Fallece en Vigo el padre Carlos Ortiz, que dedicó su vida a ayudar a las personas con discapacidad

La Voz VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M. MORALEJO

Fundador de la Asociación San Francisco y Medalla de Galicia, tenía 88 años

15 ene 2022 . Actualizado a las 23:34 h.

El alma máter de la Asociación San Francisco de Vigo ha dicho adiós a los 88 años. El padre Carlos Ortiz ha fallecido tras casi toda una vida (fundó la entidad el 14 de octubre de 1967) entregado al cuidado de las personas con discapacidad intelectual y síndrome de Down. Aquel fraile capuchino que había hecho las maletas en León y que inició su labor desde cero deja hoy un sinfín de agradecimientos en la ciudad, convertido en una figura respetada y admirada. Fue reconocido con la Medalla de Galicia y nombrado Vigués Distinguido.

«Unos padres le habían pedido al superior que hiciera algo por los niños discapacitados y, tal vez por mi formación, le pareció que yo podría ser la persona adecuada. Me resistí lo que pude, pero terminé por asumir el reto», contaba hace unos años en una entrevista en La Voz de Galicia. Carlos Antonio Ortiz Ramos, que era doctor en Psicología por la Universidad Complutense y diplomado en Ciencias de la Educación por la Universidad Eclesiástica y Civil de Salamanca, tuvo arrestos suficientes para montar la Asociación San Francisco con apenas un puñado de voluntarios, una casa prestada en Atios (O Porriño) y una furgoneta también prestada. Con una ciudadora y siete alumnos arrancó lo que era una experiencia absolutamente pionera para la época.

A  raíz de una información publicada por La Voz de Galicia en abril de 1968, las administraciones empezaron a interesararse por su labor, que iba más allá de atender a los chavales a emprana edad, sino que les prestaban ayuda cuando se convertían en adultos. Viajó a países como Suecia, Noruega y Holanda para comprobar qué se hacía allí y aplicar su trabajo pionero. También a ciudades como Detroit y Los Ángeles, en Estados Unidos. Él y sus compañeros idearon mil y una maneras de recaudar fondos, y artistas como Al Bano, Juan Pardo, Los Tamara y Betty Misiego se apuntaban a festivales en el antiguo Nova Olimpia. Fue así como pudo construirse el centro de Coia. Bueno, y con una ayuda de 1.000 pesetas que le llegó desde El Pardo en un sobre. Lo mandaba el mismísimo dictador, señalando que el dinero era de su «pecunio particular».

Luchó contra viento y marea en épocas de crisis, cuando atendían a casi doscientos usuarios y se amontanaban las facturas y no llegaban, en forma de subvenciones, las ayudas prometidas por los políticos. Carlos Ortiz era una persona que hablaba claro y no le dolían prendas al asegurar que la Iglesia tenía parte de culpa en la desafección religiosa: «Nos hemos anclado en formas expresivas que fueron buenas en su tiempo. Vivir de rentas es muy cómodo, lo difícil es la aventura de innovar».

Fue impulsor y cofundador de la Federación de Asociaciones a favor de las Personas con Discapacidad Intelectual de Galicia y dejó de presidir en el 2010 la Asociación San Francisco, cuando las fuerzas no eran las mismas y se había ganado el merecido descanso.

Hoy le lloran cuantos lo conocieron y, sobre todo, quienes recogieron el testigo en la asociación viguesa, donde cuidó y dio un futuro a generaciones de chavales que necesitaban un benefactor y lo encontraron en él. Esta tarde, a las cinco, se celebra una misa por su alma en el tanatorio de Emorvisa. Descanse en paz.