El dino vigués cotiza al alza

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

La joyera Raquel Álvarez creó hace dos años una moneda de plata con la efigie del dinoseto y un pin de la noria navideña. Ahora diseña una pulsera de la que cuelgan casi todos los símbolos de la ciudad

06 ene 2022 . Actualizado a las 00:33 h.

Cuando empezó la movida navideña de Vigo, allá por el 2018, el merchandising local era escueto y los millones de leds eran «solo» seis. Suficientes aún para el goteo de visitantes atraídos por un leve murmullo de villancicos que devino en atronador altavoz manejado hábilmente por el alcalde de Vigo.

Abel Caballero, padre putativo de la brillante idea de la ciudad «donde vive la Navidad», resultó ser el hombre anuncio más rentable de la historia olívica. A su paso se han ido desarrollando ideas y productos con sello navideño que ganan valor cada año.

Una de las primeras fue la diseñadora de joyas viguesa Raquel Álvarez, que tardó un año en darle forma a su idea en su taller Cascabel, en las galerías Durán de la calle del Príncipe. En la segunda campaña, la del 2019, puso en circulación una moneda en plata inspirada en el dinoseto rodeado por el lema abeliano «La mejor ciudad del mundo» y el sireno en el reverso; y un pin realizado en el mismo metal con la silueta de la noria y el lema «Yo estuve en las luces de Vigo».

El dino, que así fue como bautizó a la divisa, cotizaba a 50 euros la pieza. «Ahora está a 55, y en pin de la noria a 25 euros», actualiza. La artista había creado un prototipo con la efigie del regidor tocado con una corona, como rey de la Navidad. «De esa solo fabriqué una y se la regalé. Se la pude dar en persona y cuando lo hice, se quedó tan sorprendido al verla que apenas me dijo nada, pero a su mujer le encantó, le hizo mucha gracia», recuerda de aquel momento.

La joyera no ha abandonado la línea souvenir y tiene en marcha el boceto para la realización de pulseras (siempre en plata) de las que colgarán pequeñas piezas con adornos urbanos como las estatuas de los caballos y el sireno, el puente de Rande, el escudo de la ciudad y el skyline de las islas Cíes.

La emprendedora artesana de las joyas siempre se había sentido atraída por el mundo artístico. Asistía a clases de pintura y se planteaba iniciar la carrera de Bellas Artes cuando su interés dio un giro al encontrarse con una escuela de joyería que atrajo su atención de tal manera que acabó centrándose en ese sector. Así comenzó sus estudios en 1997, como artífice joyera. «Después lo fui completando con formación en Gemología por la Universidad de Barcelona, y posteriormente varios cursos de diferentes técnicas: esmalte a fuego, modelaje en ceras, enfilado de collares, engaste, grabados... estos últimos en la Escuela Atlántico de Vigo», repasa.

Sus iniciativas quizás no tuvieron la repercusión esperada debido a la llegada de la pandemia, que cortó casi todo, pero no ha limitado ni su imaginación ni sus ganas de seguir aprendiendo. «Mi mente y mis manos son inquietas y desde el confinamiento del 2020 empecé a aprender otros oficios, como el bordado con la técnica needle painting, que es bordado pictórico, como pintar con hilos. También retomé el ganchillo, que aprendí de pequeña, y estoy perfeccionando mi inglés», relata la viguesa cuyo trabajo a mano, de piezas únicas en materiales nobles, convive en un mundo donde ya circula el arte digital con certificado de autenticidad.

Raquel Álvarez tiene su local en uno de los espacios comerciales más emblemáticos de Vigo. Las galerías Durán, que comunican las calles Príncipe con Velázquez Moreno, datan de los años 60 pero tienen los días contados ya que tras su venta, la operadora eléctrica Xenera planea ocupar todo el espacio tras reformarlo.

Estanque de nenúfares

Como la joyera cuenta, ella es propietaria y su taller es el único que queda en esas condiciones, ya que el resto o se han ido o están en régimen de alquiler y deberán marcharse al finalizar sus contratos. «No he recibido ninguna oferta ni han hablado conmigo», asegura. Lo que sí sabe es que una gotera en el techo que advirtió en el mes de abril ha acabado por arruinar su espacio laboral y comercial ya que «el techo se vino abajo», lamenta tras meses sin poder reabrir, aunque atiende a través de sus redes sociales y le queda poco para volver, «tras pulir el suelo», cuenta.

De sus piezas, la que más le gusta es una que presentó al concurso de Antonio Fraguas y, aunque no resultó ganadora, formó parte de una exposición itinerante y fue incluida en su catálogo. «Se llama Estanque de Nenúfares y cada disco de jade recuerda a una hoja del estanque y hay tres ranitas saltando», explica.