episodios de 1821 y 1840, acabó imponiéndose su competidora Pontevedra

17 ene 2022 . Actualizado a las 09:50 h.

Mucho se ha escrito sobre la capitalidad de Vigo, aunque repitiéndose, pero nunca se había planteado el quién, cómo y porqué. A estos interrogantes intentaremos dar respuesta y añadir algún suceso que fracasó. El contexto histórico se sitúa en el Trienio Liberal y primera mitad del reinado de Isabel II, en medio de contiendas ente liberales y absolutistas, y después moderados y progresistas, estos últimos liderados por el «espadón» del general Espartero.

Durante el Trienio Liberal, paréntesis en el reinado absolutista de Fernando VII, se produjeron importantes novedades administrativas. La intensa labor en las Cortes del diputado Javier Martínez, octavo marqués de Valladares, militar y liberal de pro (será luego represaliado), dio como fruto en 1821 la creación de la provincia de Vigo, frente a las candidaturas de Tui, antigua capital apostólica, y la burocrática Pontevedra. En mayo de 1822 se constituye la diputación, presidida por el rico comerciante de ideas moderadas Manuel Bárcena, acompañado del antedicho marqués de Valladares y del conde de Priegue. Razones: el fuerte espíritu político liberal de la ciudad, que había participado en el levantamiento de Riego y que levando la Milicia Nacional, cuerpo armado para la defensa del nuevo régimen; su próspera burguesía que le convierte en un importante centro comercial; su magnífico puerto natural, donde recalan embarcaciones de toda Europa y América, entre otras. En 1823, con la vuelta al poder del rey «Deseado», este anula toda la obra del Trienio y así Vigo perderá su condición de capital.

La regencia de la reina madre María Cristina se apoyará en una conjunción de liberales muy conservadores y en absolutistas reformistas que darán luz al muy moderado Estatuto Real de 1834. El agosto de 1836, en medio de un complejo ambiente político, que dio lugar a una nueva constitución, en Vigo en la mañana del 21, al finalizar los actos de jura de la Carta Magna, la progresista Guardia Nacional continuó formada en armas y una comisión presentó un escrito de demandas a las autoridades municipales y asociados; en cuyo punto 1 se decía: «Que respecto por las Cortes de 1821 ha sido nombrada esta ciudad por capital de provincia, después de una discusión formal, debe volver la capitalidad a ella». La corporación alega no tener autoridad, (repudia el método) se dispersan los milicianos de tarde, y todo vuelve a la normalidad.

Gobernaban España con mano de hierro ministros muy conservadores, sin dar cancha a sus oponentes. Ante su intransigencia, en septiembre de 1840 tiene lugar un pronunciamiento militar progresista que se concreta en Vigo en la creación de una Junta Gubernativa presidida por el salazonero Ramón Buch (líder en todas las rebeliones de la década) y compuesta por lo más granado del progresismo olívico (J R. Fernández, V. de Vicente, S. Filgueira). Esta, nombra capitán general de Galicia a Marín José Iriarte, un activo agente esparterista que actuaba en la zona de Lalín, quien acepta el puesto y suma apoyos en Santiago y Ourense. La insurrección, con movimiento de tropas, resulta un éxito.

La junta viguesa se extendía en argumentar que la provincia de Vigo nacía de haber sido la primera ciudad de Galicia en pronunciarse, de la disposición del capitán general Iriarte de 13 de septiembre, y sobre todo en base al ejercicio de su soberanía nacional, insinuando haber atraído a los pueblos de O Morrazo. Para asegurar su posición, las milicias viguesas toman Pontevedra al asalto. Al final se decretó que las juntas de ambas ciudades eran independientes y que el límite se establecía en el río Caldelas, comenzando por Pontesampaio.

Así se constituye la provincia de Vigo con R. Buch como jefe político (gobernador civil). El nuevo gobierno comienza suprimiendo las juntas cuyo poder hacía sombra al central y, para culmen, un Real Decreto de 6 de noviembre estipula que, a la espera de lo que decidan las Cortes, Pontevedra queda como capital; el aparato político se reduce al gobernador e intendente en calidad de interinos. El optimismo de que hacía gala Buch en su alocución de despedida del cargo para seguir dando batalla no se verá correspondido y la espinosa cuestión de la capitalidad quedará zanjada para siempre en favor de la ciudad de Lérez. La cuestión todavía colea entre algunos políticos y ciudadanía de Vigo, pero ya sin posibilidades reales. Son otros tiempos.

Historiador y miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses